Porque mientras en occidente usamos una aplicación para cada “cosa”, WeChat ha conseguido en sus 5 años de vida (el pasado 21 de enero fue su quinto aniversario) que más de la mitad de sus usuarios (es decir, más de 300 millones de personas) la abran 10 veces al día y que el 46% la use más que a cualquier otra aplicación, evolucionando de una aplicación de mensajería a un híbrido entre aplicación, marketplace, medio de pago y (casi) sistema operativo.
Se cae en la trivialización de meter a WeChat en el saco de las aplicaciones de mensajería, y dejarla en el “WhatsApp chino”, pero es mucho más y esto es lo que la convierte en el fenómeno más impresionante en móvil del mundo, al menos, por el momento.
A través de Facebook no se venden casas. No se controlan habitaciones de hotel con WhatsApp. Tampoco se emiten juicios a través de Periscope. Ni puedes conectar Twitter a un juguete para hablar con tu hijo a través de un peluche. Y hasta hace poco tampoco se podía pedir un taxi (bueno, un Uber en este caso) desde Facebook Messenger.
WeChat lleva años ofreciendo social commerce real, donde se venden pequeñas mansiones, se emiten juicios, se controlan habitaciones de hotel, se piden taxis, se pagan facturas, se envía dinero a amigos, se conoce gente nueva y/o se hace la compra tranquilamente. Muchos siguen pensando que es el “WhatsApp chino”, pero lo que en realidad es, es “WhatsApp + Facebook + Slack + Skype + Tinder + Paypal + otras cosas chino”.
Red social casi tan grande como Facebook, que es a su vez un paypal y que tiene un mercado de aplicaciones propio.
Quizá ha pasado algo desapercibida por España y Europa en general, aunque intentó cierta expansión internacional en su día para abandonar los esfuerzos conquistadores en 2015.
Es probable que a los interesados en el mundo digital algo les suene, también es muy posible que se caiga en algún malentendido (como el ya citado “es la copia china de WhatsApp”) o no se termine de entender el alcance tan bestial que tiene la aplicación (si es que la podemos etiquetar como “aplicación”).
Para entender realmente de qué va, hay que pensar más en un ecosistema o en casi un sistema operativo desde el que podemos hacer de todo.
WeChat es un cambio de chip
Mientras en occidente todas las aplicaciones móviles buscaban explotar modelos publicitarios, WeChat conseguía que 1 de cada 5 usuarios (aunque a finales de 2015 el equipo de Tencent hablaba de un 60% de usuarios, es decir, 3 de cada 5) introdujesen sus datos de pago en la aplicación.
Quizá deberíamos dejar de pensar que las redes sociales sólo se pueden financiar con publicidad y darnos cuenta de que teníamos delante de nuestras narices un modelo por explotar. Que quizá las redes sociales y plataformas de mensajería servían para algo más que para obtener datos sociodemográficos de usuarios a los que poder vender publicidad.
El fenómeno WeChat significa dejar de ver a China como el país copycat, como el de los “20 duros” (o todo un euro, depende de la edad de cada uno) y empezar a ver la potencia tecnológica en que se está convirtiendo.
Cuando empezamos a investigar sobre WeChat en nuestro viaje por China nos fascinó. Preguntar a emprendedores y “personalidades” de la escena tecnológica terminó de confirmar lo que sospechábamos: WeChat era algo grande, algo que tenía que ser investigado.
Si no es solo una aplicación de mensajería, ¿entonces qué es?
En el nivel más básico, WeChat es una aplicación de mensajería. En un primer vistazo parece que sí, es un WhatsApp o un Facebook Messenger. Sin embargo, tiene mucho más (aunque es posible que si la instalas desde España no veas todas las funcionalidades).
Por resumir y simplificar, podemos agrupar las funciones de WeChat en 3 grandes grupos:
- Social
- Marketplace o “aplicación de aplicaciones"
- Wallet
Las funcionalidades sociales de WeChat abarcan media docena de aplicaciones
Es a la vez un Facebook (algo simplificado) a través de “Moments”, un WhatsApp con sus chats, grupos, mensajes de voz y demás, un Skype que permite llamar a teléfonos fijos y móviles, un Slack para poder organizar trabajo en grupo a través de las Enterprise Account, o un Tinder en el que buscar a gente cerca para conocer mejor.
Incluso en cierto modo un ChatRoulette con el que poder entablar conversaciones con desconocidos enviando “mensajes en una botella” o agitando el teléfono. (Sí, agitando el teléfono podemos iniciar una conversación aleatoria con otras personas que a lo largo del mundo están agitando su teléfono. Sí, es algo bastante raro y no, no es la mejor opción para encontrar a tu media naranja, a no ser que te gusten los turcos con bigote.)
Sólo con este “apartado” WeChat ofrece tantas funcionalidades como una serie no despreciable de aplicaciones especializadas. Pero nos quedan otros dos.
WeChat también es un marketplace o “aplicación de aplicaciones”
Podemos seguir a “cuentas oficiales” como si de contactos se tratasen. Esto no parece nada del otro mundo, pero la realidad es que las cuentas oficiales en WeChat pueden llegar a ofrecer muchas más funciones que las páginas de empresa de Facebook. No vamos a entrar en detalles, básicamente hay dos tipos de cuenta: de servicio y suscripción. Estas últimas son las recomendadas para medios o celebridades y están pensadas para difundir contenidos. Pero las cuentas de servicio permiten explotar mucho más las capacidades del teléfono móvil y están más cerca de ser pequeñas aplicaciones que meras páginas.
Los desarrolladores pueden personalizar al máximo estas aplicaciones y construir experiencias relativamente complejas, que lleguen a integrar wearables, realidad virtual o… Aceptar pagos.
Y esta es quizá la parte más importante y que permite que WeChat sea el “social commerce” real: una experiencia conversacional en la que el chat es (o puede ser) el interfaz en una experiencia de pagos sin fricciones, en la que podemos integrar operadores humanos para asistir a la compra y preparar flujos básicos de automatización.
Tanto es así, que algunas startups empiezan directamente en WeChat antes de desarrollar aplicaciones dedicadas. Una estrategia que dado el creciente coste de crear (y mantener) aplicaciones nativas, unida a la dura competencia que hace horriblemente difícil conseguir generar rentabilidad de una aplicación puede tener todo el sentido del mundo.
Es una tendencia que no hay que ignorar: a algo parecido se refiere Chris Messina cuando habla de que 2016 será el año del “conversational commerce”: experiencias más ligeras, integradas en otros entornos y con el chat como interfaz. Ya sea con bots o con operadores humanos.
Wechat Wallet, saca la billetera
Hace años que se cuestiona la rentabilidad de redes sociales como estrategia de marketing. Cada vez menos, eso es cierto, pero las dudas siempre han planeado sobre un canal que era, sobre todo, conversacional y que servía para generar engagement y awareness. El modelo de negocio principal de todas las redes sociales ha sido prácticamente el mismo: publicidad. Ofrecer un servicio gratuito a cambio de colocar anuncios, aprovechando los datos que se recogen del usuario.
Mientras las iniciativas originales de f-commerce fracasaron, en WeChat la integración del medio de pago unida a un portal con proveedores de servicios “curado” por Tencent (ya sea con aplicaciones de terceras compañías en las que tiene algún tipo de participación o con aplicaciones propias) ha permitido normalizar el ecommerce social + mobile. Además de cubrir una cantidad de servicios en el usuario nada desdeñable, desde recargar el móvil, a invertir o pedir dinero, o pagar los gastos de la casa.
¿Qué hace especial a WeChat?
WeChat no es especial por ser la primera aplicación de mensajería china. Ya en 1999 Tencent había lanzado QQ, que se convirtió en una de las aplicaciones de mayor éxito en el país. Esta aplicación que sí era exclusivamente un cliente de mensajería, nació como aplicación de escritorio que posteriormente se llevó al móvil.
Tencent entendió ya en 2010 que la experiencia del usuario en móvil distaba de la experiencia que el usuario buscaba en PC. Mientras mantenía QQ buscó un equipo totalmente nuevo y no “contaminado” por el legado de la experiencia en PC para el desarrollo de una nueva aplicación, 100% mobile.
Aunque son varios los motivos que podrían explicar las particularidades de WeChat. En parte la respuesta es que es distinto a lo que conocemos porque se ha hecho pensando de cero en móvil, para un mercado diferente al occidental y dando solución a otras necesidades.
El bloqueo. Google, Facebook, Twitter, Snapchat… La mayor parte de los servicios a los que todos estamos acostumbrados están bloqueados en China. Eso ha propiciado la formación de un Internet paralelo, ajustado a las necesidades del mercado local.
Sin herencia en el uso de tecnologías. Los chinos han pasado directamente de no tener pc o móvil “normal” a tener un smartphone en el bolsillo. Se han saltado la generación “pc”, no tienen tanto legado tecnológico como nosotros ni hábitos formados que derribar y nuevos procesos que re-aprender. Este salto de generación ha favorecido, entre otras cosas, la rápida adaptación a pagos móviles de la que se han beneficiado WeChat.
En el mercado chino hay unas 200 tiendas de aplicaciones para Android. Google Play está (también) bloqueado, por lo que han surgido muchas (muchas, no unas pocas) tiendas de aplicaciones para Android. Esto supone un terrible dolor de cabeza para los creadores de aplicaciones (subir su app a decenas o cientos de markets, cada una con su cuota y particularidades o recurrir a los servicios de empresas especializadas) y para usuarios. No es de extrañar que el modelo marketplace de WeChat haya sido bien recibido.
El futuro de WeChat nos afectará, de una u otra forma
Así que ya sea porque los occidentales (o americanos) copiemos (o copien) a WeChat o porque WeChat retome su conquista internacional es bastante probable que en el futuro veamos un desarrollo parecido al de WeChat.
Facebook está incorporando ya ideas. El pago entre usuarios que llegó a principios de 2015 es sólo el primer paso. La integración con Uber el segundo, pero vendrán más. El mercado es demasiado jugoso: tener a los usuarios pululando por tu aplicación horas, con la posibilidad de realizar pagos sin fricción en un entorno de confianza para el usuario tiene un elevadísimo potencial.
Imaginemos estar charlando con nuestros amigos y pedir una pizza sin salir de la conversación (o votar la pizza preferida por todos), comprar los billetes de tren del próximo viaje sin tener que entrar en cierta web o pedir un taxi sin una aplicación dedicada. El grafo social de Facebook tendría aún más valor, nuestras interacciones con las marcas serían más significativas y las experiencias más cómodas.
Al mismo tiempo asusta pensar en el camino de concentración en manos de unos pocos proveedores que ya parece casi irreversible. Cada vez pasaremos más tiempo en agregadores, marketplaces y plataformas de grandes corporaciones y menos en aplicaciones de nicho, como si estuviéramos dejando el bazar en el que se alzaban miles de voces para volver al centro comercial de toda la vida. O no, porque el futuro todavía está por escribir.
Foto | iStock
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