Escape from Age of Monsters. A fondo

La competencia en smartphones y tablets es más dura que en cualquier otro formato. No porque salgan grandes juegos cada día (ojalá), sino porque los lanzamientos diarios se cuentan por decenas y hacerse un hueco entre todos ellos, sin importar la calidad, que acaba demostrándose con el tiempo, es tremendamente difícil.

Tampoco ayuda que los géneros estén colapsados. Los endless runners, por ejemplo, esos títulos en los que el objetivo es avanzar continuamente hasta que el cuerpo aguante, cuentan con multitud de juegos que se apoyan en una misma premisa, así que toca destacar entre todos para que el usuario crea que está ante algo distinto. Escape from Age of Monsters es uno de los juegos que aporta un valor añadido, algo que vamos a descubrir en el siguiente a fondo.

La característica diferenciadora de Escape from Age of Monsters salta a la vista desde la primera partida. Sus gráficos 2D, apoyados en unos trabajadísimos diseños flash con estética de cómic, no tienen rival. Eso es indudable y consigue que inevitablemente entre por los ojos.

Monstruos y personajes cuentan con unos diseños y animaciones sin igual en el catálogo de juegos para dispositivos iOS, siendo el único error sus escenarios, que pecan de repetitivos sin ofrecer una variedad que mantenga la atención y el interés pasadas unas partidas.

Pero como en todo juego los gráficos nunca son todo, así que si las mecánicas de juego no están a la altura estamos ante un quiero y no puedo que ensombrece el conjunto. ¿Es ese el caso de Escape from Age of Monsters? Bueno, sí y no.

Escape from Age of Monsters nos pone en la piel de Gizzard, un chico que se ha hecho con unos poderosos guantes capaces de abrirle paso por el escenario para que la horda de monstruos que lo persiguen no acaben haciéndose un bocadillo con sus entrañas.

Como ya hemos dicho estamos ante un endless runner, el personaje corre continuamente y nosotros debemos encargarnos de pulsar sobre la pantalla en el momento correcto para que pueda continuar su marcha. Cada lado de la pantalla representa un guante, uno rojo y otro azul, los mismos colores que los monstruos y las paredes que se irán cruzando en nuestro camino.

Debemos pulsar el lado correspondiente al color del obstáculo que se acerca en el momento justo, de lo contrario Gizzard se chocará y perderá una vida, representadas por unos niños que nos acompañan huyendo de los monstruos. Si nos quedamos sin niños y volvemos a fallar nuestra muerte será inevitable y tocará volver a empezar.

Para complicar el asunto en la pantalla irán apareciendo ítems (multiplicadores de puntos, aceleración, lentitud...) y monedas que deberemos recoger deslizando el dedo sobre ellas. La coordinación en niveles avanzados debe ser excelente si no queremos acabar siendo pasto de los monstruos, por lo que llegado un punto será inevitable olvidarnos de dichas recolecciones para centrarnos en lo que de verdad importa, destruir los obstáculos que se acerquen.

El fallo que comentábamos de los escenarios, sumado a la repetición de los obstáculos, evita que te acabes enganchando al juego como sí podrías hacerlo con títulos como Jetpack Joyride o Aby Escape, del que hablamos la semana pasada. Un error que el juego soluciona sin grandes florituras al incluir un sistema de retos que nos permitirá ganar diversos objetos de coleccionismo.

La idea no es mala, el diseño es soberbio, pero Escape from Age of Monsters falla en lo más básico, intentar mantener enganchado al jugador ofreciéndole variedad y nuevos objetos que inviten a seguir jugando para mejorar nuestras marcas personales apoyándote en las mejoras conseguidas.

Confiamos en que sus desarrolladores, Ayopa Games, no tarden en darse cuenta del error que han cometido y amplíen el juego con nuevas situaciones o ítems. De ser así estaríamos ante un juego imprescindible, pero hasta entonces, más allá de ver lo bien que podrían lucir la mayoría de juegos con un poco de empeño, Escape from Age of Monsters no ofrece nada que destaque sobre los grandes títulos del género.