En los últimos meses las operadoras de todo el mundo han empezado a probar y desplegar en diferentes proyecto piloto una nueva iteración en las tecnologías de comunicaciones móviles que se ha bautizado como LTE-A o LTE Advanced.
Sucesora directa de LTE, está llamada a mejorar las prestaciones de las actuales redes móviles con mayores velocidades y un mejor aprovechamiento del escaso espacio radioeléctrico, pero ¿qué es exactamente LTE-A, en qué consiste, será compatible con mi terminal actual, merecerá la pena pasarse a la nueva tecnología?
LTE, la que debió llamarse 3,9G
No podemos comenzar a hablar de LTE-A sin hacer un breve repaso por la historia de su más directo antecesor, LTE (Long Term Evolution). Los primeros trabajos para definir LTE comenzaron en 2005 y nacía como un intento de unificar los diferentes estándares 3G existentes hasta la fecha, superando las limitaciones de versiones anteriores para crecer en velocidad y eficiencia.
Su objetivo principal es proporcionar un acceso de radiofrecuencia de alto rendimiento que permite altas velocidades de transmisión y recepción en dispositivos móviles, coexistiendo con sistemas anteriores y permitiendo a las operadoras una rápida y sencilla migración.
Emplea enlaces OFDMA (Orthogonal Frequency Division Multiple Access) para minimizar las interferencias e incrementar la eficiencia espectral, utilizando canales de tamaño variable de entre 1.4 y 20 MHz. Algunas de las capacidades de LTE incluyen velocidades máximas descendentes de 326 Mbps y ascendentes de 86.4 Mbps con anchos de banda de 20 MHz y un incremento de la eficiencia espectral respecto de HSPA de entre el 100 y el 200%. También presenta una reducción de la latencia hasta los 10 ms, así como capacidad para la auto-optimización de los sistemas, permitiendo reducciones importantes en los costes de operación.
Sin embargo, a pesar de estos avances con respecto a 3G y de lo que se nos ha ido vendiendo estos años, LTE no cumple con los requisitos establecidos por la ITU para su estándar IMT-Advanced o 4G, por lo que no es una tecnología realmente de Cuarta generación.
LTE-Advanced, el auténtico 4G
La ITU (Unión Internacional de Telecomunicaciones) estableció en 2008 los requisitos oficiales para el nuevo estándar IMT-Advanced (International Mobile Telecommunications-Advanced) que sería conocido como 4G. Entre ellos se incluyen, por ejemplo, el del funcionamiento con canales de radio de más de 40 MHz, así como una eficiencia espectral extremadamente alta (con picos de 15 bits por hercio en enlace descendente y de 6.75 en el ascendente).
Dado que ninguna tecnología cumplía estos requisitos, se desarrolló LTE-Advanced (LTE-A) como una ampliación de LTE y como paradigma de lo que debería ser el 4G. LTE-A, en teoría, debe ser capaz de ofrecer altas capacidades de transmisión con anchos de banda de más de 100 MHz obtenidos mediante agregación de canales de 20 MHz, tecnologías de antenas múltiples basadas en MIMO y transmisiones coordinadas multipunto.
Gracias a estas técnicas deberá ser capaz de alcanzar una tasa teórica máxima de 1 Gbps en movilidad de baja velocidad (usuario quieto o a pie) y de 100 Mbps en movilidad de alta velocidad (usuario en vehículo). Más allá de las nuevas capacidades de transmisión, LTE-Advanced permitirá alcanzar nuevas cotas de eficiencia espectral, llegando a picos de 30 bits por hercio en canales de 40 MHz.
Pruebas, pilotos y primeros despliegues
LTE-A ha comenzado ya a probarse y desplegarse en muchos países asiáticos y occidentales con resultados variopintos, ya que en cada región se utilizan implementaciones diferentes, lo que da lugar a velocidades y rendimientos dispares. Por ejemplo, uno de los primeros en anunciar su versión de LTE-A en 2013 fue SK Telecom en Corea, funcionando sobre un Galaxy S4 LTE-A y a velocidades de 150 Mbps.
En Rusia MeganFon también lanzaba su red LTE-A sobre 2.600 Mhz, a velocidades de 300 Mbps y dando cobertura a una relativamente grande zona de Moscú. ¿Más ejemplos? Pues en Australia Telstra lanzaba con éxito una red móvil LTE-A capaz de alcanzar los 450 Mbps utilizado la técnica de agregación de canales en diferentes bandas, uniendo dos canales de 20 MHz en la banda de 2.600 MHz con otro de 20 MHz en la de 1.800 MHz, cada uno con una capacidad de 150 Mbps.
Parecen velocidades espectaculares, pero ya existen pruebas incluso capaces de superar los 3,7 Gbps, como por ejemplo las llevadas a cabo por Nokia y SK Telecom haciendo uso de 10 espectros de frecuencias combinados.
España también quiere ir a la cabeza
En España también hemos querido estar a la altura y en diciembre de 2013 Vodafone anunciaba el comienzo de una serie de pruebas piloto en Madrid utilizando su red comercial en las bandas de 1.800 y 2.600 MHz con módems LTE precomerciales logrando velocidades sostenidas de 280 Mbps. Estas primeras pruebas tuvieron éxito y han llevado a la operadora a anunciar este mes de septiembre el lanzamiento comercial de su servicio LTE-A.
Telefónica no podía ser menos y también inició las pruebas de LTE-A en entornos abiertos el pasado enero, aprovechando la experiencia cosechada en otros países como Alemania, en donde la operadora activó la primera célula basada en esta tecnología con velocidades de 225 Mbps. Para ello utilizó componentes proporcionados Huawei, logrando velocidades de 150 Mbps en la banda de 2,6 GHz y otros 75 Mbps en la de 800 MHz (sumando así esos 225 Mbps).
La tercera gran operadora española, Orange, no se ha quedado atrás y después de los anuncios de Telefónica y Vodafone preparó en Valencia para clientes de empresas una demostración a la que pudimos asistir y en la que se mostró un enlace LTE-A con un límite teórico de 225 Mbps de bajada usando 10 MHz de la banda de 1.800 MHz y 20 MHz de la banda de 2.600 MHz.
Tarifas, terminales y cobertura, los principales problemas para la penetración masiva
La teoría pinta muy bien, pero la realidad es que, en la práctica y a pesar de que 2014-2015 se perfilaba como su fecha inicial de adopción, aún estamos lejos de poder utilizar LTE-A en el día a día cotidiano. ¿Por qué? Pues en primer lugar por la cobertura. Si todavía no existe una cobertura completa de LTE en España, la de LTE-A se demorará aún más, sobre todo en entornos rurales o con pocos habitantes.
Además tenemos el tema de los terminales. Será necesario utilizar un terminal compatible, actualmente muy escasos y caros para el público menos entusiasta de estas tecnologías. Por ejemplo, ahora mismo son compatibles algunas versiones del Samsung Galaxy S4 y S5, aunque no se venden en todos los países, o el LG G3 A, anunciado hace unas semanas.
Pero también nos enfrentamos al problema de las baterías, que presumiblemente volarán al usar estas nuevas velocidades (aunque se está trabajando para minimizar este problema) y por supuesto está la cuestión de las tarifas, aún por confirmar en nuestro país, pero que limitarán el uso de LTE-A a menos que se incrementen los gigas ofrecidos a máxima velocidad.
Entonces, ¿es LTE-A para mí?, ¿debo empezar a pensar en cambiar de móvil para poder usarlo? Bueno, siendo realistas, yo dirá que por ahora no, a no ser que seas un usuario entusiasta que busca tener lo último de lo último, de momento LTE-A es más una promesa de futuro a medio plazo que una realidad tangible.
En Xataka | LTE y LTE Advanced, ¿cuál de ellos es realmente 4G?
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