El A-GPS no es lo mismo que el GPS: diferencias y por qué tu móvil lo tiene por defecto

  • No son tecnologías excluyentes: funciona a la misma vez

  • El A-GPS permite un posicionamiento más rápido y preciso en cualquier circunstancia

El móvil ha conseguido reemplazar a otros dispositivos como el mítico GPS que todos llevábamos en el coche hasta no hace mucho tiempo. Lo ha logrado gracias a aplicaciones como Google Maps -y otras muchas alternativas- aunque también debe contar con el equipamiento necesario para posicionarse satelitalmente.

Es decir, incluye en su interior un receptor y antena GPS, y esto se aplica a todos los smartphones del mercado. Sin embargo, no es la única manera que tiene de determinar nuestra ubicación: el A-GPS tiene mucho que decir y no es exactamente lo mismo. Te contamos qué significa y cómo utilizarlo.

GPS vs A-GPS: qué diferencias hay

Cuando utilizamos una app de mapas y navegación como Google Maps, la popular chincheta indica nuestra ubicación como por arte de magia. Detrás de esto, hay todo un proceso y tecnologías que lo posibilitan: los móviles incluyen un chip GPS y una antena para la recepción de las señales satelitales.

En esencia, funciona similar a los TomTom que tan populares eran en la década de los 2.000. Mediante la conexión con varios satélites, se triangula nuestra posición con bastante exactitud. No obstante, algunas de sus pegas hizo evolucionar esta tecnología: el tiempo que puede tardar en posicionarnos en el mapa, así como las dificultades al emplear estos dispositivos en otros lugares.

Para ello, se fraguó un término que si bien es similar, no significa lo mismo: A-GPS. ¿Qué es esto del A-GPS? Estas siglas significan Assisted GPS (GPS asistido, si lo traducimos al español) y mejoran el nivel de posicionamiento. Como su propio nombre indica, utiliza el mismo sistema de posicionamiento satelital pero asistido con la telefonía móvil.

Además de un tiempo de fijación inicial más rápido, otorga mejor desempeño en áreas urbanas donde los edificios altos o interiores dificultan la recepción de cobertura satelital. De paso, reduce el gasto de batería, pues la antena GPS pasa menos tiempo en uso.

Eso sí, para ello necesita una constante conexión a las redes móviles que nos dan cobertura para llamadas o datos. Y cabe mencionar que no son tecnologías excluyentes: mientras hacemos uso del A-GPS estamos también usando el posicionamiento por satélite. De hecho, llegó junto con el smartphone para mejorar la experiencia en cualquier entorno (los GPS se utilizaban exclusivamente en el coche y por tanto, en carretera).

Ahora, es una función que viene activada por defecto desde la primera vez que encendemos nuestro móvil. En el caso de Android, podemos desactivarla acudiendo al apartado «Precisión de la ubicación de Google». Como la compañía americana confirma en dicho apartado, "si desactivas esta opción, el dispositivo determinará la ubicación solo mediante el GPS, lo que puede afectar a la precisión de la ubicación".

Imagen de portada | DALL·E 3 con edición

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