La noticia saltaba tímidamente la semana pasada, y la verdad, sin mucha repercusión teniendo en cuenta la importancia de la misma. El máximo responsable de Sony Ericsson mostraba al periódico alemán Die Welt su descontento con la situación y el funcionamiento actual de la empresa, planteando dudas sobre la continuación de la alianza en común.
Según el ejecutivo, a la marca japonesa y a la sueca les cuesta ponerse de acuerdo a la hora de tomar decisiones, hasta cierto punto puede incluso parecer lógico, tratándose de una joint venture que agrupa a dos empresas de culturas totalmente distintas.
Después de unos años con buenas ventas y aumento de cuota mundial, la saturación del mercado europeo y la crisis actual, han vuelto a dañar los resultados económicos y Sony achaca a la filial telefónica una rebaja en sus beneficios globales del 17%.
Se habla de reorganización e incluso de disolución y vuelta a sus orígenes, cada una por su lado, lo que da muestras de cual de las dos partes está más molesta con la situación actual. Pero ¿a quién perjudicaría más una solución tan drástica?
A priori parece que a la parte sueca, Ericsson gigante de las telecomunicaciones y pionero de la telefonía móvil, recurrió como otras empresas europeas del sector a un socio asiático, buscando las facilidades de fabricación y el ahorro de costes en un mundo tan competitivo como el de los móviles, para centrarse en el negocio de los equipamientos de telecomunicaciones, de mayor valor añadido.
Siemens le vendió su división a Benq, Alcatel y Philips a empresas Chinas, sólo Nokia podía permitirse seguir independiente. Además, como se ha demostrado con el tiempo, Ericsson se llevaba la mejor parte uniéndose a una empresa como Sony, sinónimo de electrónica de consumo líder.
¿Podría sobrevivir Ericsson sin Sony? Aunque como he dicho antes fuera una de las empresas pioneras del sector y con modelos de gran reputación y fama, quizás el mercado haya cambiado tanto que la marca sueca se vea ahora asociada a otro tipo de producto como para volver a competir en solitario, sin terminales de gama alta o profesional y sin una imagen como la de Sony entre los más jovenes. Sin la fuerza de Sony en el nombre, podría tener un destino como Alcatel o Siemens.
Mientras, Sony ha aprovechado estos años para penetrar en el sector telefónico europeo gracias a la tecnología de la sueca, pero parece que después de todo se ha cansado y arrepentido de haber cedido marcas como Cyber-shot o Walkman, que han tenido una buena acogida y quizás por eso no acabe de llegar el PSP Phone.
A día de hoy da la impresión de que su marca pesa más en el mercado que la de la sueca, por eso la solución más lógica si existen problemas entre las dos pasaría por la compra total de la empresa por parte de Sony, las decisiones correrían completamente de su parte, tendría libertad máxima y de ella dependería aprovechar o no el apellido Ericsson.
Por todo ello, el futuro para Sony Ericsson pinta más bajo el paráguas del amplio catálogo de productos japonés, que suponiendo una remora, como le está ocurriendo a Motorola con su división de telefonía, para el consorcio sueco.
Vía | IntoMobile
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