Nueva vuelta de tuerca a las regulaciones de los dispositivos electrónicos en territorio europeo: aparte de la obligación del USB C como puerto de carga, y de que la carga rápida debe ser compatible con Power Delivery (más estándar), la Unión Europea planea obligar a que los fabricantes faciliten el recambio de las baterías en sus dispositivos. Sería la vuelta de los móviles con batería extraíble.
Los teléfonos clásicos, aquellos que poblaban nuestros vidas antes de que dominase el smartphone, ofrecían varios aspectos imbatibles. Uno de ellos era la autonomía: como no gastaban mucho tampoco consumían demasiado; otro era la opción de cambiar la batería en 30 segundos. Nada de llevar el móvil al servicio técnico, esperar varios días y pagar una fortuna a cambio: bastaba con retirar la carcasa, quitar la batería, poner la nueva y cerrar el teléfono. ¿Lo echabas de menos? Pues lo mismo vuelve.
"Baterías más fáciles de extraer y sustituir", dice Europa
Como ha ocurrido con otras normativas que poco a poco fueron reestructurando el ámbito tecnológico de los europeos, la Unión ha comenzado los trámites para obligar a que los fabricantes distribuyan los dispositivos con baterías extraíbles. En concreto, dichas baterías deben ser fáciles de extraer y de sustituir, es justo lo que dice el acuerdo provisional europeo.
Según consta en la web del Parlamento Europeo, los parlamentarios se han puesto de acuerdo para promover una normativa que regule el uso de las baterías en el territorio. Sin que aún sea vinculante, todas las empresas que comercialicen dispositivos con baterías deberán garantizar que los componentes fueron extraídos de forma sostenible, tendrán que reciclarlos correctamente y, lo que más nos atañe, todos los dispositivos electrónicos de consumo tendrán que favorecer el intercambio de las baterías por parte del usuario.
De aprobarse la normativa, y una vez ésta se convierta en ley, los móviles y tablets vendidos en Europa tendrán que incluir baterías extraíbles. Esto es, el intercambio de este componente no se realizará sólo en los servicios técnicos; por lo que recuperaremos una de las cualidades que tenían los móviles hace diez o quince años: la posibilidad de intercambiar baterías en poco tiempo y sin esfuerzo.
Pese a que la normativa es positiva, ya que todo lo que favorezca al usuario es de agradecer, obligar a que los móviles faciliten el acceso a su interior traería consigo ciertos inconvenientes que ya estaban más o menos solucionados. Perderemos la protección contra polvo y agua (ningún fabricante va a garantizarla si el usuario puede desmontar el teléfono), los diseños dejarán de ser tan compactos, el cristal de la cara trasera podría casi desaparecer y la carga inalámbrica no sería tan habitual. Por no hablar del precio: cambiar tan drásticamente el diseño de los móviles implicará un aumento de coste; que se verá repercutido en el precio final.
De momento, el Parlamento Europeo ha llegado a un acuerdo, aún queda mucho tiempo para que la normativa se haga efectiva. Si es que finalmente lo hace en los términos planteados: el proceso será largo y estará abierto a cambios.
Más información | Parlamento Europeo
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