Hace unos días saltaba la noticia del lanzamiento de Starry, la nueva startup de Chet Kanojia, ex CEO de Aereo, que pretende revolucionar el acceso a Internet llevando a las viviendas de sus clientes conexiones gigabit inalámbricas con un coste mínimo de instalación y de forma muy rápida, pues no hay que esperar a desplegar cable de ningún tipo.
Muchos medios se han hecho eco del anuncio elogiando las fantásticas posibilidades del invento, pero pocos han comentado las verdaderas ventajas e inconvenientes de este tipo de instalaciones de banda ancha que utilizan ondas milimétricas. ¿De verdad es tan bonito como lo pintan?, ¿merece la pena tener un sistema similar en nuestras casas?, ¿qué velocidades se puede esperar y qué problemas nos podemos encontrar?
Para empezar a valorarlo tenemos que hablar de los fundamentos técnicos tras el servicio de Starry. Se trata básicamente de un sistema de conexiones punto a multipunto que utilizará, según las informaciones filtradas hasta ahora, una frecuencia de 38 GHz perteneciente a lo que se conoce como banda de ondas milimétricas (que se extiende aproximadamente entre los 30 y 300 GHz).
Más velocidad pero menor cobertura
Suelen ser frecuencias en bandas sin licencia de uso público civil o militar que dependiendo de la regulación de cada país pueden utilizarse de forma libre, algo así como los 2,4 o 5 GHz que todos empleamos para WiFi. La comunicación se establece entre el nodo principal que da servicio a un edificio o grupo de edificios y una antena de tamaño mediano que cada usuario tiene que poner en el exterior de su vivienda/oficina y que se comunicará con el router principal que después lleva vía WiFi la conectividad al móvil, ordenador, televisor, etc.
La ventaja en cuanto a capacidad de transmisión es que puede lograr, dependiendo del protocolo empleado (algo que todavía no han comentado en la empresa), velocidades del orden de 1 Gbps o superiores, pero existe un gran inconveniente: la cobertura es muy limitada, (típicamente de entre 1-2 Km) y está sujeta a una línea de visión directa.
Puede que esto no suponga un problema en algunos casos, ya que mientras podamos instalar una antena que "vea" el nodo principal no hay mayor inconveniente, sobre todo si este nodo principal emite en múltiples direcciones como parece que hacen los de Starry.
Sin embargo, al usar este tipo de frecuencias somos más susceptibles a atenuaciones por el clima y a cortes si se interrumpe esta línea directa por algún obstáculo. Por este motivo tenemos que tener la antena receptora individual fuera de la casa, ya que una simple ventana impide la comunicación con el nodo.
Enfocado solo a grandes núcleos urbanos
Como vemos, el principal problema al trabajar a estas frecuencias es el limitado alcance y la necesidad de visión directa, lo que lo hace inviable como sistema de conectividad de zonas rurales y suburbanas en las que hay que cubrir grandes distancias, ya que tendríamos que tener nodos intermedios cada pocos cientos de metros, lo que echa por tierra la supuesta ventaja del rápido y barato despliegue.
¿Para qué está pensado? Pues para grandes ciudades, para edificios en los que se puedan instalar las antenas con visión directa, con muchos usuarios, en donde sea rentable la instalación de los nodos secundarios y en donde por supuesto haya una conexión de retorno de alta velocidad con alguna tecnología de fibra óptica.
De hecho, las primeras pruebas del servicio comenzarán en los próximos meses en el centro urbano de Boston, con una gran densidad de usuarios y edificios cercanos entre sí.
Otras propuestas similares
La idea de llevar la banda ancha inalámbrica hasta casa del cliente utilizando bandas de frecuencia sin licencia superiores a las empleadas tradicionalmente por las operadoras no es nueva. De hecho, en los últimos meses se han ido sucediendo las propuestas con diferentes tecnologías de conexión.
Tenemos por ejemplo el caso de Webpass con enlaces de 500 Mbps en zonas urbanas, la propuesta de la operadora Dish también en Estados Unidos o más recientemente el anuncio de Nokia FastMile para el Mobile World Congress 2016 que utiliza la tecnología LTE (aunque esta vez sobre la banda de 3,5 GHz logrando así una mejor cobertura que en el caso de Starry), aunque todavía con menor penetración que las redes móviles convencionales.
Todas ellas necesitan la instalación de antenas de considerables dimensiones en el exterior de las viviendas y en algunos casos de femtoceldas dentro para distribuir la conexión a los diferentes dispositivos.
Entonces, ¿merecen la pena? Pues depende. Depende de si vivimos en una gran ciudad, en una zona con muchos posibles clientes en donde a la empresa (que actuará como ISP) le merezca la pena instalar la red de nodos y de si podemos colocar las antenas en la fachada con línea de visión directa.
En estos casos las velocidades pueden ser bastante interesantes y se supone que los precios no serán elevados (Starry no ha anunciado los suyos pero por ejemplo Webpass ofrece sus conexiones por 60 dólares al mes). Aunque por nuestra ubicación, seguramente también tengamos disponibles otras tecnologías de acceso como la fibra óptica ya que es necesaria como enlace de retorno del nodo principal del sistema.
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