Hace pocos días hemos sabido que WhatsApp aumentará el límite de personas en un grupo de conversación hasta 256 miembros, lo que puede ser una genial noticia para unos y una prolongación de su dolor de cabeza para otros. Desde que éstos fuesen descubiertos por la masa de usuarios se han convertido en algo habitual, y no siempre llueve a gusto de todos cuando se trata de compartir espacio de la ventana de chat.
¿Escribes sin pararte a pensar si lo haces del mejor modo? ¿O eres metódico y te autoimpones una serie de normas cuando te comunicas con varias personas a la vez? Quizás lo mejor sea mantenerse en un punto intermedio, pero vale la pena seguir algunas directrices con el fin de que no se cree un grupo paralelo huyendo de nuestros hábitos de escritura. Te sugerimos algunas normas para la conversación en los grupos de WhatsApp.
1. Leer antes de escribir
Esta norma que parece tan básica o directamente una perogrullada suele olvidarse con frecuencia, y en sus dos aplicaciones. Se trata de leer bien lo que se ha comentado previamente, algo que puede ser una cantidad considerable de conversación según el ritmo y la intensidad de los interlocutores, pero que al menos conviene hacer en lo referente al tema sobre el que se va a opinar. Más aún teniendo en cuenta si entramos cuanto el tema ya está casi zanjado o ya han pasado horas o días.
Del mismo modo, conviene revisar lo que escribimos nosotros mismos antes de pulsar enviar. Más allá de las faltas de ortografía que hayamos podido cometer o los aspectos relativos a nuestra expresión (según lo radicales de la ortografía y la gramática que seamos), aquí el autocorrector juega a nuestro favor o a nuestra contra, y conviene ver si éste nos juega alguna mala pasada, como puede ocurrir al escribir mal las palabras "seco" o "relación" y que el diccionario crea conveniente otras opciones algo menos genéricas con sólo confundir una letra.
2. No hay límite de palabras por envío, aprovéchalo
Puede que no seas muy dicharachero o puede que todo lo contrario, pero lo que probablemente no hagas (al menos no voluntariamente) es hablar a golpes. Esta norma se trata de no hacer eso mismo con la expresión escrita durante el chat, sensación que causamos cuando pulsamos "Enviar" cada una o dos palabras, monopolizando la ventana de conversación y saturando a uno de esos incautos que tenga las notificaciones activadas.
Pongamos la oración "Mañana pasaré a recoger todo lo necesario". Así quedan las ventanas de chat según incluyamos la frase completa de una vez o si por el contrario partimos la oración en palabras o grupos de éstas. En el segundo caso la ventana queda ocupada en gran parte por la frase, además de dificultar la lectura y de correr el riesgo de que se corte la frase por la intervención de otra persona:
3. También existen las llamadas
En contraposición a lo que hemos comentado en el apartado número 2, están los usuarios que, bien de su propia cosecha o bien por copiar-pegar, nos dejan una bonita parrafada de más de 20 líneas que colapsa la ventana. O también existen los casos en los que se fusionan ambas pautas y se trata de párrafos sucesivos en distintos envíos.
Es algo que no es característico de los grupos pero en este contexto molesta especialmente al monopolizar el espacio y por el hecho de que puede resultar incómodo para el lector, teniendo en cuenta la cuestión del horario y de que toda la información acabe perdida sin haberse leído. Ante esto, y sintiéndolo mucho por los apasionados de la escritura por taps, lo mejor suele ser llamar, tanto por importancia del contenido como por la cantidad. Y más aún desde que la app incorporase las llamadas desde la propia app, sin que suponga un coste más allá de los datos consumidos.
4. Un emoticono vale más que mil millones
Los emoji son casi una nueva manera de comunicación, y de hecho se han llegado a plantear las contraseñas usando estos representativos pictogramas. Con su extensión y popularización hemos logrado que pese a su origen japonés se vayan adoptando incluso tópicos regionales como la paella, pero quizás el tenerlos dispuestos en un teclado a golpe de tap resulte demasiado goloso cuando la emoción nos embarga.
La consecuencia de esto es que la cantidad de veces que repitamos un mismo símbolo se entiende como proporcional a la intensidad de la emoción. Es decir, si ponemos una vez el pictograma correspondiente a "partirse de risa" o "xD", será que nos ha hecho mucha gracia, pero si lo ponemos tres, cinco o más veces será que nos está dando un ataque.
En ocasiones se nos va de las manos y las pantallas son un cúmulo de dibujos, a veces intercalando tres o cuatro distintos en mismo envío (ocurre justo lo contrario que con las palabras cuando aquí sí convendría separarlo). Puede que a alguno de nuestros interlocutores esto no le guste tanto como a nosotros y valga la pena no recurrir al envío compulsivo de emoji.
5. Respetar los horarios
Habrá horas en las que haya más presencia en el grupo y otras en las que puede que sólo estemos nosotros, sobre todo si somos de repasar lo que se ha dicho ya en la cama, bien a la hora de ir a dormir o bien porque es nuestra costumbre en cuanto abrimos el ojo y apagamos la alarma. Si el nuestro es uno de estos últimos casos, quizás conviene tener en cuenta que nuestra disponibilidad probablemente no sea la general.
No sabemos si los receptores tienen el teléfono apagado, en silencio, en modo avión o si han configurado algún tipo de modo "No molestar" o las propias notificaciones de la app. Por eso es mejor procurar no enviar mensajes a altas horas de la noche o demasiado temprano, también por el hecho de que puedan acumularse cuando el resto lo consulte y no resultar agradable o comprometer la lectura.Un avatar colectivo no es un avatar propio
6. No a los bulos
WhatsApp se ha convertido en una herramienta frecuente de comunicación que incluso ya se utiliza a nivel de empresa y por parte de muchos servicios de atención al cliente. Pero, como ya dijimos al hablar sobre la seguridad de WhatsApp, la propia empresa no utiliza este sistema cuando ha de comunicar algún cambio a sus usuarios.
Es por eso que debemos desconfiar de cualquier avisto que advierta de una penalización, restricción o cobro extra por parte del servicio si no hacemos click en un enlace o enviamos un mensaje a cierto número. Todos estos mensajes son fraudulentos y normalmente facilitan que un hacker tenga acceso a nuestro terminal u otro tipo de acciones ajenas a nuestro control y conocimiento.
Si nos llega alguno de éstos, debemos bloquear y denunciar si se trata de un remitente desconocido, o advertir si lo conocemos (puede que ni sepa que nos ha enviado este mensaje). Pero ante todo seguir las instrucciones que indica y, obviamente no pegarlo y compartirlo en el grupo.
7. No a los virales caducados
A nuestro móvil llegan correos, redes sociales y mensajería. Todas estas fuentes son en mayor o menor medida una fuente de información de lo que ocurre, y según con qué frecuencia consultemos éstas estaremos al tanto tanto de la actualidad como de los distintos memes y vídeos virales del momento.
Lo que ocurre es que este "momento", en lo concerniente a internet, puede durar poquísimo. Según el carácter y objetivo del grupo el compartir los virales puede tener más o menos lugar, pero siempre será mejor que no nos repitamos o que compartamos lo que estuvo de moda hace demasiado tiempo (por ejemplo, hace unas horas o ayer). Sobra decir que habrá grupos menos activos y más escuetos en los que probablemente no sea de agrado que se compartan estos contenidos a veces de humor relativo y con contenido de nuevo NSFW.
8. No hace falta gritar, I parte
El lenguaje escrito tiene las suficientes herramientas para expresar el tono con el que enviamos un mensaje, pero parece que en la práctica éstas en realidad no bastan o no son las que más nos gustan. Quizás por eso con el tiempo se haya establecido el recurrir a las mayúsculas para expresar que gritamos o recurrir a la compulsividad con los signos de exclamación como ocurre con los emoji (a veces, sólo los de apertura o cierre, o uniendo ambos sin mucho sentido al final de la frase).
Probablemente no haga falta gritar tanto y podamos ahorrarnos tanto discurso en mayúscula y exclamaciones. Sobre todo en esos extraños casos en los que el interlocutor escribe exclusivamente en mayúsculas (por "comodidad" o por el motivo que sea), en los cuales los receptores probablemente entiendan que "grita" en un primer vistazo. Si además somos de "Enviar" fácil, la cosa se agudiza.
9. No hace falta gritar, II parte
¿Te resulta cómodo hablar mediante envíos de pequeñas grabaciones de voz? Es posible que sea tu caso, al hablar desde el coche o porque lo prefieras por algún otro motivo, pero al optar por este sistema hay que tener en cuenta lo que eso implica para el resto de personas.
Puede que no puedan reproducir el mensaje donde se encuentran en ese momento, o puede que no lo grabemos en las mejores condiciones acústicas. Por otro lado, pese a ser envíos rápidos (WhatsApp ya facilita el que pueda hacerse de esta manera) suponte cierto retraso en la conversación y si se dan a la vez otros factores como los gritos escritos o los envíos compulsivos. Al final es posible que no se nos escuche, por lo que mejor recurrir a ellos cuando haya acuerdo.
10. La información importante
Lo grupos son un timeline de actualización frenética en algunos casos, sobre todo con muchos participantes y si éstos son especialmente activos. Sin moderador ni presencia física, es más fácil "hablar" a la vez, por lo que será relativamente frecuente que se escriban mensajes a la vez, y esto implica que la pantalla se renueve cada segundo o incluso con mayor frecuencia si la conversación se encuentra en pleno apogeo (y si se trata de grupos de más de cuatro o cinco personas).
No es, por tanto, el sistema ideal para comunicar informaciones importantes de manera puntual, si bien esto dependerá de la naturaleza y la pauta conversacional del grupo. Teniendo en cuenta que pueden estar silenciados, que no podemos mencionar (como sí ocurre en Slack o Telegram) o que no todos los miembros tienen la misma disponibilidad, más vale que nos aseguremos de que nuestra información llega a todos los miembros, y no emitirla sin atender a ello dejando que las palabritas se las lleve, en este caso, la propia conversación.
11. El icono del grupo no es sólo nuestro icono
Aquí depende de si somos el administrador o no del grupo. Si es el primer caso, puede que la motivación de crear el grupo haya venido por nuestra parte y hayamos puesto nosotros la foto que hayamos querido, aunque no siempre es la que gusta más a todos los participantes. Es ahí donde puede surgir "el conflicto".
En un grupo confluirán usuarios que den o no importancia a esto, que ni siquiera se fijen en si hay imagen o que acostumbren a cambiarla casi de manera diaria (los hay). Se trata de tener en cuenta esto y no llenar la ventana del mensaje "[Usuario] ha cambiado el icono de este grupo", sobre todo si se juega con el humor o con imágenes que pueden no resultar agradables o incluso NSFW (mejor no ver en el trabajo).
12. Es un grupo, no un diálogo
No suele haber grupos monotemáticos e incluso en éstos lo lógico es que se alternen materias y conversaciones. También será natural que alguna de estas conversaciones se produzca en sólo parte de los miembros, y en ocasiones sólo con uno.
Si se da este caso, lo mejor es trasladar la conversación a una privada y directa con el interlocutor, por el hecho de no monopolizar la ventana de chat colectiva en una conversación en la que no quieren o no pueden participar. Será un gesto que el resto de participantes agradezcan y, además, una forma más cómoda de dialogar con el participante que nos interesa.
13. BONUS: los grupos familiares, grupos "AMPA" y otras epidemias
¿Eres padre o madre? ¿Tienes familia numerosa? ¿Aficiones grupales? Entonces eres la víctima perfecta para contar con, al menos, tres grupos de los que será complicado librarse, tanto por obligación de estar informado como por el hecho de que aunque los abandones probablemente seas readmitido cuando menos te lo esperes.
En estos grupos normalmente hay un gran número de usuarios (tomando como ejemplo el tipo "AMPA", una clase puede haber hasta 30 alumnos, ergo 30 padres) y sólo por probabilidad será fácil que nos encontremos con varios casos de los que hemos descrito anteriormente (contando, por supuesto, nuestra propia aportación). Más allá de que en nuestro caso tengamos más o menos suerte y de que nuestros grupos sí tengan una utilidad, esto se ha consolidado como un tópico de la app al menos en España, y probablemente contemos con alguno en nuestra lista de chats.
El mejor consejo: si no te interesa, abandónalo tranquilamente
La ventaja y a la vez desventaja de los grupos es que en WhatsApp se nos puede añadir en cualquier momento sin que tengamos que dar permiso. No siempre nos convendrá o querremos seguir el contenido de ese grupo, por lo que es normal que nos compense abandonarlo cuanto antes. Esto no debe suponer ningún problema tanto para el administrador y el resto de participantes, como para nosotros a la hora de hacerlo.
Mantenerlo para no consultarlo nunca más no nos compensará tanto a nosotros, que tendremos un número de mensajes creciente permanente en nuestra ventana de chats, y a quienes nos han añadido, dado que lo han hecho esperando algún tipo de participación. Que lo abandonemos con o sin explicación ya dependerá de nosotros, pero probablemente en estos casos sea la mejor solución.
En Xataka Móvil | Las espectaculares cifras de WhatsApp: 42.000 millones de mensajes o 250 millones de vídeos a diario
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