Algo que me gusta de la tecnología, en concreto de la concerniente a los smartphones, es que pese a ser un campo mucho más reciente que otros, como el de los ordenadores, hay tradiciones. De cuna reciente, pero haberlas haylas, y quienes no movemos por estos lares virtuales las esperamos con esa emoción que hemos redefinido como hype.
Hoy tradición y hype llegaban de la mano de Apple porque tocaba presentación de nuevos terminales, los iPhone 6s y 6s Plus, y en la digestión del evento siempre hay una inevitable mirada al pasado, a cómo este producto ha bailado entre cimientos y demanda. ¿Para quién es el iPhone y para quién ha sido?
Más que producto, entidad
Quien más y quien menos recuerda, aunque sea vagamente, la presentación del primer iPhone de la mano de Jobs (y si no, o queréis refrescar la memoria, aquí la tenéis. Apple presentaba su propuesta de teléfono más listo que la media pregonando el multitouch en tiempos de Symbian y Blackberry con teclado QWERTY.
No es de extrañar que la palabra “revolucionario” aparecía cada pocos minutos, y esto ya pregonaba el target de Cupertino: early-adopters y fieles aparte, desde un principio fue un producto aspiracional para quien quisiese tener en la palma de la mano una aproximación a un ordenador y RIM no fuese suficiente. El comprador de un iPhone no quería comprar un teléfono, sino todo lo demás.
Su modelo de mercado, basado en la exclusividad en todos sus sentidos, lo asentaron en lo sucesivo como una alternativa en sí; el negro frente al blanco de heterogeneidad creciente que iban conformando los fabricantes que empezaban a lanzar sus terminales Android desde aquel T-Mobile G1, el primer smartphone con Android, y en el fondo un gris formado por quienes vieron esta evolución desde la barrera creando soluciones para un tipo de cliente en vías de extinción.
Los pilares de la evolución del iPhone
El hacer las cosas bien a su debido tiempo te da un colchón en forma de reputación que, a nivel de mercado, se traduce en predeterminación. El antecedente de, según ellos mismos describieron, haber "reinventado el teléfono" influyó en que se gestara un número de clientes predispuestos a comprar los modelos sucesivos por esa mezcla entre satisfacción y fe de que compensará la actualización.
Este tirón propicia que el fabricante asiente unas bases para sus productos, una mezcla entre seña de identidad y modus operandi que, si bien todo es susceptible de cambio en tecnología, consolidan factores que el cliente acepta aunque no formen parte de sus gustos, prioridades o necesidades primigenias.
Así, nacía en la telefonía un porcentaje creciente de un paradójico perfil de cliente exigente que, al mismo tiempo, aceptaba las reglas (tradicionalmente poco convencionales) de Apple. Un usuario insatisfecho y con vistas al futuro propuso y Apple dispuso, pero a su manera.
Un esqueje del perfil de usuario de ordenador Apple, que ya tenía sus raíces, en el fértil y joven campo de los smartphones, que en un futuro se convertiría en un estereotipo de estatus en conjunto con lo que representaría la compañía en parte por establecer unos precios mínimos siempre por encima de la media.
El Doctor Techie y Mister Hype
Así, con el tiempo y la gran evolución que en estos años ha tenido la telefonía móvil, se han establecido (sobre todo hablando de los productos de alta gama) a grandes rasgos dos tipos de cliente potencial. Está, por una parte, el que simpatiza con lo nuevo que va aconteciendo y ve los flagships como algo a lo que aspira, y por otra aquel que sigue la evolución a un nivel más técnico y atiende a los cambios más relevantes a este respecto.
En relación a lo que hablábamos en la introducción de estas tradiciones tecnológicas, éstas también llegan a “instruir” en cierta manera a qué esperar en cuanto a cambios y, cuando estamos en el octavo año de presentación de un nuevo modelo de iPhone sabemos cuándo toca cambio de diseño o cuándo esperar una evolución más importante a nivel de hardware, jugando con la alternancia de los modelos “s” desde el iPhone 3GS en 2009 (aquí la bibliografía nos obliga a ponerla en mayúscula).
Con todo esto, la expectación de ese público se centraba, por un lado, en si habría o no más RAM o si iOS implementaría o no cierta función, y por otro lado en cómo serían los bordes o si habría o no nuevo color. El iPhone logró que en su salida se le colgase la etiqueta de ser “lo último” per se, aunque impusiese tanto su estilo como su ritmo de evolución tecnológica, y se ganaba, por tanto, el puesto en el calendario de los early-adopters.
Un tap, una foto: la referencia en fotografía móvil
Cuando hablamos de los buques insignia en la telefonía móvil cada vez es más difícil discernir entre qué smartphone es el más completo. A parte de cierta meseta tecnológica, está ese extraño limbo que conforman los logros más asombrosos en cuanto a las capacidades de hardwares milimétricos y el hecho de que siempre haya alguna carencia importante que represente la duda a la hora de decidirnos.
Apple optó por la renovación anual de su único terminal (hasta 2013, con el 5c) el cual sería indiscutiblemente su flagship. Si bien esto obviamente no omite el hecho de que se gana estar en esta categoría por especificaciones técnicas, marcando precedentes como la denominación de pantalla “retina”, el microprocesador a 64 bits o el TouchID (no por el sensor, si no por su funcionamiento y su aplicación en conjunto).
Así, esta especialización en alguna de sus características se ha consolidado como baza a la hora de que optar por un iPhone sea una referencia clara en algunos casos. Por ejemplo, quienes quedaron seducidos por el diseño unibody en metal a partir del iPhone 5 o para aquel usuario que busca casi por encima de todo una cámara que dé un resultado excelente en un sólo toque o unos vídeos de calidad.
En la actualidad esto no ha dejado de ser así, aunque ya hace tiempo que la batalla está más reñida. Al rey del “un tap, una foto” le ha tocado compartir trono con cámaras con especificaciones y desempeño tan notable como la de la gama Galaxy S6 o la del LG G4, que además brinda la oportunidad al usuario más entendido a que se luzca con sus propios ajustes, hablan de tú a tú a la del iPhone.
A este respecto hay que recordar la parte del software y la favorecedora guarnición que conforman a este respecto el surtido de apps relacionadas en la App Store. Tanto con la edición fotográfica como con el disparo en sí (ya que otra característica de la fotografía según Apple es que ellos mandan en casi todo), el iPhone se plantaba como opción clara ante el cliente que anteponía una buena experiencia fotográfica móvil.
Y hay que tener en cuenta que esto se ha mantenido pese a factores como el negarse a añadir la posibilidad de una expansión de memoria física (con microSD) y a, por el momento, no soportar RAW como sí se ha empezado a hacer la competencia.
El tira y afloja con la demanda: el tamaño importa
Un sistema operativo, un diseño, una conexión y una sincronización únicas y no compartidas por nadie más. El iPhone ha seguido su evolución en paralelo al avance tecnológico y a las tendencias que el mercado marcaba en cuanto a modas creando los consecuentes rechazo y deseo directos, por parte de quien no acepta lo impuesto pese a satisfacer parte de lo que busca y por quien casi amolda su gusto según lo presentado.
Más allá de los aspectos únicos e inalterables que citábamos, incluso suponiendo una inversión extra como en el caso de la conexión, lo que ha traído de cabeza a muchos usuarios en sus decisiones es el tamaño de pantalla. Esta característica ha alcanzado en Android una variedad enorme en contraposición a los cuatro tamaños (presentados en tres tandas durante los 8 años) de los iPhones. Una variedad que responde a una demanda por pantallas más grandes como vimos en este trabajo de @somospostpc.
Como podemos leer en el mismo, el crecimiento de la media de tamaño de pantalla se ha acelerado con los años. Apple empezó por incorporar una pantalla de 3,5 pulgadas cuando la media en el mercado se situaba en 3,2 pulgadas, y como también se destaca en el estudio, en su caso los cambios se han sucedido con posterioridad y más de golpe. Así quedaría aproximadamente la comparación de aumento de pantallas que se detalla en el trabajo añadiendo las posteriores evoluciones:
El determinismo con el tamaño de la pantalla viene en parte por el pretexto de usar el terminal con una mano, algo que como ha quedado demostrado no estaba reñido con un aumento de pantalla hasta cierto punto (en el que ya pasaríamos casi a hablar de phablets). No obstante, ésta empezó a quedar inevitablemente como pequeña cuando la media del mercado iba creciendo, por lo que si querías una pantalla grande no eras carne de iOS irremediablemente.
Es por eso que el lanzamiento del iPhone 6 Plus marcó precedentes, más allá de otros cambios de pantalla y de que fuese una segunda opción (lo cual ya pasó, a otro nivel, con el iPhone 5c). El 6 Plus era una respuesta a una demanda patente, algo que se entiende como habitual en el mercado pero que no lo es tanto cuando hablamos de una compañía que ha llevado el timón de sus estándares como pocas y se ha caracterizado por crear gustos y necesidades más que por seguirlos.
Así, el panorama de clientes diana se ampliaba y esto fue un zarandeo al mercado tanto económico como a nivel de estrategia empresarial. El iPhone 6 Plus tuvo una aceptación demostrada por las cifras (aunque entre tantos millones no nos llegan a especificar cuántos corresponden a cada modelo) y probablemente movió a su competencia a variar su hoja de ruta al menos en cuanto a agenda, con una anticipación de la presentación del Samsung Galaxy Note 5 más que sospechosa.
iPhone 6s y 6s Plus: ¿para quién son?
La continuidad del modelo "plus" junto con el nacimiento de un nuevo iPad Pro con el Apple Pencil marcan ese brazo que Apple torció de cara a un mercado contra el que representaba todo un reto no atender, sobre todo cuando el iPhone es uno de los productos más importantes a nivel de ganancias.
Así, de nuevo el iPhone atiende a varios sectores en cuanto a tamaño y a prestaciones, sin finalmente un sucesor del iPhone 5c como tal. La opción "más asequible" para se plantea con un iPhone 5s a partir de 509 euros para quienes quieren probar las mieles del TouchID o la cámara sin tener que desembolsar la cantidad a la que ascienden los flagships recién salidos del horno.
Los iPhone 6s y 6s Plus representan una opción clara para quienes buscan rizar el rizo con la cámara, ahora con 12 megapixeles (con respecto a los 8 de los 6 y 6 Plus) y con algunas mejoras que prometen mayor profundidad de campo y mejores colores en todas las situaciones y quienes priorizan mejoras notables como el 3D Touch. El nuevo teléfono aspiracional de Apple que no olvida a sus clientes más chic y pendientes del diseño y añade el color Rose Gold.
De nuevo, cambios de la mano de un modelo "s" que no son drásticos pero sí pueden ser clave al cambiar la experiencia del usuario (como vimos con el TouchID) que puede ser clave para mover a los indecisos a decantarse finalmente por el nuevo y tentar a quienes, pese a tener años últimos modelos, tanteen la idea de cambiar. Veremos cómo funcionan a nivel de ventas en unos meses.
En Xataka Móvil | iPhone 6s y 6s Plus, así han evolucionado los teléfonos de Apple frente a los anteriores modelos
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