Nimblebit ha conseguido, además de labrarse un futuro muy prometedor con Tiny Tower, enganchar a medio mundo a sus juegos. Pocket Planes, como ya lo fue Tiny Tower, no deja de ser una evolución de lo que Farmville instauró hace años, pero pasado por un filtro en el que los micropagos existen pero no se convierten en imprescindibles.
Tal vez por eso tanta gente haya aplaudido su sistema freemium, que permite jugar sin molestar ni al usuario ni a su bolsillo. Pocket Planes continúa con esa idea, desenganchando al mundo de la gestión de edificios para engancharlos a la de una aerolínea. Sirva de adelanto a este análisis que, por suerte o por desgracia, lo han vuelto a conseguir.
Pocket Planes empieza colocándonos sobre una zona del mundo con varios aeropuertos y otros tantos aviones. Nuestra misión es hacer que ese imperio crezca cada vez más, desbloqueando ciudades y nuevos aviones que nos permitan realizar más trayectos con más personas y equipajes a bordo.
Ese es el objetivo del juego, y todo lo que hagas girará entorno a eso. Deberás escoger los pasajeros y cargas que más dinero te puedan reportar, llenar tu avión y lanzarlo hacia su destino, donde recogerá más pasajeros y cargas y volverá a empezar el ciclo.
Aún quedan muy lejos los chicos de Nimblebit, eso sí, de lo propuesto por Kairosoft en sus juegos, donde es prácticamente imposible pasar un minuto sin hacer algo nuevo. Pocket Planes juega mucho con la paciencia del usuario, y es que los aviones no llegarán automáticamente a su destino, sino que dependerá de la longitud del trayecto y la velocidad del aeroplano que puedas volver a cargarlos para enviarlos a otro sitio.
Justo en ese punto es donde entra el sistema de micropagos, que nos permitirá comprar billetes que hagan automático ese trayecto, así como la adquisición de nuevos aviones, maquinaria para construirlos desde cero y el cambio de esos billetes por monedas que nos permitan comprar nuevas ciudades o poner anuncios para que nuestros aeropuertos se llenen de clientes.
Sin embargo la maniobra es lógica, adecuada y nada intrusiva, permitiendo que el usuario gane esos ansiados billetes con bastante asiduidad, manteniendo un ritmo adecuado para que el juego no se haga ni demasiado corto ni demasiado largo. Un sistema que deberían empezar a tener en cuenta otras compañías si quieren triunfar, aún y no siendo en Pocket Planes todo lo ágil que debería durante los primeros compases.
Como ya habréis podido comprobar Nimblebit mantiene su acertada estética pixelada, así como detalles que son de agradecer como los sonidos de sus notificaciones cuando un avión llega a su destino u otras marcas de la casa como la red Bitbook, desde la que los pasajeros escriben sobre sus vuelos.
Pocket Planes es un juego fácil de jugar, pero a la vez invita a que vayas más allá en la perfección de tus estrategias de vuelo, intentando que tus aviones siempre estén en el aire para maximizar los beneficios que, a su vez, te permitirán ir ampliando tu flota y zona de operaciones.
Siendo gratuito y permitiendo que puedas jugarlo sin tener que sobrepasar esa barrera, Pocket Planes se convierte en un título imprescindible, divertido de jugar, largo y, hablando en plata, muy bien parido. Si lo dejas escapar estarás ganando algunas horas de vida social, pero te estarás perdiendo una experiencia que, esperemos, se confirme como la evolución adecuada para este tipo de títulos.
Pocket Planes
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