WhatsApp, al igual que el resto de aplicaciones de mensajería instantánea, es una herramienta fundamental de comunicación hoy en día, pero también supone una puerta de acceso fácilmente vulnerable a nuestra privacidad. Mandamos millones de mensajes al año, muchos de ellos con contenido confidencial.
Precisamente por esto, WhatsApp se ha convertido en un hervidero de dudas para las personas celosas, aquellas que quieren saber con quién y sobre qué hablan sus parejas. Los estafadores no han tardado en sacarle partido a la ansiedad que WhatsApp puede generar en gente con este tipo de patrones de conducta, y han creado herramientas como "Hackingtor" que supuestamente permiten "hackear y espiar" el número que queramos. ¿Qué hay de cierto en este tipo de servicios? Ya os adelantamos que nada y mucho menos bueno.
Las malas intenciones llevan a malas soluciones
El servicio en cuestión, al igual que otro tipo de aplicaciones móviles que encontramos en Google Play o App Store, asegura que permite rastrear y acceder a todo el contenido de WhatsApp de un número concreto dado que «el servicio está sujeto a la posibilidad de ser rastreado y pirateado en cualquier momento» (lo del cifrado de extremo a extremo lo dejamos para otro día).
Al acceder a la página, lo primero que nos pide es que desactivemos el adblocker e introduzcamos el número de teléfono de la persona a la que queremos espiar. Según los creadores de esta estafa web, «la herramienta cuenta con un conjunto de herramientas, denominadas “sniffer” y “espía” que permiten copiar los mensajes de texto junto con la actividad de un usuario a otra cuenta de confianza».
Al introducir un número de teléfono, aparece una ventana con una barra de carga que reza mensajes como "descargando datos del usuario hackeado" o "accediendo a los servidores de WhatsApp". Una vez que ha terminado la supuesta descarga de los datos, otra ventana emergente nos pide que añadamos una extensión al navegador para poder descargarlos, algo que por seguridad no hemos terminado de ejecutar, ya que es un claro caso de malware.
El problema de este tipo de timos es lo mismo que sucede con los casos de phishing que hemos visto en otras ocasiones: lo que para muchos que están acostumbrados a detectar estafas y a moverse en Internet es obvio, para usuarios menos familiarizados como personas mayores, es un cebo.
Los estafadores suelen cuidar bastante la imagen de sus servicios para dar credibilidad e incluso es posible encontrarlos en los primeros puestos de los motores de búsqueda como Google (probablemente, hayan pagado por ello). Aquí, como siempre, tenemos que usar la lógica antes de descargar cualquier aplicación o acceder a enlaces, y siempre debemos asegurarnos de que se trata de servicios oficiales o seguros.
Tema aparte es el de la moralidad: espiar las conversaciones de otra persona, bien sea tu pareja, tu madre o tu primo, es algo que además de ser poco ético, constituye un delito de descubrimiento y revelación de secretos en países como España, donde está reflejado en el artículo 197, y que, por supuesto, conlleva penas de prisión.
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