En los últimos años estamos asistiendo a la progresiva incorporación de tecnología digital en multitud de objetos que nos acompañan en nuestras actividades cotidianas. Éstos no actúan o se utilizan de forma aislada, sino que están conectados entre sí, se comunican con otros objetos por medio de las redes de datos, es lo que se ha venido a denominar la Internet de las cosas.
En la actualidad, las diferentes conexiones y accesos a Internet se realizan en su mayoría mediante algún tipo de equipamiento de red doméstico tradicional como PCs, smartphones, netbooks, etc. Sin embargo, para el año 2020 la tendencia se invertirá y las máquinas acapararán la mayor parte del acceso a la Red, en muchas ocasiones de forma autónoma.
Los últimos informes de consultoras como Mason o de compañías como Cisco estiman que para 2020 estaremos rodeados por entre 44.000 y 50.000 millones de dispositivos y objetos domésticos conectados a diferentes redes, entre los que se encontrarán electrodomésticos, teléfonos, libros, vehículos, sistemas de domótica y seguridad, contadores de consumo (agua, gas, electricidad), agendas, videoconsolas, equipos de audio y vídeo, etc. Esto supone que, en media, habrá unos 6 o 7 de estos dispositivos con capacidad de acceder e interaccionar en red por cada habitante del planeta
A estos dispositivos habrá que sumar los múltiples sensores que se irán instalando en todo tipo de objetos para registrar diferentes aspectos de la realidad física, que se comunicarán con Internet y otras redes de forma fija o inalámbrica, utilizando protocolos IP, funcionando en muchos casos de forma autónoma, sin interacción del usuario, y que necesitarán transmitir sus datos a sistemas inteligentes capaces de interpretarlos y analizarlos.
Internet de las cosas: Implicaciones para la industria y usuarios
Muy bien, unas cifras impresionantes pero, ¿qué supone esto para la industria y para los consumidores domésticos? La primera y más inmediata consecuencia es que se generarán tremendas cantidades de datos, de informaciones que deberán circular de forma fluida por Internet y otras redes. En el límite, cada objeto físico del mundo real tenderá a contar con una representación virtual en la nube.
La segunda consecuencia directa es, como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, la necesidad de adoptar una nueva versión del protocolo IP, la IPv6 para soportar la identificación unívoca de estos objetos en la Red.
La tercera y quizá la mas importante consecuencia de este exponencial crecimiento de máquinas interconectadas es la necesidad de un incremento de por lo menos el mismo orden en las capacidades de transmisión de las redes de datos y en la potencia de procesamiento de los centros de operaciones.
Si bien algunos de estos objetos y sensores se comunicarán utilizando accesos fijos a Internet (ADSL, Cable, Fibra Óptica), en la mayoría de las ocasiones estarán sujetos a la movilidad del usuario, por lo que utilizarán algún tipo de conectividad inalámbrica (Bluetooth, Wi-Fi, 2G, 3G, 4G y superiores).
Internet de las cosas: Preguntas que buscan respuesta
La tendencia humana de estar siempre conectados con nuestras redes sociales hará que estos dispositivos transmitan y reciban constantemente datos muy diversos, en algunas ocasiones de pequeño tamaño, pero en otras serán descargas de vídeo, audio, imágenes de alta resolución, etc. que necesitarán grandes cantidades de ancho de banda.
Y aquí vienen las preguntas más importantes: * ¿Estamos preparándonos para el tremendo aluvión de datos digitales que se nos avecina? * ¿Cómo están mejorando nuestras redes de Banda Ancha? * ¿Serán capaces de soportar el incremento en el tráfico de datos futuro? * ¿Qué tecnologías y protocolos serán los más apropiados para ello? * ¿Qué capacidad de procesamiento necesitaremos para controlar los millones de objetos conectados? * ¿Cómo podremos extraer auténtico valor de los datos captados y registrados por los millones de sensores?
La respuesta a estas cuestiones es compleja, ya que depende de múltiples y muy diversos factores. Algunos analistas señalan que vamos en el buen camino, otros, como Cisco ya nos han dado algunos toques de atención, prediciendo el posible colapso de las redes inalámbricas en los próximos cinco años, si no se toman las medidas apropiadas.
En lo que sí parecen coincidir todos es en que el grado de crecimiento del mercado de comunicaciones entre máquinas (M2M) depende directamente de las mejoras y avances efectuados en infraestructuras y tecnologías de redes.
En los próximos artículos de esta serie que hoy iniciamos (La Internet de las cosas) trataremos de comentar, clarificar y dar respuesta a estas y otras cuestiones acerca de las comunicaciones entre objetos. Y es que, actualmente vivimos en un mundo digital de máquinas interconectadas en el que queremos permanecer siempre On.
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