Estimados fabricantes de smartphones: en los últimos años hemos visto cómo sus dispositivos se han convertido en verdaderas maravillas de la tecnología, con unas prestaciones y rendimiento hardware que venían acompañadas de una oferta software fantástica para todos los usuarios.
Estamos muy contentos con lo conseguido en terrenos como la convergencia entre el smartphone y la cámara de fotos, con las pantallas y resoluciones, con los procesadores y con los actuales sistemas operativos móviles y sus aplicaciones. Y sin embargo, parecen haberse olvidado del gran problema del mercado: la autonomía de las baterías de nuestros smartphones.
¿Es que nadie investiga en baterías para smartphones?
Resulta sorprendente lo mucho que se ha avanzado en todos esos campos, y lo poco que han evolucionado unas baterías en las que se siguen utilizando básicamente los mismos principios que cuando aparecieron los primeros dispositivos móviles.
El problema es que esa evolución no ha sido paralela: los requisitos impuestos por los nuevos procesadores y pantallas han hecho que la tecnología de baterías se haya quedado claramente atrás. Resulta prácticamente imposible lograr que un smartphone actual supere una jornada normal de uso sin amenazar con esos temibles avisos de "batería baja".
Teniendo en cuenta que nuestro uso del móvil va a más, y no a menos --los servicios y aplicaciones invitan a estar sacando el móvil del bolsillo cada tres por cuatro-- es preocupante que muchos usuarios tengan que seguir luchando contra esas autonomías limitadas de batería mediante todo tipo de mecanismos.
Esas necesidades también irán a más debido a la implantación masiva de mejores y mayores prestaciones para nuestros smartphones. Mayores diagonales de pantalla, mayores resoluciones --prepárense Vds. para los 2K en 2014--, mejores procesadores --¿quién los necesita?-- y el uso de redes 4G que tampoco ayudan en esos consumos de batería.
Quizá no sean necesarios terminales tan delgados
Cierto que el diseño de los smartphones más modernos suele premiar a aquellos dispositivos en los que el grosor se ve reducido de forma drástica. Esos terminales suelen ser más atractivos y vistosos a primera vista, pero ¿no sacrificaríamos muchos algunos milímetros para contar con baterías de mayor capacidad?
Teniendo en cuenta que a corto plazo no parece haber una solución clara al problema, me temo que esa apuesta por la delgadez resulta contraproducente. Cierto que existen carcasas en las que es posible obtener una batería adicional, pero esa solución dista mucho de ser perfecta. Como tampoco lo es lo de llevar a cuestas una segunda batería en smartphones que disponen de baterías intercambiables, que son cada vez más la excepción a la regla entre los grandes fabricantes.
Lo ideal, que ese compromiso exista de forma nativa, en un smartphone que sí, probablemente sea algo más voluminoso --ya se comentó en Xataka Móvil--, pero que garantizaría jornadas de trabajo y ocio móvil mucho más satisfactorias. A falta de una solución de futuro clara, créanme ustedes, ofrecer un terminal algo más grande y pesado pero con una batería en condiciones podría hacerles ganar a ustedes muchos puntos.
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