Hay pocas dudas de que todo lo que se publique con la palabra iPhone en el título genera la suficiente controversia para acaparar sobre sí tanto a seguidores como detractores de Apple. Si la cosa va de criticar los dispositivos, la popularidad aumenta y en ciertos casos llega a hacerse viral. Es el "efecto Apple" al que los medios estamos acostumbrados.
Al iPhone 7 le han caído muchos palos, algunos inclusos antes de que se presentase y, ojo, unos merecidos y otros no tanto. Ningún terminal es perfecto y los de Apple no son la excepción, pero la última polémica en torno al último dispositivo de los de Cupertino trata sobre la velocidad de lectura y escritura de su almacenamiento interno. Algo que responde a características propias del hardware, como comentaremos ahora.
Esto hace referencia a un vídeo que ahora circula por distintos medios en el que se menciona, tras haber hecho pruebas, que el modelo de 32GB del iPhone 7 tiene una velocidad de escritura en disco mucho menor que la del modelo de 256GB. Hablamos de magnitudes de hasta ocho veces más en un modelo que en otro.
Encendida la hoguera, no han tardado en lanzar tanta gasolina como ha sido posible para avivar la llama pero no se trata de una estrategia de Apple para potenciar el modelo superior. Ni tampoco para penalizar a los compradores del modelo más económico. Se trata, simplemente, de la arquitectura de la memoria empleada por Apple en el iPhone 7: SSD.
Las distintas memorias para móviles
Tan importante es el espacio de almacenamiento de un smartphone como su tipo. Puede que no sea una característica muy atractiva para reseñar en el cartel que exhibe el dispositivo en una tienda pero sí sirve a los analistas para determinar de qué velocidad de escritura y lectura estaremos hablando. Algo que, en última instancia, condicionará la velocidad del propio terminal tanto como la velocidad o cantidad de la RAM o el propio procesador.
Al igual que en los ordenadores personales hay distintos tipos de discos duros, en los smartphones también. No todos los almacenamientos internos son iguales, pese a tratarse de memorias sólidas, ni todos son igual de veloces. Como veremos en breve, la velocidad de los mismos también depende de su capacidad para almacenar información. De su tamaño.
Todas las memorias de los smartphones son sólidas, pero no todas son iguales
En teléfonos móviles actuales, siempre observando gamas más o menos actualizadas en cuanto a componentes, podemos encontrarnos con memorias eMMC, con memorias UFS y con memorias SSD. Las primeras son las más populares, las segundas ya empiezan a estandarizarse y son más rápidas y las últimas, por el momento, sólo obran en poder de Apple. Como decimos, de momento, pues ya demuestran su velocidad con creces.
Incluso internamente tienen diferencias pues las eMMC evolucionan cada cierto tiempo de igual forma que las UFS ya van por la versión 2.1, que convive con la 2.0 y con algunas anteriores. Esto hace que las diferencias de velocidad sean debidas a distintas causas pero en el caso de las memorias SSD, la culpable es la capacidad de las mismas.
De los Macbooks a los iPhone
Echando un vistazo a los flagships de este mismo año 2016, encontramos ejemplos de todas las memorias comentadas. Los Samsung Galaxy S7 y LG G5, por ejemplo, emplean memorias UFS 2.1 mientras que el Xiaomi Mi 5 utiliza las UFS 2.0. Las eMMC 5.1 las encontramos en el HTC 10 y en el Huawei P9, y las SSD, como decíamos, han llegado en el iPhone 7 y el iPhone 7 Plus.
Apple es, por ahora, el único que ha conseguido llevar la tecnología SSD tal cual a un teléfono móvil (3D-V NAND). Lo ha hecho adaptando los SSD de sus propios Macbooks y su competencia más potente, la cual desconocemos si investiga en la misma dirección, monta por ahora memorias UFS 2.1. A efectos prácticos, para lo que nos interesa, funcionan de una forma similar. Una memoria sólida con una serie de chips que hacen el intercambio entre el dispositivo y el almacenamiento.
La arquitectura de las memorias SSD hace que a mayor capacidad, mayor número de chips NAND, los encargados de escribir y leer. Tan sencillo como esto, pues la memoria se divide internamente en una serie de alojamientos controlados de forma electrónica. Si tenemos más capacidad, tendremos más alojamientos y, por tanto, necesitaremos de más chips NAND.
Ésta es la razón por la que el iPhone, y todos los teléfonos que empleen memorias SSD y UFS, aunque más pronunciados en el primer caso, operan a mayor velocidad con mayores almacenamientos. La posibilidad de partir un archivo a la hora de almacenarlo hace que el iPhone de 256GB cuente con más "soldados" a la hora de escribir que el iPhone de 32GB. Si se divide el trabajo, la velocidad aumenta. Y ni siquiera es que el modelo de 32GB sea lento sino que el de 256GB, al encontrar una arquitectura NAND más avanzada, no encuentra ningún cuello de botella.
No estamos comparando la velocidad de los iPhone con sus respectivos competidores, pues esto dependerá también del propio BUS de la placa base, de la controladora encargada de comunicarse con el almacenamiento e incluso del caché de la escritura. Hablamos única y exclusivamente de la diferencia entre dos tamaños de memoria que comparten todo entre sí salvo el número de chips NAND de lectura y escritura con los que trabajar. Esto pasa en los SSD y también en los UFS.
Así que si leéis que el iPhone 7 de 32GB es más lento escribiendo que el iPhone 7 de 256GB, pensad que el modelo con más memoria cuenta con ocho veces más chips NAND que el modelo inferior. Curiosamente, las diferencias que se barajan cuando se muestran las velocidades de escritura de uno y otro modelo. Como decíamos, la "culpa" es del SSD.
Un avance que beneficia a todos
Sabiendo que los SSD y los UFS funcionan de forma parecida, podemos hacernos a la idea de que en el futuro dispondremos de velocidades de transferencia de información mucho más veloces que las actuales. Si hace unos años, 16GB era el estándar para los modelos básicos de los smartphones de gama alta, pronto lo serán los 64GB.
Este aumento de memoria hará que la velocidad crezca, todo ayudado por la propia evolución de la tecnología de los propios almacenamientos. No sabemos si el mercado tenderá a estandarizar las SSD o si seguiremos viendo cómo los UFS evolucionan a buen ritmo, pero tened algo por seguro: los mayores beneficiados seremos los usuarios.
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