Hablamos hace varias semanas del peliagudo asunto de la identificación de las tarjetas prepago. Y digo peliagudo porque no hay más que leer los veinticinco comentarios que generó esa entrada para ver la diversidad de opiniones de los lectores.
Pudimos ver en televisión un trabajo periodístico de investigación en los “bajos fondos” de Barcelona mostrando cómo se vendían tarjetas prepago sin necesidad de identificarse en tiendas de un ambiente un tanto sórdido.
Entiendo que todos conocemos la normativa, todas las líneas de prepago deberán ser identificadas antes de Noviembre o serán anuladas y se supone que desde hace meses todos los prepagos que se venden deben ser identificados en el momento de la venta, así me ocurrió hace unos días con un prepago de Vodafone.
No vamos a quitarle el valor al trabajo periodístico que he citado pero no hay que irse a sitios especialmente “underground”. No hay más que darse un paseo hasta un centro comercial, coger un BicPhone dispuesto en su blister en las cajas junto a los chicles y las pilas, pagarlo y salir tranquilamente. No sé si este teléfono está exento de alguna forma de la ley dado su especial modo de comercialización pero es curioso, tampoco sé si lo que he vivido es un caso aislado, quizá los comentarios nos aporten algo.
Y no somos tan “papanatas” como para pensar que esto es muy grave y que los “malos” usarán esto para sus aviesos fines, que ya tienen recursos para ello. Es una vez más el encontrarnos como ciudadanos estupefactos ante normas que se llevan con criterios extraños.
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