Cuando vemos una película de animación de alguno de los grandes estudios como Pixar o DreamWorks, muchas veces quizá no nos damos cuenta de la enorme cantidad de trabajo que hay detrás para inventar de la nada cada fotograma.
El trabajo realizado por el personal humano es tremendo, pero el efectuado por los sistemas informáticos es colosal, necesitando potentísimos y carísimos equipos para crear cada segundo de animación. ¿Cómo simplificar los costes de producción y aumentar la potencia de cálculo de forma sencilla? Pues con la computación en la nube y el renderizado remoto de imágenes.
Según publica Technologyreview, las principales empresas del sector están redirigiendo parte de sus necesidades de cálculo hacia sistemas en la nube, gracias a su escalabilidad y a que permiten una considerable reducción de costes. Por ejemplo, en DreamWorks, a pesar de que cada noche trabajan en paralelo entre 10.000 y 15.000 núcleos de procesamiento en sus servidores de California, no tienen potencia suficiente para cubrir los 10 proyectos que llevan simultáneamente.
Por este motivo tienen que recurrir a usar recursos de proveedores de computación en la nube como Cerelink y Hewlett-Packard. En 2010 alrededor del 5 por ciento de la renderización de DreamWorks Animation se llevó a cabo en la nube, aunque la compañía tiene previsto aumentar esa cifra a un 50 por ciento a finales de 2011, en lugar de gastar millones de dólares para actualizar sus centros de datos propios con nuevos servidores.
La computación en la nube es cada vez más importante para los grandes estudios, aunque su principal ventaja es que permite que pequeñas empresas puedan hacer películas o cortos interesantes con un presupuesto muy reducido.
Es el caso de Afterglow Studios, con sede en Minneapolis, que está dando los últimos retoques a Space Junk 3D, una película de animación de 40 minutos que se lanzará en febrero de 2012. Para ella se han necesitado más de 16.000 horas de tiempo de computación, lo cual habría requerido una gran inversión en equipos informáticos.
El estudio optó por alquilar tiempo de computación en un servicio en la nube a cargo de Cerelink, compartiendo tiempo en un superordenador de la Universidad de Nuevo México con la Universidad, el Laboratorio Nacional de Los Alamos y el Instituto de Santa Fe, reduciendo considerablemente los costes de producción.
Parece que la nube y las redes de alta velocidad se están convirtiendo en un ecosistema propicio para que sea posible la reducción de la potencia de cálculo residente en hogares y empresas. No hay más que echar un vistazo a servicios como Onlive para darnos cuenta de sus posibilidades.
Sin embargo, ¿hasta qué punto estamos dispuestos a renunciar a potencia de cálculo local en favor del remoto?, ¿volverá la moda de los “terminales tontos”?, ¿podemos fiarnos de terceras empresas para que lleven a cabo nuestros proyectos o es mejor controlar todo el proceso?
Vía | technologyreview
Foto | Afterglow Studios