Apple es una de las empresas más particulares que podemos encontrar en el ecosistema móvil, si no la que más. Principalmente porque desarrolla y utiliza su propio sistema operativo, iOS, a diferencia del resto de un mercado entregado a Android de forma mayoritaria, y con otros sistemas más pequeños que, salvo Tizen y poco más, funcionan con un sistema de licencias a terceros.
Este estrecho control de sus equipos ha conferido a Apple una personalidad singular, pero los americanos también llevan tiempo aportando esa personalización a su propio hardware. Hablamos de procesadores, de los chips de la serie A cuyos orígenes se remontan al año 2007 en el terreno móvil, y que originalmente fabricaba Samsung. Pero veamos un poco más el recorrido de Apple en este sentido.
90 nanómetros con sabor a Samsung
Tal y como comentábamos, el recorrido de los chips personalizados de Apple se remonta al año 2007. Fue el año del nacimiento del primer iPhone, el teléfono que lo cambiaría todo para siempre en el mundo de los smartphones, y que portaba el APL0098, el primer procesador diseñado por Apple en este terreno. Un chip de cuya fabricación se encargaría Samsung y que aterrizó con tecnología de 90 nanómetros.
El procesador supuso también el comienzo del amor de Apple por las gráficas PowerVR de Imagination Technologies, cuya relación terminaría mucho tiempo después. Aunque ya comentaremos eso más adelante. Con núcleos personalizados sobre litografías de ARM, concretamente sobre las ARMv6, el APL0098 corría a 411MHz y no sólo movió al primer iPhone, también se montó en el iPod Touch de primera generación y en el iPhone 3G.
Aún habría varios procesadores hasta el renombramiento de la línea. Como el APL0278, el APL0298 o el APL2298, tres procesadores para mover varios iPods más, y el iPhone 3GS, procesadores que recorrerían el camino desde los 90 nanómetros del primero a los 45 nanómetros del último, y que seguirían respetando a las PowerVR como las encargadas del aspecto gráfico.
En este camino de poco más de dos años, Apple hizo avanzar sus procesadores de 90 a 45 nanómetros, de 411 a 800MHz y también hizo crecer las cachés internas de los chips. Concretamente, de 16 a 32KB, además de contar con un L2 de 512KB en el último de los chips. Y con el siguiente exponente, la compañía optaría por contar con un nombre más comercial y reconocible. En el año 2010, llegó el Apple A4.
Llegan los Apple A
El primer Apple A fue, curiosamente, el Apple A4. En un movimiento parecido al de Qualcomm cuando decidió inaugurar su marca Snapdragon, pero sin llegar a renombrar los modelos anteriores como sí hicieron sus compatriotas. El Apple A4 fue el procesador encargado de llegar a bordo del iPhone 4, cuatro para cuatro, y se convirtió en el primer procesador móvil de Apple en alcanzar el gigahertzio de velocidad.
Cuatro versiones del Apple A5 servirían para llegar a la estabilidad en el catálogo de procesadores de los americanos. Con él llegaría el primer Apple AX, el Apple A5X destinado para mover al iPad de tercera generación nacido en 2012. Tras éstos, dos modelos de Apple A cada año. Una versión normal para el iPhone, una versión X para el iPad. Salvo los iPad Mini, con chips de las líneas móviles.
Con el Apple A5 también se produjo un nuevo hito para Apple, aunque en otro terreno diferente del relativo al hardware. El chip llegó a bordo del iPhone 4S, primer móvil presentado por Tim Cook, ya sustituto de Steve Jobs, con su cáncer muy avanzado, y que no asistiría a la presentación. Comenzaba una nueva era para Apple, ahora bajo la batuta de Cook. Con el iPhone 4S, Apple superó a Nokia.
Desde entonces, algunos hitos en la historia de Apple como diseñador de procesadores móviles y para sus iPad. Con el Apple A7 se superó el millón de transistores a bordo de un Apple A, se bajó de 30 nanómetros en el proceso de fabricación y llegaron los 64 bits. El Apple A9 supuso la bajada de los 20 nanómetros, concretamente hasta 16 nanómetros.
De generaciones biónicas y GPUs propias
Con el Apple A11 Bionic, el gran salto cualitativo de un Apple que ya sacaba ventaja a sus competidores en el mercado, tanto en rendimiento mononúcleo como en multinúcleo. El Apple A11 ejemplificó la ruptura con Imagination Technologies, montando una gráfica diseñada por primera vez en las oficinas de Apple, una ruptura que supuso el desmoronamiento del fabricante inglés, vendido por partes poco tiempo después. Pero con el Apple A11 llegó también el primer chip destinado a ejecutar código de inteligencia artificial. Fue, además, el procesador a bordo del iPhone X, el primero sin marcos del fabricante, el de su décimo aniversario.
Tras él, en estos momentos sólo una generación más, la del Apple A12 Bionic, la primera en bajar de 10 nanómetros hasta los 7 nanómetros actuales. Un procesador de seis núcleos a 2,49GHz y que, de nuevo, marca un hito en cuanto a número de transistores. Se cruza la barrera de los 10 millones de unidades en el modelo diseñado para el iPad, el A12X. 10 millones, cinco años después del procesador que rebasó el millón.
A día de hoy, Apple sigue diseñando sus propios chips, sólo para consumo propio, sin ningún tipo de licencia. El siguiente paso parece ser el de los módems, lo que puede suponer un problema para Intel, su actual proveedor en exclusiva, y cerrar la puerta a futuros acuerdos y reconciliaciones con Qualcomm. Apple, cada vez más independiente en materia de semiconductores, aunque dependiendo cada vez más de TSMC, su fabricante casi en exclusiva. ¿Qué deparará el futuro a los norteamericanos?
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