La llegada de Android 5.0 Lollipop plantea las inevitables comparaciones con otras plataformas móviles del mercado, pero sobre todo la enfoca a iOS 8, su rival más directo en la conquista por los dispositivos móviles. ¿Cuál es el estado actual de ambas alternativas?
Lo cierto es que la madurez de ambos proyectos es enorme, y en estos momentos aquella diferenciación clara que existía en ciertos apartados -fluidez, usabilidad, versatilidad- se ha difuminado. En Android 5.0 y en iOS 8 encontramos diferencias, claro, pero también muchas similitudes. Unos han tomado ideas de los otros, y eso ha hecho que sea algo más complicado que antes determinar qué plataforma es superior. Como de costumbre, todo depende de las necesidades del usuario.
La libertad como argumento de venta
Hace mucho que los usuarios de Android presumen de la libertad que tienen en muchas áreas de esta plataforma móvil. La capacidad de personalizar todo tipo de apartados visuales -interfaz, aspecto de iconos, tipografías, lanzadores y temas personalizados- es asombrosa, y ésta sigue siendo sin duda una de las grandes bazas de esta alternativa.
Esa realidad sigue siendo patente cuando echamos un vistazo a un iOS 8 que sigue limitando demasiado las opciones. No es posible esconder iconos de aplicaciones que no usamos tan frecuentemente -sí agruparlos para obtener una mejor clasificación-, y tampoco es posible disfrutar de los versátiles widgets en el escritorio básico.
Aquí Apple ha hecho con iOS 8 una de las concesiones más singulares: la de ofrecer widgets en el área de notificaciones. La idea es interesante y abre las puertas a estos componentes en esa parte de la experiencia de uso de terminales de Apple, pero para muchos puede no ser suficiente. En Android sigue brillando con luz propia la palabra "opciones". Todos los usuarios las tienen, y pueden colocar widgets -por centrarnos en este ejemplo- en el escritorio o en la pantalla de bloqueo, activarlos y desactivarlos a voluntad, e incluso personalizar su aspecto gracias a los esfuerzos de los desarrolladores. La libertad y el grado de personalización vuelven a destacar en la plataforma móvil de Google.
Extensibilidad y convergencia
Esa libertad también se extiende a otro área fundamental, el de las aplicaciones: en Android seguimos disfrutando de una capacidad extraordinaria para elegir la aplicación por defecto que queremos usar en cada apartado -navegador, reproductor de vídeo, etc-, pero también es fantástica esa gran comunicación que existe entre las aplicaciones. Muchas de ellas permiten exportar el flujo de trabajo de forma que una foto que tomamos en una aplicación de cámara alternativa podamos compartirla a través de una aplicación que la publica en nuestras redes sociales.
Esa característica era una de las grandes limitaciones de versiones anteriores de iOS, pero en iOS 8 las cosas han cambiado notablemente gracias a la extensibilidad. Las opciones capadas que ofrecía por ejemplo Safari a la hora de compartir contenidos son ahora mayores gracias a esa capacidad análoga a la de Android. De momento comenzamos ya a ver los primeros beneficios en las aplicaciones más importantes -por fin compartir un enlace en mi Instapaper desde Safari no es una tortura- pero aquí queda mucho trabajo por hacer por los desarrolladores que a buen seguro querrán sacar partido de esta opción.
Esas opciones se han visto reforzadas en iOS 8 con el acceso a algunas áreas que por ahora eran coto privado de Apple. Lo hemos visto en la oferta de teclados alternativos que por fin podremos usar en lugar del teclado por defecto de Apple -que no está nada mal, todo hay que decirlo-, pero también en esa nueva API que da la opción de tener al alcance aplicaciones fotográficas con controles manuales, aun cuando la herramienta de cámara nativa de Apple no se preocupe por esa faceta. En Apple parecen haberse cambiado de idea respecto a las limitaciones en ciertas áreas, y esos pasos sin duda podrían ser convincentes para muchos usuarios que seguían prefiriendo esa mayor gama de opciones de personalización y usabilidad de Android.
Y por supuesto, a esas últimas opciones, claramente calcadas de su buen comportamiento en Android -para que luego Apple se queje de las copias indiscriminadas de Xiaomi- se le suman algunas características de cosecha propia. Es el caso de Continuity y Handoff, dos tecnologías que permiten trasladar el flujo de trabajo de uno a otro dispositivo del ecosistema Apple. Podremos trabajar y disfrutar en diversas aplicaciones pasando de un iPhone a un iPad o a un MacBook (cualquiera que sea el orden de esos y otros factores) sin que ese flujo se corte, fortaleciendo así el ecosistema de Cupertino y animando a los usuarios a que se convenzan de que en su vida solo necesitan dispositivos Apple.
En realidad esa idea de la continuidad y la convergencia no es nueva: llevamos años pudiendo escribir un correo en Gmail, que se guarda automáticamente en borradores, y pudiendo continuar su redacción en otro dispositivo. Como también es cierto que Chrome OS también permite trasladar parte del flujo de trabajo o de ocio a/desde dispositivos Android, por ejemplo contestando a llamadas o mensajes que recibimos en el móvil desde el teclado de uno de esos equipos con el sistema operativo de escritorio de Google. Esa realidad aún no se extiende a escritorios Windows, pero puede que dicha posibilidad no esté muy lejana a la vista de la aparición de desarrollos como ARChon en los últimos tiempos.
La usabilidad también evoluciona
Hay otros muchos apartados en los que es inevitable no comparar ambas alternativas. Una de las protagonistas es el área de notificaciones, que ahora son interactivas en ambas soluciones y que permite que no tengamos siquiera que acceder a la aplicación que genera la notificación para actuar sobre ella. En diversos casos podremos realizar la acción deseada -descartar un correo, contestar a un mensaje de un cliente de IM- directamente desde ese área de notificaciones.
El control sobre la instalación y desinstalación de aplicaciones y sus datos, eso sí, sigue siendo terreno con ventaja en el caso de Android, donde podremos borrar los datos asociados a una aplicación para liberar memoria, trasladarla a la memoria de una tarjeta microSD externa -no en todos los dispositivos Android que tienen ranura MicroSD, pero sí en muchos-, o alterar como comentábamos esa asignación de aplicaciones por defecto asignadas a una u otra tarea. En iOS 8 estas opciones son mucho más limitadas y Apple tiene que seguir esforzándose en el futuro por ofrecer más capacidad en este área.
Resulta también curioso como se habla ahora de un teórico modo multiventana para iOS 8 en un hipotético iPad de 12,9 pulgadas cuando este tipo de característica lleva tiempo disponible en dispositivos de Samsung o LG, y cuando -aún por confirmar- parecía que también sería una característica integral de Android 5.0 Lollipop (sobre todo teniendo en cuenta la enorme diagonal del Nexus 6).
Diferencias evidentes en otros apartados
Las distinciones entre ambas plataformas se vuelven algo más evidentes cuando hablamos de realidades patentes en Android 5.0 e iOS 8 a día de hoy. Así, Android cuenta con soporte multiusuario desde Android 4.2 Jelly Bean, pero los responsables de Apple no parece que estén demasiado preocupados por añadir una opción que es especialmente útil para poder compartir dispositivos.
En Android 5.0 Lollipop ese soporte multiusuario pensado inicialmente para tablets se ha extendido a teléfonos, de forma que por ejemplo si perdemos nuestro teléfono podremos recuperar "nuestra sesión de usuario" y nuestros datos -contactos, fotos, mensajes- si los hemos sincronizado con los servicios de Google con un simple inicio de sesión en Google con esos datos.
Las opciones de seguridad también son mayores en Android, plataforma para la que no solo es posible utilizar diversos patrones de bloqueo y opciones de cifrado -tanto Apple como Google cifran automáticamente los datos en estas últimas versiones- sino también aceptar soluciones de seguridad externas, como la tecnología Knock Code que es protagonista en los últimos LG. El inicio de sesión mediante reconocimiento facial o el desbloqueo del terminal a través de la cercanía con un reloj inteligente u otros dispositivos wearable son otras opciones que demuestran la versatilidad de Android.
Apple ha ofrecido su propia apuesta con sus sistemas de seguridad, entre los cuales destaca claramente Touch ID. El sensor de huella dactilar de los iPhone -y, teóricamente, los nuevos iPad que se presentan hoy- no tiene parangón en el mundo Android, y aunque algunos fabricantes han integrado soluciones similares, la eficiencia y usabilidad de Touch ID está muy por encima de soluciones de otros fabricantes. Esa solución poco a poco está aumentando su capacidad y se convierte en pilar fundamental de Apple Pay -sistema de pagos móviles prometedor como pocos-, pero también en una forma de realizar pagos en la App Store. Veremos si Apple acaba abriendo la puerta para que Touch ID se pueda utilizar más y mejor -ya es posible usarlo para iniciar sesión en aplicaciones y servicios de terceras partes- pero desde luego en ese sentido esta tecnología de Apple es hoy por hoy superior a cualquier opción del mundo Android.
Pero si Apple da el do de pecho con Touch ID, Google lo da con Google Now. El asistente de voz de los dispositivos Android llegó más tarde que Siri, pero su capacidad es muy superior. Google Now va de hecho más allá de las capacidades originales de estos asistentes, y es capaz de ir por delante del usuario y prever sus necesidades.
También hay ventaja para Google en su aproximación a la instalación de aplicaciones. Podremos instalar nuevas herramientas desde Google Play u otras tiendas con catálogos Android -unas más fiables y otras menos-, pero en el caso de Google Play también podremos realizar esa instalación sin tocar el móvil, simplemente navegando desde el portátil o el PC (por ejemplo) y seleccionando la aplicación a instalar en nuestro dispositivo directamente desde el navegador. Probablemente no veamos esa opción e iOS y la App Store en mucho tiempo, y a ella se le suma otra limitación: el férreo control que Apple impone en su catálogo de aplicaciones hace casi imposible (salvo jailbreak previo) instalar herramientas de terceras partes que no estén disponibles en la App Store. En el caso de Android esa capacidad de instalar vía paquetes APK sigue siendo una de sus fortalezas, aunque esa libertad tenga en este caso serias implicaciones para la seguridad de los dispositivos. Aquí la responsabilidad queda en los usuarios, que deben ser consecuentes y tener el buen juicio de utilizar esa opción solo si proviene de fuentes fiables.
Conclusiones
Aunque es evidente que en muchos apartados Android e iOS se han ido igualando, su filosofía frente a la resolución de ciertos problemas y escenarios sigue siendo muy distinta. Puede que la interfaz sea similar, y que las acciones para acceder a las aplicaciones o notificaciones sean ya muy parejas, pero aún así sigue habiendo principios fundamentales que las diferencias.
Si por algo destaca Android es por esa libertad que ofrece a los usuarios. Libertad para personalizar, para tomar decisiones -buenas o malas- y para disfrutar de un ecosistema mucho más abierto en todos los apartados. En el caso de iOS, esa libertad ha aumentado de forma sensible en iOS 8, pero no es ni de lejos la que ofrece la plataforma móvil de Google.
Es evidente que en Apple la filosofía sigue siendo la del control y la de tratar de garantizar una experiencia formidable. Lo consiguen en parte por ese recorte de opciones, pero también por el hecho de que no solo controlan el software, sino el hardware en el que éste funciona. Eso debería darles una ventaja fundamental en usabilidad o fluidez de la interfaz, pero eso ya no es tan cierto en los últimos tiempos. Sí se nota en otros apartados como la autonomía o la eficiencia energética -sigue sorprendiendo lo bien que corre iOS 8 en un hardware que pierde enteros sobre el papel con terminales Android-, y eso hace que la solución de Apple mantenga el tipo en muchas áreas con Android y salga ganando en otras.
Al final la elección entre una y otra plataforma vuelve a ser una cuestión de compromisos y de preferencias. Y afortunadamente esa batalla de prestaciones, eficiencia, usabilidad o libertades -sean las que sean- no hace más que beneficiarnos a nosotros, los usuarios, que deberíamos estar fascinados -yo lo estoy- por lo que se ha logrado apenas 7 años después del nacimiento de esta nueva era de la movilidad. Que un dispositivo de bolsillo (aunque ese bolsillo tenga un tamaño cada vez más grande) sea capaz de ofrecer la experiencia y prestaciones que nos ofrece es prodigioso. Bien por iOS, y bien por Android. Elegid con sabiduría -sin olvidar a otras grandes como Windows Phone o Blackberry OS- y disfrutadlas con salud.
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