El lanzamiento del iPhone 4 ha supuesto un evento demasiado predecible, a tenor de todas las filtraciones que han anticipado tanto el diseño como algunas de las funciones, muchas de ellas ya vistas en la presentación del ahora denominado iOS 4 meses antes. Y es precisamente para este nuevo sistema operativo para los que muchos esperamos ver las primeras aplicaciones y el uso del nuevo hardware que puedan realizar de cara a “todos” los dispositivos móviles de Apple.
Todo ello se reduce a simples matemáticas. La pantalla del iPhone 4 tiene una resolución de 960×640 píxeles, lo que hace un total de 614.400 píxeles, mientras que el iPad tiene una pantalla de 1024×768, lo que significan 786.432 píxeles. Es evidente que, la reescritura a la que tienen que ser sometidas las actuales aplicaciones, aliviarán la presión a la que muchos desarrolladores sin recursos se ven sometidos a la hora de llevar sus aplicaciones a los iPhone, iPad y iPod touch.
Evidentemente esto es una mera conjetura, que muy posiblemente se verá echada por tierra cuando las nuevas versiones de todos los aparatos vayan llegando de forma paulatina, en el que posiblemente veamos un iPad con una pantalla mejorada. No obstante, si el fabricante hace negocio con su tienda de aplicaciones, ¿qué es lo que se lo impide a los programadores aprovechar la coyuntura?