Entre los usuarios de Windows Phone podemos decir, sin duda, que una de las aplicaciones más esperadas y bien recibidas en su día en el MarketPlace fue WhatsApp. Por limitaciones técnicas de Windows Phone 7 hubo que esperar hasta la distribución Mango para disfrutarla, allá por septiembre del pasado año.
Más de ocho meses contemplan el desembarco de este gigante de la mensajería en Windows Phone y el veredicto a estas alturas, queda lejos de la benevolencia con la que fue recibida la aplicación, asumiendo con comprensión que era casi una beta en sus inicios. Hoy día, su puntuación por los usuarios de apenas 2.5/5 en el Marketplace deja a las claras la situación.
Es duro ver cómo en otros sistemas WhatsApp es una aplicación casi cinco estrellas, si bien es cierto que goza de un rodaje mayor que le han aportado múltiples opciones de personalización a nivel visual y sonoro, gestión de la información multimedia que se envía integrada en el sistema y rendimiento general superior; también es cierto que su travesía por Windows Phone camina por un desierto demasiado extenso.
Entre las pegas más llamativas a ponerle la aplicación, de forma general y objetiva:
El sistema de notificaciones sufre una intermitencia de funcionamiento generalizada excesivamente elevada.
El traspaso entre cobertura WiFi y móvil (3G, EDGE, GPRS) se nota que no está muy afinado, provocando una latencia en el envío y recepción de mensajes algo desesperante en ocasiones.
Recibir un número considerable de mensajes, e intentar luego leerlos, se convierte en una ardua tarea por el alocado scroll que va soltando mensajes sin parar en la ventana de chat si no esperamos a que se vuelquen en memoria.
No se pueden enviar videos ya existentes en el móvil, sólo los grabados desde el propio menú interno de Whatsapp.
La personalización, siendo algo secundario, se reduce a los iconos emoji que implantaron hace poco más de dos meses. Ningún efecto visual y sonoro personalizable por ahora.
Desde un punto de vista subjetivo y como consumidor de todas las versiones en algún momento, y reconociéndome usuario diario de Windows Phone por la velocidad de desempeño del sistema operativo de Microsoft, la versión de Android es probablemente la que mejores sensaciones me ha transmitido, seguida de cerca por la de iPhone y dejando la de Blackberry en última instancia.
Hay que tener en cuenta que WhatsApp es una aplicación versionada también en Symbian (OviStore) y algunos S40 de Nokia, una diversificación que a día de hoy quizás haya ralentizado en algo el desarrollo de otras versiones. Aunque parece más probable que las exigencias de diseño de la interfaz metro no le estén permitiendo una conversión tan suave respecto al estilo de Android/iOS/Blackberry (el mero hecho de introducir iconos emoji ha tardado seis meses en hacerse).
No hace mucho también hemos visto el desembarco de Viber, otro cliente que de entrada ha llegado sólo con la opción de chat, y parece un déjà vu de cuando vimos la primera versión de Whatsapp: simple, sencillo y austero (se me acaban los sinónimos).
Conclusiones
La conclusión final es que parece que la mensajería no es un punto fuerte para las aplicaciones de terceros (dejamos de lado la más que interesante Skype, que juega en casa al ser ya parte de Microsoft), pero teniendo en cuenta el peso de WhatsApp como atractivo de compra en los terminales y la penetración exitosa de Nokia en mercados emergentes que maquillan un poco las cifras de otros, es curioso que aún disfrutemos una aplicación masiva en un estado tan primario frente a sus rivales.
Un ecosistema de aplicaciones puede encumbrar y enterrar un sistema (véase WebOS, un innovador y excelente sistema operativo casi condenado) y detalles de este tipo que no quedan al alcance de Microsoft no le hacen un gran favor de cara al futuro. Esperamos con ganas un WhatsApp mejor, pero parece que habrá que tener paciencia con ello. No hace justicia a Windows Phone tener aplicaciones insignia multisistema con una versión tan precaria.