Cuando cientos o miles de personas se reúnen para manifestarse en alguna calle, plaza o recinto, lo primero que deja de funcionar adecuadamente son las redes de telefonía móvil, debido a su uso masivo, pero también al ruido por señalización ocasionado por los terminales.
Por este motivo, desde la organización del movimiento 12M-15M han hecho un llamamiento a los ciudadanos que vivan cerca de los lugares por donde van a pasar las manifestaciones para que abran sus redes WiFi y permitan que sean usadas por cualquier ciudadano que pase cerca de allí, minimizando el problema de la saturación de las redes 3G.
Aparte de la obvia reducción en la velocidad de acceso, dejar nuestra WiFi abierta por completo puede traernos consecuencias negativas. Al permitir la entrada en nuestra red a todo el mundo sin saber quién es ni qué intenciones tiene dejamos la puerta abierta a que pudieran cometerse actividades ilícitas desde nuestra conexión a Internet.
Ésto podría hacer que un gesto de buena voluntad se convierta en un quebradero de cabeza. Los convocantes argumentan que dejar la WiFi abierta no es un delito y que servirá de ayuda a los manifestantes. Sin embargo, aunque el hecho en sí no sea un delito, sí lo pueden ser las actividades que se cometan a través de él, de las que el dueño de la conexión será en principio responsable o por lo menos sospechoso.
Por supuesto, cada propietario/administrador de la conexión tiene que decidir si se apunta a la campaña o no, aunque antes de hacerlo es necesario valorar y reflexionar sobre las posibles repercusiones negativas que podría acarrearle.
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