Uno de los problemas de los componentes electrónicos actuales es que, pasada su cada vez más corta vida útil, generan cantidades ingentes de residuos perjudiciales para el medio ambiente y a la larga para nosotros mismos. El teléfono móvil no es una excepción, y aunque algunos de sus elementos metálicos son susceptibles de ser reciclados, otros derivados del petróleo son casi imposibles de reutilizar.
De ahí la importancia de trabajos como el presentado recientemente en la Universidad de Wisconsin-Madison acerca de la utilización de celulosa microfibrilada (MFC), también conocida como nanofibra de celulosa (CNF) o nanocelulosa, como elemento para la base de los chips de comunicaciones de los móviles y otros dispositivos.
El material es completamente biodegradable, ya que se extrae de la pulpa de celulosa (de las plantas) a través de un proceso de homogeneización y sometimiento a altas presiones que dan como resultado un gel al que posteriormente se le puede dar la forma deseada.
El resultado es un sustrato sobre el que se puede situar la electrónica del móvil sin depender del petróleo, cuyos desechos son tóxicos. Además, la nanocelulosa tiene la ventaja de que es flexible, con lo que pueden fabricarse componentes para móviles con pantallas curvas.
¿No tiene pegas? Pues sí. Por ejemplo, el material es peor conductor del calor, con lo que hay que tener en cuenta nuevas formas más eficientes para disipar la temperatura de los chips. Si tenéis curiosidad, os recomiendo leer el artículo de Nature en el que se ha publicado el estudio completo.
Más información | Nature
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