Además de los de alta mar, que los dejamos para otra ocasión, se dice habitualmente desde diferentes esferas cercanas a industrias culturales que aquí somos unos piratas; que pirateamos mucho, muchísimo. Por supuesto, pese al último fracaso, se dice que hay que legislar para controlar esta situación única.
Al margen de si algunas de éstas industrias se han quedado ancladas en el tiempo, algunas de las citas más repetidas es que, cuando hablamos de España, nos referimos a un país con unos índices de descargas de contenidos con copyright muy elevados. A menudo se dice que comparables a regiones del tercer mundo. Aunque a González- Sinde no le vaya a importar demasiado… ¿Qué dicen los datos?
Habría que aclarar que no todos tienen esa visión diabólica de la red, de hecho Nacho Vigalondo ha escrito un interesante post al respecto, pero es cierto que existe esa visión de ser un país asiduo a las descargas. Incluso los propios internautas tienden a estar orgullosos de ello, pero rara vez contradicen esos datos, aceptándose como “piratas” sin complejos.
Por supuesto que existen esas descargas y son habituales, eso es innegable. Lo que no parece tan obvio es que realmente seamos un caso único e inviable fruto de una sociedad que “no entiende” de estas cosas y “roba sin moral alguna”. Para ser sinceros, nuestra situación es bastante similar a la del entorno por mucho que desde EEUU nos metan en la lista de los pecadores.
Para contrastar podemos usar una lista ajena (más o menos) a todo esto. Vayámonos al campo del software. Por ejemplo, según la Business Software Alliance se nos colocaba en el puesto número 79 de un ranking mundial, siendo el primero el más peligroso para los derechos de autor.
La lista, liderada por Armenia y cerrada por los propios Estados Unidos con el puesto 107, no nos deja tan mal como cabría esperar. Así, estamos por debajo de Italia o Grecia, y a niveles cercanos a los de Francia, con un 42% de programas informáticos pirateados. Es una cantidad elevada, pero no tan diferente a la de la mayoría de los países estudiados como se nos suele contar.
Con esta comparativa no pretendo negar que exista una alta tasa de contenido protegido usándose sin permiso; incluso puede resultar forzado comparar estas cifras con las de otro tipo de archivos de música o vídeo. Lo que intento evidenciar es que en realidad la copia virtual no es un problema local de nuestra pervertida mente, sino de magnitudes globales, algo que una simple ley no puede cambiar.
Imagen | Fotograma de The IT Crowd
