Recuerdo hace unos años, cuando un compañero me enseñó su agenda en el Google Calendar. Yo le dije algo así como ¿no te da repelús que Google conozca tus citas y sepa toda tu vida?.
Unos años después, yo también soy usuario de este servicio, y por supuesto también de otros como GMail, Maps, Reader, News, etc. etc., y ni siquiera ya pienso en ello.
Creo que todos nos hemos ya acostumbrado a confiar los detalles de nuestra vida a una empresa que en muchos casos sólo conocemos de nombre, y lo vemos como algo normal. ¿Es el signo de los tiempos o debemos preservar nuestra privacidad a toda costa?
¿Dónde está la línea roja de la privacidad que no estamos dispuestos a cruzar?
Podríamos decir que mi umbral de privacidad ha descendido a unos niveles impensables hace solamente un poco de tiempo. Supongo que a vosotros os ha pasado lo mismo ¿no?
Cada vez nos resulta más normal compartir nuestra posición GPS, nuestras conversaciones, fotos, vídeos, tweets, etc. etc. de manera voluntaria. Incluso le damos mucha menos importancia cuando descubrimos que tal o cual aplicación se aprovecha de nosotros y nos roba los datos de la agenda de contactos para enviarlos a no se sabe donde.
Waze, la compañía que sabe donde estamos
Como ejemplo de lo que estoy hablando, durante las últimas semanas he estado probando otro de estas aplicaciones en mi smartphone que permanece constantemente conectado, que sabe mi posición e incluso que la comparte a otros usuarios. Un programa que por supuesto es gratuito llamado Waze, y es un navegador para el coche como puede ser el archiconocido Tomtom.
Waze recoge datos de nuestra posición mientras vamos conduciendo sólo con tenerlo conectado a Internet. Mediante un enfoque social, los usuarios pueden informar de incidencias en la carretera como accidentes y atascos. Como está permanentemente conectado a internet, un trayecto de unos 40 minutos por ciudad, el tráfico de datos puede llegar a los 700 Kb.
Hasta aquí todo muy bien. Tenemos un programa de navegación para el coche, con buenos mapas y una muy buena usabilidad. Una excelente alternativa a los 40€ que cuesta la aplicación TomTom por la módica cantidad de 0 €. ¿pero es gratis realmente?. Veremos a continuación lo que nos cuesta el servicio realmente.
¿que hace Waze con nuestros datos?
Echémosle un vistazo a su política de privacidad, eso que nunca leemos cuando nos descargamos un programa:
- Cuando te registras, además de tus datos como nombre y apellidos, también tienes que dar tu número de teléfono. En esta ocasión esto te lo puedes inventar pero cada vez son más los programas que verifican el número de móvil enviándote un SMS de comprobación.
- Cuando se usa la aplicación, se enviará tu posición GPS y la información sobre el tráfico que tú quiera, como informar de un atasco, de un accidente, etc. Esta información no es importante desde el punto de vista de la confidencialidad siempre que no se ligue a tu identificación real. Si no, será un puntito más con un alias en el mapa.
- En otro párrafo, viene algo más preocupante y también extraño. La empresa puede recoger información sobre el uso que haces de la aplicación como la frecuencia, la duración de la sesiones y las páginas que visitas. La IP desde la que te conectas y el nombre del servidor (entiendo que el proveedor de internet que usas). Todo ello para guardarlo en sus archivos de logs.
- Después de salir a la luz el caso de Facebook, que mantiene tus fotos incluso después de que las borres. Hay una aspecto que hay que tener muy en cuenta, es qué pasa con nuestros datos una vez que nos demos de baja en el servicio. Según su política, los podrán mantener durante 6 meses una vez ocurra esto.
Si los servicios son gratis ¿qué es lo que ganan con ellos?
Muchos de los servicios que usamos habitualmente, como el correo electrónico, las redes sociales y también el navegador Waze, son gratis. La pregunta obvia es ¿qué ganan entonces estas empresas que invierten millones de dólares en costosas infraestructuras y personal cualificado para no cobrarnos nada?
Obviamente hay servicios que sobreviven gracias a la publicidad, sin ir más lejos, ése es el principal negocio de Google, pero hay otros que ni siquiera tienen una fuente de ingresos conocida. Hay servicios muy importantes, como Twitter que todavía están pensando como convertir sus millones de usuarios de moneda contante y sonante.
Para entender esta paradoja, lo primero que tenemos que pensar es que no somos clientes de estos servicios. los clientes son las empresas que se anuncia y que pagan por llegar a nosotros. Y es que nosotros somos más bien sujetos de estudio, estudio de nuestras gustos e inquietudes (qué queremos comprar, a dónde nos gusta viajar, etc. etc.). Y todo esto bien clasificado según el público objetivo al que se dirige el anuncio en cuestión, es el nuevo maná que hace que estos servicios sean supuestamente gratis, ni más ni menos.
En definitiva, sí que estamos pagando estos servicios, y lo estamos pagando con nuestra privacidad. Y a nosotros nos toca decir si este precio es alto o bajo. La próxima que usemos un nuevo servicio tendremos habrá que preguntarse ¿estoy dispuesto a pagar el precio?.
Foto | zimpenfish