Ya no hablamos de crisis de los semiconductores, ahora ha derivado en la "batalla" de los chips. Se trata de un paso más en la particular contienda que Estados Unidos y China mantienen desde hace unos años y con el que el gigante occidental quiere asfixiar uno de los motores de la economía china.
Y no es algo que tenga que ver exclusivamente con el mercado de los dispositivos de andar por casa, sino con el entramado militar. Es lo que preocupa a Estados Unidos y, por eso, poco a poco ha ido consiguiendo aliados para marginar la industria china de los semiconductores. Y bueno, esto tiene más implicaciones con una Rusia a la que también se está dando de lado, pero nos vamos a centrar en el conflicto entre Estados Unidos y China.
Japón, Corea del Sur y Estados Unidos, la 'entente cordiale' de los chips contra China
La contienda entre Estados Unidos y China en el plano tecnológico no es nueva. ZTE y, sobre todo, Huawei fueron "víctimas" de las tensiones entre ambas potencias. Además, poco a poco se ha ido empujando a las empresas estadounidenses a buscar nuevos centros de fabricación para sus chips.
TSMC, la empresa que domina la fabricación de chips a nivel mundial, ha ido abriendo nuevas fábricas fuera de China. Cuentan con la tecnología más avanzada (ya están trabajando para crear una litografía de dos nanómetros) y, por ejemplo, Europa está invirtiendo cantidades obscenas para atraer a Intel o a la propia TSMC, que parece inclinada al bando occidental por la dependencia de empresas como Qualcomm o Apple.
Diferentes países están haciendo su "guerra particular" contra China y, por ejemplo, hace unos días el Gobierno de Países Bajos aprobó nuevas sanciones para que las empresas chinas no puedan comprar equipos litográficos UVE (la litografía de ultravioleta extremo que nunca había vendido a China), pero tampoco los UVP, otra sofisticada tecnología de la empresa AMML.
Que los países europeos se iban a poner del lado occidental era algo que estaba claro. Ya lo vimos con las redes 5G de Huawei o con la postura de Alemania y sus importantísimas ópticas ZEISS, necesarias para que los equipos de construcción de los microchips puedan trabajar de manera más eficiente.
Sin embargo, no son los únicos y, en el lado oriental se encuentran tanto Japón como Corea del Sur. Japón siempre ha sido un aliado de Estados Unidos en su postura contra China y, además, juegan un rol importantísimo en la fabricación de semiconductores. Y es que, la empresa Tokyo Electron, entre otras, suministran con equipos litográficos a distintas compañías chinas.
Corea del Sur, por otra parte, es el hogar de Samsung. El gigante coreano se está posicionando como el segundo mayor fabricante de chips a nivel mundial, solo por detrás de TSMC. Recientemente, Samsung declaró que estaban reforzando sus equipos de desarrollo con importantes fichajes y, como dato, un 20% de las exportaciones totales de Corea del Sur son semiconductores. De ese 20%, un 60% son comprados por China.
Hay una relación de dependencia mutua: Corea del Sur es económicamente dependiente de este mercado, pero China también necesita los chips coreanos para su propia industria. Ahora, Corea del Sur está tratando de llegar a acuerdos con Japón para tener acceso prioritario a materias primas y maquinaria con el que poder reforzar su industria y, al final, junto a las políticas estadounidenses y los movimientos europeos, el objetivo es hacer que China pierda su condición de potencia en la fabricación de semiconductores.
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