Si hablamos de fábricas de semiconductores, nombres como Foxconn o TSMC salen a la palestra. Está claro que son dos gigantes, pero estos últimos meses se ha hablado mucho, muchísimo, de ASML. Y no por polémicas relacionadas con las condiciones o con que pague más a quienes fabrican Huawei que a los que fabrican iPhone, como ocurre con otras empresas, sino porque están en el medio de una guerra comercial y tecnológica.
A continuación, vamos a ver por qué ASML está en el ojo del huracán en el conflicto que estamos viviendo entre China y Estados Unidos y, sobre todo, qué implicaciones tiene para la industria y los usuarios todo este culebrón tecnológico.
Por qué se habla tanto de ASML
ASML es una empresa europea, de Países Bajos, concretamente. Y, al contrario que otras como Samsung, SMIC o TSMC, no fabrican procesadores ni chips, sino algo mucho más importante. Y es que, ASML tiene la tecnología para fabricar las máquinas necesarias en la manufactura de chips.
Por eso, incluso en años en los que la industria de los semiconductores no han ido bien debido a la crisis de este componente, ASML hacía números de infarto en ventas. Hay dos motivos: son muy buenos en lo que hacen y, además, no tienen competencia.
ASML produce, en estos momentos, la maquinaria más avanzada de litografía de ultravioleta extremo. Es la tecnología necesaria para crear chips con litografías cada vez más pequeñas y, sin este tipo de máquinas, los pasos a 3 o 2 nanómetros que persigue la industria se antojan… complicados.
Dicho esto, y sabiendo que ASML es una pieza vital del puzle tecnológico, también es un objetivo. China necesita la última maquinaria para poder seguir impulsando su industria de los semiconductores. Estados Unidos, por su parte, está ejerciendo su influencia occidental para prohibir que ASML venda sus máquinas avanzadas a China.
Tanto Estados Unidos como el Gobierno neerlandés han puesto en marcha medidas para que ASML no pueda vender a China ciertas máquinas, las más avanzadas. Sí, pueden seguir exportando máquinas que no sean de última generación -las DUV-, pero las UVP y EVE, necesarias para lograr esa miniaturización de los chips, no pueden caer en control de China.
Cuál es la respuesta de China
La situación entre ambas potencias lleva tensa desde hace años, algo que se intensificó con el veto a Huawei. Sin embargo, con el reciente lanzamiento del Huawei Mate 60 Pro y sus componentes prohibidos, Estados Unidos ha apretado más las tuercas a China.
La escalada se produjo cuando nos enteramos que China había conseguido fabricar un chip en 7 nanómetros con tecnología 5G. Estados Unidos no pensaba que este fuera un escenario realista a corto plazo y, además, siguen pensando que es una situación insostenible si se quieren fabricar en masa.
Sin embargo, Huawei tiene unas previsiones bestiales para el año que viene, móviles como los Nova 12 demuestran que siguen desarrollando nuevos procesadores y es algo que Estados Unidos quiere evitar, o frenar, a toda costa.
El gigante asiático está poniendo medidas para fortalecer su industria y las fábricas pueden utilizar complejos y pesados procesos de fabricación para ir más allá de los 7 nanómetros sin necesidad de contar con las máquinas de última generación de ASML, pero está claro que el proceso será complicado.
Las implicaciones de la guerra tecnológica y comercial para el usuario
Hecho un resumen de la situación, toca preguntarse… ¿cómo nos afecta todo este culebrón con ASML como protagonista? Podemos pensar que de ninguna manera mientras otras compañías sigan trabajando con procesadores de Qualcomm o MediaTek fabricados en plantas de TSMC, por ejemplo, pero a medio y largo plazo, sí puede afectarnos.
Lo más inmediato es lo que tiene que ver con Huawei. Aunque la compañía china no está lanzando sus últimos móviles en occidente, si lo hiciera, recibiríamos móviles menos potentes que los de la competencia directa (debido a que los chips que están produciendo están alguna generación por detrás de los de Qualcomm o MediaTek).
Sin embargo, no hay que pensar que el precio de esos móviles sería menor debido a que los recursos que está invirtiendo China -en concreto la empresa SMIC- para fabricar estos procesadores son considerables. Por tanto, tendríamos móviles al mismo precio o superior que los de su gama, pero con un rendimiento inferior.
Y esto no sólo va de los móviles Huawei. China ya ha demostrado que no le tiembla el pulso a la hora de responder a los vetos occidentales. Por ejemplo, el país asiático controla la mayor parte del procesado de tierras raras. Esto se utiliza para crear muchísimos componentes electrónicos, pero sobre todo imanes y piezas que están dentro de las baterías de los coches eléctricos.
Con una China poniendo trabas a estos materiales, el acceso a los mismos será más caro y puede haber tres escenarios: que la cadena de producción de los coches eléctricos no de abasto, ralentizando las entregas de vehículos a los clientes. Que el precio de los mismos sea superior porque la materia prima ha subido. O las dos situaciones a la vez.
De hecho, Europa ya está preocupada por ese control de China tanto de las tierras raras como de elementos como el galio o germanio que, de nuevo, son cruciales para la industria de la electrónica.
Por tanto, todo esto no va sólo de Estados Unidos contra China y Huawei entre medias, sino que afecta a una industria creciente -la de los vehículos eléctricos- y a muchas otras ramas de la industria tecnológica a nivel mundial. Y cuando eso ocurre, al final el afectado siempre es el consumidor… y su bolsillo.
Y, evidentemente, estas restricciones también están afectando a una ASML que puede ver cómo sus ganancias se desploman si China, uno de los países más importantes del mundo, no puede comprar la maquinaria de última generación. Lo que está claro es que el conflicto está lejos de terminar y la situación es cada vez más tirante.
Imagen de portada | ASML
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