El mundo de la tecnología está lleno de inventos, descubrimientos y creaciones que prometen fantásticas prestaciones y funcionalidades maravillosas capaces de hacer lo imposible. Sin embargo, muchos de ellos, tras sorprendernos y entusiasmarnos sobre el papel, en algunas ferias y demostraciones, al final se quedan en nada.
El caso de la telefonía móvil y sus múltiples sistemas de conectividad no es una excepción. En los últimos años hemos asistido a multitud de promesas y visiones de cómo serían nuestras conexiones móviles, que nunca se han cumplido o que lo han hecho a medias. ¿Qué paso con todas aquellas estupendas ideas que tanto nos emocionaron?
Ponga una femtocelda en su salón
¿Cómo afrontar los problemas de cobertura y la creciente demanda de ancho de banda de los consumidores? Pues desde 2010 se nos venían vendiendo las femtoceldas como la solución ideal. Se trataría de que pusiésemos en el interior de casa y en los edificios de oficinas unas pequeñas estaciones base, tanto en tamaño como en potencia de emisión.
Servirían para conectar terminales móviles convencionales a las redes de las operadoras utilizando conexiones de Banda Ancha fija como ADSL, Cable, o Fibra Óptica y manteniendo la tecnología de red móvil existente (por ejemplo 3G o LTE).
En España, tanto Movistar como Vodafone probaron a ofertar este tipo de soluciones a algunos de sus clientes, pero por el módico precio mensual de entre 9 y 15 euros. Es decir, teníamos que pagar por "hacerles una parte del trabajo" a las operadoras. Por supuesto su éxito fue casi nulo, aunque todavía algunas empresas del sector siguen empeñadas en sacar nuevas versiones para el mercado profesional.
La conexión que venía de las bombillas
Conocidas como Visible Light Communications (VLC), Comunicaciones por Luz Visible, Optical WLAN o Li-Fi, desde hace más de cinco años llevamos escuchando las bondades de un nuevo tipo de conexión que permitiría llevar las redes de datos a las luces LED.
Cualquier lámpara sería un punto de acceso de alta velocidad, seguro, preciso y capaz de llevar vídeos en streaming hasta nuestros terminales con sólo ponerlos debajo de su haz luminoso. De las primeras demostraciones públicas en 2011 con velocidades de 10 Mbps se ha pasado a varios Gbps, pero parece que la tecnología nunca llega a cuajar.
¿Por qué? Pues uno de los problemas está en la necesidad de renovar la tecnología de las pantallas de los móviles para que sean capaces de recibir y emitir a través de las frecuencias de luz visible. Pero también está la necesidad de encontrar alguna aplicación que justifique la utilización de la tecnología, que haga imprescindible su instalación masiva en los terminales.
WiFi gratis para todos, en cualquier lugar y a gran velocidad
Si hay una promesa que viene rondándonos durante más de una década esa es la de que tendríamos WiFi gratis allá donde fuéramos, en cualquier lugar público y comercio privado al que entrásemos podríamos conectarnos a gran velocidad y de forma gratuita.
Es cierto que muchos establecimientos han incorporado accesos inalámbricos gratuitos para sus clientes, pero en la mayoría de las ocasiones y sobre todo en los espacios de uso público (parques, plazas, jardines, estaciones) las promesas se quedaron en nada.
La crisis económica de los últimos años paralizó muchos proyectos financiados con dinero público. Y para rematar la faena se desinfló la burbuja Gowex el año pasado, dejando a la ardilla que recorrería en WiFi España de punta a punta aislada y sin negocio.
Internet a bordo
No importaba el medio de transporte que eligieras. Todos tendrían conexión a Internet de calidad, barata (o gratis) y de alta velocidad. Para ello las compañías telefónicas se encargarían de instalar desde antenas especiales hasta redes de satélites que diesen cobertura en las largas distancias.
Ya fuera en tren, avión o barco, siempre tendríamos conexión a bordo desde la que navegar, chatear, enviar fotos de las vacaciones y presumir ante los amigos. ¿En qué han quedado estas promesas? Pues se han cumplido a medias.
La conectividad en transportes de larga distancia ha mejorado en los últimos años, pero su acceso desde nuestros móviles es más un servicio de lujo que uno al alcance de todos los bolsillos. En cuanto a la velocidad, es escasa y en general se reparte entre todos los viajeros con lo que al final no da mucho de sí.
4G, conexiones de alta velocidad para todos
Si estabas desesperado con tu conexión 3G a la hora de ver vídeos desde YouTube o enviar tus fotos a Facebook no tenías que preocuparte, porque 4G venía al rescate con velocidades de vértigo, latencias mínimas y precios que serían de lo más competitivo.
¿De verdad? Para empezar nos hemos venido enfrentando durante años a un serio problema de cobertura. Pero es que, además, todas esas bondades de 4G no podían ser atribuidas a LTE, puesto que bajo estas siglas no nos encontrábamos con auténticas redes de Cuarta Generación.
Hemos tenido que esperar a LTE-Advanced para empezar a ver velocidades de conexión similares a las que se nos prometían, aunque todavía quedan por resolver los problemas de falta de cobertura y sobre todo de las tarifas. ¿Para qué tanta velocidad si consumimos nuestros datos en unos minutos?
Tampoco se han terminado de implantar algunas de las funcionalidades extra de estas redes que cambiarían la forma de entender la telefonía móvil actual, como LTE Broadcast o VoLTE, que nos traería la siguiente generación de llamadas de voz de alta definición.
Ultrasonidos, la última frontera
¿Cómo poder comunicar nuestros gadgets entre sí y con el móvil de forma rápida y sencilla? Pues una de las alternativas que se viene proponiendo desde hace años son los enlaces basados en ultrasonidos (por encima de 15-20 KHz) que aprovechan los micrófonos y altavoces de los teléfonos.
Las aplicaciones serían múltiples e inmediatas, ya que este tipo de conexiones se perfilaban como las sustitutas ideales para NFC y otros sistemas de comunicaciones de corta distancia. Sin embargo, más allá de algunos sistemas puntuales parece que no han cosechado el éxito esperado, para alivio de bebés y mascotas.
LAA o LTE-U
En el último año viene sonando con fuerza otra tecnología que, pese al interés inicialmente despertado entre fabricantes y operadoras, parece no termina de despegar. Me refiero a LAA (License Assisted Access), también conocida como LTE-U (LTE-Unlicensed).
Se trata de un nuevo sistema de comunicaciones inalámbricas multibanda impulsado por Ericsson, que pretende reutilizar parte del espectro electromagnético libre en la banda de 5 GHz (también en la de 3,5 GHz, dependiendo del país) para dar conectividad LTE de alta velocidad a nuestros móviles.
Sin embargo, las posibles interferencias con el WiFi doméstico que ya funciona a esta frecuencia parece que están retrasando una implantación que debía ser casi inmediata, a pesar de que, en teoría, ambas tecnologías deberían ser capaces de convivir sin problemas.
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Foto | Jerome Bon
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