El Moto X y la difícil lucha contra la irrelevancia

El Moto X y la difícil lucha contra la irrelevancia
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Fue uno de los terminales más esperados del año. El renovado asalto de Motorola al mercado de los smartphones se produjo, al fin, en forma de su Moto X, un terminal que quizás no fue tan revolucionario como algunos pensábamos, pero que ha sido una apuesta diferente, original y, yo diría, valiente.

Porque aunque a priori el Moto X entre de lleno en la categoría de terminales de gama media por prestaciones, hay muchos elementos que lo definen como un smartphone diferente.

¿Un castigo desmesurado?

El precio de comercialización del Moto X no fue especialmente acertado --su lanzamiento, en realidad, me pareció un absoluto esperpento--, y eso ha provocado una demanda inicial que se ha ido reduciendo con el tiempo. Según el Wall Street Journal, Motorola ha logrado vender apenas medio millón de unidades de este smartphone desde su salida al mercado.

Moto X

Los 199 dólares que se establecieron como precio con contrato de 2 años lo situaban como un gama media con precio de gama alta. Craso error de Motorola, que pedía quizás demasiado por las tres grandes novedades del Moto X: el "ensamblaje" en EE.UU., la personalización de su aspecto exterior, y su Touchless Control.

Motorola no tardó en dar un paso atrás en su propuesta de precio, y ahora es posible obtener el terminal por 99 dólares con contrato, y por 499 dólares libre. Llegan 3 meses tarde, y lo hacen además con una propuesta ensombrecida por el asombroso atractivo de un Nexus 5 muy superior en hardware, con una experiencia Android pura, y que tiene un precio absolutamente rompedor. Difícil competir contra un gama alta a precio de gama media.

¿Es irrelevante la personalización?

Uno de los ases en la manga con los que Motorola contaba desde el inicio era esa personalización de la que todos hablaban. Algunos soñábamos con una personalización hardware: poder elegir procesador, memoria o capacidad de almacenamiento era demasiado bonito para ser verdad.

Moto Maker

Al final todo se quedó en una personalización exterior que aparentemente ha acabado siendo irrelevante. O al menos, mucho menos relevante de lo que probablemente Motorola creía en un principio. Elegir los colores y acabados exteriores de carcasa y botones no era tan importante.

Puede que en eso hayan tenido que ver todas esas empresas que fabrican carcasas para nuestros smartphones favoritos, y que en esencia permiten que los personalicemos con el valor añadido de la protección del terminal. Contar con un modelo a nuestra imagen y semejanza, curiosamente, no ha dado resultado.

Debe haber sido muy duro asumir la irrelevancia de una personalización tan trabajada (Moto Maker mola). A priori parecía un valor seguro: a la gente le encanta diferenciarse de los demás y destacar con cosas como los coches o los móviles, y lo demuestra la famosa versión dorada del iPhone 5S (al que yo llamo iPhone 5S choni) que ha causado mucho más furor del que jamás hubiera imaginado. Y sin embargo, el factor personalización parece haber fallado.

El Moto X y la coherencia hardware

Otro apartado en el que Motorola también dio la sorpresa --para la mayoría, negativa-- fue en la elección de los componentes hardware de su terminal fanquicia. El Moto X utilizaba una versión especial del Snapdragon S4 Pro, un micro dual-core que aún así se comporta de forma más que decente, rondando los 20.000 puntos en AnTuTu, por ejemplo.

Moto X

Lo importante de la apuesta de Motorola fue la integración de su llamado Motorola X8, un nombre algo grandilocuente que hacía referencia al número total de núcleos de la unidad de proceso: 2 para la CPU, 4 para la GPU Adreno 320, 1 para reconocimiento de lenguaje natural (Touchless Control) y 1 para la computación contextual (sensores).

La memoria RAM (2 GB), la capacidad de almacenamiento (16 GB) y su batería (2.200 mAh) parecían razonables para la configuración de un gama media, como también lo era su pantalla 720p, quizás algo decepcionante por esa resolución que debería haber influido en un precio más a la baja.

Donde probablemente Motorola descuidó al usuario fue en el apartado de la cámara, con un sensor de 10 Mpíxeles y 1/2,6 pulgadas, flash LED y una apertura f/2.4. Todos esos parámetros eran aceptables, pero los resultados --con actualización firmware indispensable-- han demostrado que el Moto X no pasará a la historia por su cámara de fotos.

Yo consideraría a ese como el pero de un terminal que por lo demás abogaba por la coherencia: la inmensa mayoría de los usuarios no necesitan más prestaciones hardware. El problema es que esa configuración debería haber sido mucho más barata. ¿Cuál fue la razón de ese alto coste?

Motorola paga un alto precio por el ensamblado en EE.UU.

Me temo que este ha sido el gran error de una Motorola que debía haber lanzado el terminal de una forma mucho más ambiciosa --con disponibilidad prácticamente global usando a Google de apoyo-- y, desde luego, con un coste de fabricación mucho más comedido.

Moto X fabricación

Fuente: The Verge

Es evidente que el ensamblaje en Estados Unidos ha supuesto un obstáculo importante para abaratar el precio del terminal. El recorrido por la factoría de Motorola --Nokia ya la había utilizado en el pasado-- es alentador por sus buenas intenciones y por el beneficio para el empleo.

Sin embargo la jugada --tenga componentes políticos o no-- no le ha salido especialmente bien a Motorola. Es más que probable que el coste del ensamblado sea mucho más alto en esta planta que en las localizaciones habituales en el sudeste asiático, y eso lógicamente habrá tenido un impacto notable en el precio final de venta de estos dispositivos.

Touchless Control podría ser más relevante de lo que parece

La característica más llamativa de los Moto X es, sin duda, la activación y el control por voz del terminal. Uno de los procesadores del SoC Motorola X8 se encarga de estar siempre a la escucha esperando que pronunciemos las palabras mágicas ("Okay Google Now") incluso si el móvil está bloqueado.

Esta escucha activa no ha podido ser aún imitada en ningún otro terminal del mercado. Dispositivos como el Nexus 5 hacen uso de una escucha similar, pero solo si hemos desbloqueado previamente el móvil. Resulta sorprendente que nadie lo haya conseguido, sobre todo teniendo en cuenta que los Snapdragon 800 de Qualcomm ya soportan esta característica desde hace tiempo.

Los que la han probado parecen encantados con una característica especialmente útil en escenarios clásicos --al volante, en la cocina-- pero que abre las puertas a otros muchos aún por descubrir. Ni Motorola ni Google (parece que los ingenieros de una y otra no se llevan especialmente bien) han logrado impulsar el uso de ese reconocimiento y control de voz que podría ser uno de los grandes ases en la manga de los terminales Android en el futuro.

Conclusiones: la irrelevancia tiene precio

Actualmente el Moto X se vende libre por 499 dólares (579 dólares para la Developer Edition), 100 dólares por debajo de su precio original. Y aún así, la relación precio/prestaciones sigue yendo en contra de Motorola y de este gama media caro.

Moto X Developer Edition

Probablemente Motorola no pueda hacer mucho más en este apartado: el Moto X era, como apuntaba en una reflexión anterior, un paso en la dirección adecuada, pero no el paso definitivo. El alto precio no parece justificar unas cualidades interesantes pero en ningún caso tan contundentes como para superar a otros dispositivos muy atractivos en estos momentos.

Quizás el inminente Moto G cambie las tornas para una Motorola que no obstante tiene el mérito de haber intentado algo diferente y, como decía al principio, valiente. Apostar por la fabricación (o más bien, ensamblado) nacional --en EE.UU.-- y por apartados como la personalización era complicado, y el competitivo mercado ha dado su --casi siempre-- cruel respuesta. Pero esto no debe ser más que un acicate para esta empresa que muestra visos de recuperación.

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