El mundo ha cambiado. Ya lo dijo Galadriel hace unos cuantos miles de años, y la prueba es que tenemos Internet prácticamente en cualquier parte, incluyendo los aviones. No todas las aerolíneas lo ofrecen por ahora (a pesar de que nos invitan a poner el modo avión durante el despegue y el aterrizaje) pero cada vez son más las que lo hacen.
Suele ser una conexión a Internet costosa, nada económica, y esto tiene una explicación. Se debe al modo en el que la conexión a Internet llega al propio avión, porque la distribución interna es tan sencilla como os podáis imaginar. Hola, router. Pero llevar la red de redes a un avión en pleno vuelo para convertirla en una WiFi para el pasaje ya no es tan simple, y hay varios métodos para lograrlo.
Internet desde tierra así como desde el cielo
Puede resultar simpático imaginar un avión con un cordón umbilical que lo une a tierra, uno que contiene un cable de fibra óptica para llevar la conexión a Internet a todo el pasaje. Lógicamente esto es sólo un chiste, no es así como se obtiene Internet a bordo. Para lograr esto existen dos métodos, uno que mira hacia tierra y otro que mira hacia el espacio. Pero sí, son ambos inalámbricos. De qué otra manera iban a ser.
El primer método consiste en conectar el avió a tierra a través de una extensa red de antenas terrestres. Al igual que hay antenas que llevan el TDT a nuestra casa, y otras que sirven para ofrecer conectividad WiMax, otras envían Internet hacia el cielo para crear una red accesible por los aviones. Estas redes suelen encontrarse alojadas en núcleos urbanos y no ofrecen una conexión demasiado fiable.
Debido a la velocidad a la que discurren los aviones, la conexión de los mismos con las antenas terrestres no suele ser ni muy veloz ni muy estable. Requiere de constantes conexiones y desconexiones a las distintas antenas que hay situadas a lo largo del trayecto, debido a que el avión se acerca y aleja a mucha velocidad de las mismas, y tampoco es posible ofrecer demasiada velocidad de conexión.
Depender de que las antenas estén "cerca" de la ruta también dificulta el acceso, pues atravesamos muchas zonas negras durante los vuelos en las que no disponemos de ninguna conexión. Aun así, es un método que se emplea para determinados trayectos por algunas aerolíneas. Determinados trayectos porque, por ejemplo, es un método imposible para las rutas que cruzan mares y océanos, lógicamente.
El segundo método es uno que nos resulta cada vez más familiar, el de las redes satelitales. Internet vía satélite con el avión en cuestión conectado a una red de satélites geoestacionarios situados a gran altitud y que ofrecen conexión a Internet. Al contrario de la red de antenas terrestres, los satélites cuentan con la ventaja de la distancia hasta el avión para permitir conexiones más estables gracias a la poca variación angular con respecto al punto de conexión.
Los aviones que ofrecen este tipo de conexión a Internet disponen de una antena específica que se conecta con estas redes (dependiendo de cuál tiene contratada la aerolínea, bien Starlink, bien cualquier otra de la competencia) y que dota de conexión al interior de la aeronave. Y de igual forma que ocurre con las conexiones a tierra, la señal llega a un router interno que se encarga de crear la WiFi que posteriormente se ofrece a los pasajeros.
Las redes WiFi de los aviones ofrecen, no obstante, una conectividad muy limitada. Debido al coste de llevar Internet hasta el avión en pleno vuelo, se suelen ofrecer paquetes de datos bastante reducidos y se limita el tipo de dispositivos por el ancho de banda que consumen. Mejor móviles que portátiles, mejor mensajería que descargas. Con el tiempo todo ha ido mejorado, pero las WiFi de los aviones aún palidecen en comparación con las terrestres.
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