El pasado 1 de octubre se produjo una votación en Cataluña relacionada con su petición de secesión del Estado español. Como toda organización de semejante magnitud, la coordinación entre todos los puntos era importante y, con móviles en casi todos los bolsillos, era lógico recurrir a ellos para poner de acuerdo a cada uno de los participantes en el evento.
La coordinación de las votaciones para el 1 de octubre estuvo bien vigilada por las autoridades y desde los propios medios de comunicación aseguraron que se había producido un silencio sepulcral de las comunicaciones. Ni mensajes de WhatsApp ni llamadas de teléfono para traer las urnas desde los propios Pirineos. Pero hoy se ha sabido algo nuevo. Sí que hubo comunicación, hubo Signal.
Comunicaciones seguras para coordinarse
Como informaron ayer, sí que hubo comunicación y ésta fue a través de Signal, una aplicación de mensajería instantánea no demasiado extendida pero que promete, y lo ha conseguido hasta ahora, poner en contacto a dos o más personas sin que las conversaciones puedan ser intervenidas y/o detectadas. Una aplicación segura para llevar a cabo comunicaciones privadas.
13) Progressivament, durant el dissabte anaven informant per Signal dels col·legis que aconseguien obrir.
— Ramir De Porrata-D. (@ramirp) 2 de octubre de 2017
Durante un estudio llevado a cabo en 2015, Signal fue nombrado como uno de los ocho servicios de mensajería que cumplían las máximas de seguridad de la Electronic Frontier Foundation, un total de siete puntos de evaluación en materia de seguridad para determinar las aplicaciones, valga la redundancia, más seguras. Y funciona, de forma resumida, de esta manera.
La seguridad y privacidad en Signal
Para empezar, toca decir que Signal fue una de las primeras apps de mensajería en implementar el cifrado de extremo a extremo, lo que significa que las conversaciones, aunque sean intervenidas de alguna forma, no pueden descifrarse más que por los dos teléfonos implicados en dicha conversación. El mensaje enviado se codifica en el origen y se descodifica en destino. Una funcionalidad que paulatinamente ha ido implementado el resto de su competencia.
Signal, que cuenta con el beneplácito de Edward Snowden, el ex-analista de la CIA, no utiliza nombres de usuario ni contraseñas. Basta con un número de teléfono para ponernos en contacto a través de ella, y por tanto cuenta con menos puntos "violables" durante su ejecución aunque podemos llevar su seguridad un paso más allá y establecer contraseñas de acceso a determinadas conversaciones.
Otra de las ventajas de Signal es que permite, como después también implementó su competencia, enviar mensajes auto-destruíbles. Mensajes que desaparecen una vez leídos en el tiempo que consideremos oportuno y que una vez se han ido nunca han existido, pues no queda constancia ni en los teléfonos ni, por supuesto, en ningún servidor utilizado para el funcionamiento de la aplicación.
La principal clave de Signal radica en su protocolo de comunicaciones, el conocido como Protocolo Signal, y es tan fuerte en materia de seguridad que ha sido adoptado por WhatsApp, Google Duo e incluso el Messenger de Facebook. Sin embargo, Signal recibió un importante revés en el año 2016, lo que probablemente frenase su progresión en materia de volumen de usuarios y de tráfico.
Así pues, conociendo las virtudes en materia de ocultación de comunicaciones y de privacidad, resulta lógico que los miembros de la CUP recurriesen a Signal para organizar todo el operativo del pasado 1 de octubre. Lo raro, llegados a este punto, es que Signal no esté más extendida en otros segmentos de la sociedad que requieren de la misma seguridad, o incluso más alta. Aunque arrebatar el trono a WhatsApp se antoja muy complicado, sobre todo ahora que empieza a integrarse en las empresas.
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