Continuamos con nuestro pequeño especial sobre el ADSL, tecnología que muchos utilizan para conectarse a Internet utilizando banda ancha fija.
La semana pasada os expliqué lo que es el ADSL de una manera un poco general. La intención de este artículo de hoy es explicaros cómo funciona a nivel interno, de manera lo más detallada pero a la vez sencilla posible. Vamos a ello.
¿Cómo funciona el ADSL?
Como os dije ayer, una conexión ADSL es analógica. Es decir, transmite datos digitales, pero de manera analógica. Pensemos en los sonidos que emiten los módem 56K (o en cómo suena el teléfono cuando lo descolgamos en plena conexión).
La cuestión es que, cuando nos conectamos a través de la red básica, sin ADSL, no podemos simultanear comunicaciones de voz y de datos. ¿Cómo lo hace el ADSL? Muy fácil: separando nuestra línea en carriles.
Pasándonos al lado más relacionado con la física en sí, una señal electromagnética está (o suele estar) repartida entre una serie de frecuencias. Podemos representar estas frecuencias en un espectro, y así ver además qué frecuencias son las que mejor se comportan en determinadas condiciones.
La gracia del ADSL es que utiliza distintas zonas en dominio de la frecuencia para la comunicación bidireccional de voz, para el canal de subida (de envío a la red) y para el de bajada (de recepción). Y además la elección no es trivial.
La voz, en un ADSL, se transmite modulada en la zona del espectro que se encuentra entre los 300 y los 3400Hz. Con ese ancho de banda es suficiente para transmitir voz sin pérdida de calidad.
¿Y los datos? Fácil. Hablando de ADSL estándar (los 8/1 que mencionábamos), se reparten entre una serie de canales para el caudal de subida (que se sitúa entre, aproximadamente, los 26 y los 137KHz) y el de bajada (que se extiende desde los 138 hasta los 1104).
De esta forma, dividiendo (en el dominio de la frecuencia) la señal que enviamos y recibimos en estos carriles podemos simultanear distintos tipos de comunicación.
Microfiltros y splitters: los eternos aliados
Como vemos, dividir nuestra línea en zonas permite que nos comuniquemos. Pero necesitamos algún dispositivo que realice esa división.
Ahí entran dos aparatos que todos conocemos muy bien: el splitter y los famosos microfiltros que nos incluyen en la caja del router cuando contratamos ADSL. Su función es actuar de, precisamente, filtros.
Un splitter se compone de, entre otras piezas, un filtro paso bajo y un filtro paso alto, con dos conectores RJ11. El que se conecta a nuestro módem ADSL es el que corresponde al filtro paso alto, que permitirá pasar la parte de la señal correspondiente a las frecuencias de subida y bajada del ADSL. La conectada al filtro paso bajo será a la que conectemos nuestro teléfono fijo. Suele requerir instalación extra.
Los microfiltros se parecen mucho a los splitters, salvo por un detalle: se conectan únicamente a todos nuestros teléfonos y son meros filtros paso bajo, de manera que el teléfono solo utilice su zona de frecuencia, evitando que los ruidos e interferencias que pueda producir afecten a nuestro ADSL. Suele ser la opción preferida para los usuarios, que simplemente tienen que conectar un cable.
Los módems ADSL están preparados para no utilizar las frecuencias del teléfono, si bien sí que pueden llegar a producir algún tipo de perturbación que afecte a la calidad de nuestras llamadas de voz.
Muchos ISP están dejando de distribuir microfiltros con sus kits autoinstalables ADSL porque sus routers tienen conexión RJ11 a la que conectar nuestro teléfono (tal es el caso de Orange, por ejemplo). Hay dos opciones para esto: o que el router tenga el microfiltro incorporado o, y esto es lo cada vez más habitual, que nuestro teléfono fijo funcione a través de VoIP.
En la próxima entrega de este especial veremos por qué muchas veces no tenemos el ADSL que contratamos, y por qué las operadoras no pueden ofrecernos más velocidad utilizando esta tecnología. No os la perdáis.
Imagen | Mikineator | Wikimedia Commons | Tom Page