Meses y años llevamos hablando del futuro 5G, esa quinta generación de redes móviles que parece que podremos probar oficialmente en 2020 pero que no para de generar noticias en forma de pruebas de todos los actores implicados. Pero lo cierto es que el 5G todavía está lejos, aunque hoy está un poco más cerca tras ser aprobada la primera especificación que lo estandariza.
El 3GPP, que reúne a distintas organizaciones de desarrollo de estándares de telecomunicaciones, ha concluido hoy una dura semana de trabajo en Lisboa, fechada en el pasado MWC cuando se decidió acelerar el ritmo en el camino hacia el 5G. Esta primera especificación define la arquitectura del sistema, pero nos vamos a centrar en un punto interesante que diferencia el 5G de anteriores generaciones: el Network Slicing.
Ahora mismo las redes móviles de cada operador son redes únicas, que ofrecen servicio tanto a móviles, como a dispositivos conectados y todo aquel cacharro que cuente con conectividad móvil. Pero eso no es eficiente, porque no todos los dispositivos necesitan velocidades punteras ni necesitan estar transmitiendo información continuamente, por lo que los de una categoría se ven perjudicados por los de otra categoría.
Una subred para cada tipo de dispositivo
Con ese inconveniente quiere acabar el Network Slicing, un término de difícil traducción al castellano (sería algo así como red en tiras o loncheada) que se explica sencillamente si nos apoyamos en la imagen que acompaña este párrafo. El Network Slicing permitirá a los operadores crear una especie de subredes o porciones de red con propósitos concretos: dar servicio a smartphones, a otros operadores (OMVs), vehículos conectados, IoT...
La intención con esa creación de subredes es que se adapten mejor a las necesidades de cada dispositivo conectado. Por ejemplo, el internet de las cosas no necesita de altas velocidades pero el bajo consumo sí es un punto clave, por lo que una subred dedicada a dar servicio al IoT podría estar optimizado para reducir el consumo de los dispositivos conectados, sin restar capacidad para ofrecer altas velocidades a otros tipos de dispositivos que la necesiten.
Este punto de la definición del estándar del 5G podría entrar en colisión con el principio de la neutralidad de la red. Como bien explica Nacho del Castillo en su blog, cada subred tendrá sus propias condiciones de velocidad o latencia, por lo que no todos los datos viajarán en las mismas condiciones por el espectro. Un debate abierto que las autoridades tendrán que resolver en un plazo máximo de dos años.
Ahora todos los actores implicados en el 5G podrán seguir con sus pruebas e investigaciones con una mejor base, aunque en junio de 2018 se espera que se complete la segunda fase. Hay muchas ganas de presumir de la primera red 5G en marcha por los operadores de todos los rincones del mundo, y aunque algunos ya han anunciado despliegues comerciales para 2019 lo más seguro es que nos tengamos que esperar a 2020, aunque en los Juegos de Invierno de 2018 puede que ya podemos ver la primera red real en funcionamiento.
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