"Sin Telefónica no existiría Internet en España": César Alierta y la apertura de las redes de fibra a la competencia

"Sin Telefónica no existiría Internet en España": César Alierta y la apertura de las redes de fibra a la competencia
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Hay ocasiones en las que mientras estamos haciendo un comentario en público rápidamente nos damos cuenta de que quizá no suena igual de bien que como en principio nos parecía. Entonces tenemos básicamente dos opciones, rectificar nuestra desafortunada frase o huir hacia delante argumentando nuestra “perla” con todo aquello que se nos ocurra.

Esta última parece ser, en un primer análisis, la opción que ha tomado César Alierta, presidente de Telefónica, durante su intervención en el foro Aragonex y en donde, entre otras cuestiones, ha defendido la idea de que no existiría la Banda Ancha en España si no es por “obra y gracia” de Telefónica.

Alierta ha asegurado que Internet existe en España gracias a las inversiones en infraestructuras que ha realizado su compañía, lo cual no siempre se les reconoce: “no existiría banda ancha en España sin Telefónica, ni la habría ni la habrá sin nosotros”.

Su argumentación es simple: los accionistas de Telefónica pagaron al Estado, en el momento de la privatización de la compañía, las inversiones que éste había hecho. Desde entonces, han sido estos mismos accionistas los que han hecho posible las cuantiosas nuevas inversiones que la compañía ha realizado en España y en el mundo hasta convertirse en la multinacional que es hoy. Por todo ello, “Telefónica no le debe nada a nadie”.

Operadora dominante y alternativas: Diferentes posturas enfrentadas

Seguro que a más de uno os parecerá una postura claramente parcial y prepotente que quizá haya sido hecha pública por un desafortunado descuido, como decíamos al principio del artículo. Sin embargo, si leemos entre líneas, estas declaraciones forman parte de una estrategia más elaborada que pretende ir preparando el terreno para que ni desde Europa ni desde la CMT se obligue a la operadora a abrir las redes de fibra óptica a la competencia, como ya sucediera con las de cobre.

La eliminación del anterior monopolio exigía la apertura de las redes entonces existentes a los demás operadores, pero las inversiones en redes de fibra óptica, las actuales y las futuras, imponen nuevas condiciones de contorno a todos los actores implicados.

Por una parte Telefónica, la operadora dominante, se siente fuerte y segura de sí misma, capaz de afrontar por sí sola las inversiones necesarias para desplegar las redes de nueva generación, y posiblemente esté en lo cierto, aunque sólo en el largo-muy largo plazo.

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El problema es que estamos hablando de cifras tremendamente altas (por ejemplo, en los últimos 10 años ha invertido 24.000 millones en nuestro país y 84.000 en el resto de mercados), que hacen que la operadora no sea capaz de ofrecer estas conexiones de forma inmediata a una gran masa de usuarios.

Por otra parte tenemos a los operadores alternativos, que en algunos casos pretenden usar las redes de fibra que vaya desplegando Telefónica (por supuesto pagando la cuota que corresponda), minimizando sus inversiones en redes fijas y quizá apuntando más hacia las tecnologías móviles, sin exponerse a sufrir pérdidas por la amortización de dichas infraestructuras de fibra.

¿Quién tiene razón? Pues todas y ninguna. Cada empresa defiende sus intereses y Telefónica, como empresa que es, ha de defender a sus accionistas, manteniendo su ventaja competitiva frente a las otras operadoras. De ahí, por ejemplo, las trabas que hace unos meses denunció Orange a la hora de introducir los cables de su fibra óptica por algunos de los conductos de Telefónica y que finalmente tuvo que resolver la CMT.

Resultado del conflicto y posibles soluciones

Los perjudicados, como siempre, somos los consumidores españoles, que disponemos de una de las Bandas Anchas más caras y lentas de la UE y que en muchos casos parece sólo evolucionar en las grandes ciudades, donde las inversiones en infraestructuras son rentables en el corto-medio plazo.

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Entonces, ¿Qué podría hacerse? Una primera opción pasa por que el esfuerzo inversor necesario para el despliegue de estas redes de nueva generación se repartiese entre los distintos operadores. Una vez finalizado dicho despliegue, todas las compañías podrían competir en igualdad de condiciones (o en proporción a sus aportaciones a la inversión) sobre las mismas líneas de fibra óptica.

Otra opción sería que las grandes inversiones en infraestructuras las hicieran las administraciones públicas creando redes neutras que posteriormente se alquilasen a las operadoras para ofrecer sus servicios. Esto no es algo nuevo, sino que se viene haciendo en algunos municipios desde hace tiempo.

Por ejemplo, hace unos meses comentamos los casos de Viladecans y de Alfoz de Quintanadueñas en Burgos, que desplegó su red neutra de fibra por unos 200.000 euros para una población de unos 2.000 habitantes.

Alierta también ha señalado que Internet, tal y como la conocemos hoy en día, no puede existir sin conexiones fijas, es decir, no puede ser sustituida por las redes móviles, ya que cerca de un 70% del tráfico de los terminales móviles pasa al final por las redes fijas.

Como vemos, la solución al problema es bastante compleja, pero es necesario empezar a tomar medidas efectivas ya mismo si queremos seguir alimentando con conectividad a nuestros múltiples dispositivos y no queremos perder el tren de la competitividad que nos ofrece la Banda Ancha.

Más información | El Economista, Expansión
En Xataka On | La CMT obliga a Telefónica a compartir sus conductos de fibra óptica con las otras operadoras

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