Como parece ser que no había suficiente entretenimiento con toda esa cantidad de cosas interesantes que se han dicho en el EBE 2010, en determinados sectores de la prensa han dado voz un estudio que afirmaba que podría haber alguna posibilidad de que las ondas Wi-Fi dañasen a los árboles y, por ende, el ecosistema.
El miedo a las nuevas tecnologías no es cosa de hace de 10 años. Fueron unos cuantos los que se quejaron allá por por los inicios del la fotografía que la máquina podía absorver el alma de las personas. El mito se ha despegado de esas acusaciones, pero todavía los videojuegos nos vuelven locos, Internet estupidiza (aunque también lo hacen las presentaciones en Power Point y el fluor) y el Wi-Fi… ¿Mata árboles?
Pues no, al menos, que se sepa. Tranquilos los ecologistas, pueden seguir conectándose al router inalámbrico, no hay problema. Pero seguro que si alguno se pasó por la web de RTVE el lunes, se llevó un buen susto. En la noticia afirmaban sin complejos ni duda que, efectivamente, “Las redes wifi dañan a los árboles”. No solo eso, sino que además el estudio “había demostrado” que “la radiación de estas redes influye en su crecimiento y también perjudican a su corteza y hoja.”
La culpa, todo sea dicho, no es suya. La noticia salió de Europa Press, motivo por el que un gran número de medios generalistas (y no tanto) calcaron la información. Los más avispados supieron darle un tono mucho menos acusatorio, pero la mayoría (20 Minutos, Cadena Ser e incluso Muy Interesante) picaron un anzuelo que remediaron horas mas tarde, en algunos casos, pidiendo disculpas, cosa aplaudible.
Lo ocurrido entre el estudio original y la prensa lo recogen en Migui, un blog de ciencia donde se permiten dar una ligera colleja a todos aquellos que han buscado la noticia como si fuese acertada por naturaleza. Por supuesto, no se trata de decir que no existan tecnologías perjudiciales para la salud. No se trata de hacer una defensa loca argumentando que las ondas electromagnéticas nos dan vitaminas, sino de ser ecuánime.
A buen seguro alguna de estas tecnologías que comentamos cada día tenga consecuencias para la salud o el medio ambiente. Conocidas o no, más o menos perjudiciales, no seré yo quien lo niegue, pero quizás existe un especial temor hacia la tecnología a menudo injustificado, basándose en estudios interesados (como casi todos) y poco rigurosos que provocan usualmente un mal concepto de ésta. En esta ocasión solo se trataba de un estudio preliminar con apenas 20 árboles, pero el mensaje no va dirigido hacia los investigadores, sino a los que dan la voz de alarma.
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