Cuando hablamos de rumores de futuros smartphones, habitualmente se elucubra sobre la fecha de lanzamiento en base al comienzo del ensamblado de las piezas, el último paso antes de que el producto esté listo para salir al mercado. No obstante, es un proceso laborioso que suele llevar bastante tiempo y, sobre todo, muchos recursos, tanto enconómicos como tecnológicos y humanos.
¿Y si los móviles se pudieran ensamblar ellos solos? Suena a ciencia ficción, pero esto es justo en lo que están trabajando los especialistas del laboratorio de aautoensamblaje del MIT: un móvil que se monta por sí mismo.
Inspirándose en la naturaleza
Skylar Tibbits, investigador científico del departamento de arquitectura del MIT y también responsable del laboratorio de autoensamblaje, explica que la inspiración para crear materiales y productos en los que no es necesario la intervención humana en el ensamblaje viene directamente de la naturaleza. "Si nos fijamos en como las cosas son fabricadas en cualquier otra escala que no sea la humana -mira el ADN, las células, las proteínas o incluso a escala planetaria- todo está construido mediante autoensamblado".
En el laboratorio de autoensamblaje del MIT lleva un tiempo experimentando con materiales que pueden saltarse el proceso de montaje tradicional y ensamblarse por sí mismos, como la mesa que se monta por sí misma o un tipo de tela que podría posibilitar la creación de unas zapatillas que se aten solas como aquellas que vimos en 'Regreso al futuro'
Su último invento es el móvil que se monta por sí mismo, un concepto que, aunque todavía está en una fase muy germinal, podría ser una solución para reducir costes durante este proceso.
Así se ensambla el nuevo móvil del MIT
El dispositivo en cuestión parte de un diseño creado por el profesor David Mellis que consiste en un teléfono móvil básico que puede construir cualquiera, en otras palabras, un producto Do-it-yourself (hazlo tú mismo). El equipo de Tibbits tomó esta idea y realizaron una serie de modificaciones para que las distintas piezas se pudieran montar sin ningún tipo de intervención.
Para que los componentes se puedan unir se han empleado imanes con distinta polaridad, de forma que sólo las piezas correctas encajan, mientras que las partes incorrectas son rechazadas. Lo que hacen es meter todas las partes en una especie de tambor de centrifugado y, tras dar unas cuantas vueltas, se van uniendo poco a poco. Tibbits asegura que, a la velocidad correcta, todo el proceso se puede llevar a cabo en menos de un minuto.
El proyecto nació en 2013, pero sólo hace un año desde que empezaron a experimentar con el prototipo y Tibbits le ve muchas posibilidades de cara a la producción masiva, no sólo de dispositivos al completo, sino también de partes concretas, lo que podría abaratar los costes de forma considerable, aunque no estimulará la contratación de más personal.
Vía | FastcoDesign
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