Una productora demanda a los propietarios de las líneas desde donde se bajaron sus películas, aunque no hayan sido ellos

En el pasado ya nos hemos encontrado con algunas demandas por descarga de contenido con derechos de autor que, por decirlo de alguna manera, no tenían mucho sentido. Han sido numerosos los jueces que consideran que una IP no puede asociarse, inequívocamente, con el dueño de la línea, por lo que en ocasiones es difícil encontrar al verdadero infractor. Esto podría cambiar próximamente si se tiene en consideración una nueva demanda que precisamente quiere dictar cómo proceder en estos casos.

Concretamente hablamos de una demanda que se ha interpuesto en Massachusetts, Estados Unidos, por parte de una productora de contenido para adultos. En ella se acusa a más de 50 individuos de descargarse material protegido por derechos de autor. ¿La novedad en este caso? Que los acusados son los propietarios de las líneas que se han utilizado para el “delito”, tanto si han sido ellos como si no.

En concreto, la compañía demandante considera que cada uno de los acusados son directamente responsables de que se haya infringido la propiedad intelectual, independientemente de si han sido ellos o ha sido algún vecino que aprovechaba su red inalámbrica desprotegida. A efectos de la acusación, son tal culpables unos como otros, porque los usuarios denunciados tienen control de la conexión que se ha utlizado para realizar algo ilegal.

Por poner un ejemplo en términos menos tecnológicos: si yo tengo un coche pero por costumbre no suelo cerrarlo con llave y un buen día me lo roban para realizar un atraco a un banco, la culpa es tan mía como suya, salvo que como a ellos cuesta pillarlos entonces ante la duda me encarcelarán a mí por “facilitar” el delito. Aquí estamos hablando de coches, algo relativamente sencillo de controlar, pero si comenzamos a hablar de redes inalámbricas la cosa se complica. ¿Alguien de verdad ve lógico este argumento?

Siempre defenderé que proteger las redes inalámbricas es algo básico de cara a evitar problemas como éste, pero nadie obliga por ley a hacerlo. Hay usuarios que pueden decidir tener su red abierta para todos, tanto por filosofía propia o incluso por desconocimiento. Y aún voy más allá: ¿qué ocurre si tienes tu red protegida pero alguien utiliza alguna de las herramientas que exiten para romper esa seguridad sin ninguna dificultad? ¿Es el usuario culpable de que le “hackeen”? ¿Y qué pasa en los casos de los cibercafés, bibliotecas o demás lugares con acceso gratuito?

Vía | Computer World
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