En bq tienen clara su apuesta por Ubuntu y nos traen su segundo terminal con este sistema operativo. El BQ Aquaris E5 HD Ubuntu Edition se trata de la iteración del modelo E4,5, un terminal de gama baja-media que era presentado en 2014 como culminación del acuerdo con Canonical para que finalmente fuese el fabricante español el que lanzase los terminales con su plataforma. Así ha sido nuestra experiencia con él.
Diseño y materiales: la comodidad del modelo conservador
La austeridad parece la seña de identidad del conjunto de este terminal tanto a nivel de software como a nivel de hardware, en este último aspecto de hecho es algo que conserva de su antecesor.
Construido en plástico, el material es agradecido al tacto y con el material anti-huellas que realmente funciona. Sin ser endeble, no aporta demasiado peso pudiendo dar esa falsa sensación de baja calidad que en realidad no es tal, quedando un peso total de 134 gramos.
Así, el terminal mantiene el diseño con el consecuente aumento de tamaño dado que en esta ocasión monta un panel de 5 pulgadas de resolución HD 720 x 1280 (unos 294 ppp), la misma que el que sería uno de sus rivales directos, el Moto G de segunda generación.
Una pantalla que puede quedar justa si exigimos algo más en cuanto a resolución y cuyo ajuste de brillo automático tiene algún fallo puntual, si bien esto puede corregirse a nivel de software. No obstante, el nivel máximo de brillo es satisfactorio, llegando a los 280 nits, así como los ángulos de visión. La respuesta táctil es también aceptable.
Sonido
Tanto a nivel de altavoces como al usar auriculares, la calidad y el volumen son satisfactorios, de hecho llega a alcanzar los 130 decibelios de volumen máximo (por altavoz) sin que la calidad se resienta en exceso, permitiendo que las notificaciones se oigan en ambientes ruidosos. Los altavoces se sitúan en el borde inferior como en el caso de su antecesor, evitando la atenuación al apoyarlo cuando se sitúan en la parte trasera.
Las cámaras: el hardware ensombrecido
Pese a mis reticencias con los números, las especificaciones siempre son una guía, y con unas cámaras trasera de 13 megapíxeles y f/2.2 y delantera de 5 Mpx y f/2.4, esperas una buena experiencia, sobre todo teniendo en cuenta los resultados con otros terminales de la misma gama, como el que citábamos antes, el Moto G 2014, un terminal relegado a la baja gama y cuya cámara te aleja (en la mayoría de escenarios) de encontrarte en ese rango.
El resultado, sin embargo, se ve entorpecido tanto por la experiencia con la interfaz (muchas opciones pero con difícil acceso) como por las dificultades que pone el propio software. Un refresco y un disparo excesivamente lentos, tanto que llega a sorprender en comparación incluso a otros lags que se sufren al manejar el sistema. De esto hablaremos un poco más al tratar el software y el rendimiento.
Las fotografías en general experimentan una falta de nitidez que se acentúa lógicamente en espacios cerrados o cuando hay menos luz. El enfoque manual, dentro de lo que cabe, es bastante obediente, y pueden sacarse buenas macros con un poco de paciencia. El principal hándicap es la lentitud del disparo, que requerirá una paciencia extra al esperar tras pulsar el botón y que nuestro objetivo sea más bien inanimado.
Los resultados con la cámara frontal son bastante mediocres incluso a plena luz del día, si bien es algo que nos solemos encontrar en teléfonos de baja y media gama, megapíxeles a parte. Con el vídeo pasa algo similar, si bien se agradece el poder enfocar con un toque cuando el autofocus falla con los cambios de luz, pero la calidad es baja y, como en las fotos, los fotogramas también sufren de exceso de acuarelas.
El tú a tú con Ubuntu Touch
La propuesta de los de Canonical es un sistema basado en olvidar el modelo de cajón/escritorio con las apps o tiles y trabajar con unas secciones dispuestas a modo de páginas, los denominados Scopes, entre los cuales podemos elegir entre “Nearby”, “Música”, “Apps” y “Fotos” entre otras.
Con un pre-load bastante estándar y rápido, la interacción con el sistema empieza con una pantalla de bloqueo bastante característica por presentar avisos (de dudosa utilidad, como las fotos realizadas) y notificaciones en una rueda con la que existe poca interacción (con un doble tap podemos ir viendo estas informaciones).
Se navega entre secciones con swipes, cada una de ellas a su vez con sub-secciones, y toda ellas vienen activadas por defecto pero pueden desactivarse al gusto de manera sencilla. Comentar que en el caso de la pestaña “Hoy”, por ejemplo, podemos ver la información climatológica, para lo cual requiere usar la localización y funciona muy bien.
Además de esto, tenemos una barra de accesos directos a apps y a la pantalla principal si deslizamos de izquierda a derecha y la multitarea si deslizamos del borde derecho hacia izquierda (con un swipe en esta dirección cambiamos de tarea, sin partir desde el borde). Accedemos al centro de control con las notificaciones y otras secciones para ajustar si deslizamos de arriba a abajo (es bastante completo en comparación a la cortinilla de otros sistemas).
Vemos, por tanto, que Ubuntu Touch escapa de lo convencional con un manejo por gestos y unas secciones que hacen olvidar al usuario lo botones, al estilo de BB10. Quizás por esto, por plantear una navegación distinta a lo habitual, cueste un poco entender la lógica y la jerarquía de prioridades del sistema: aquí las apps no son lo primero.
Pero el problema no es que no sean lo primero, es que no son, directamente. Tras dos años del lanzamiento de este sistema, pocos servicios tienen su app o, mejor dicho, su webapp, cuyo funcionamiento en algunos casos es nefasto y perjudica más que ayuda.
Es por tanto esto, la falta de apps y su mal funcionamiento lo que principalmente coarta la experiencia con este sistema. Si bien en mi caso la falta de WhatsApp no ha sido un gran problema, otros aspectos como el no tener notificaciones de los mails, la falta de otros servicios (como Slack) o el hecho de que no pueda crearse un punto wifi (compartir red) sí han supuesto un problema y, en conjunto, motivos de peso para no plantearme ese sistema.
Rendimiento: otro cuello de botella
El BQ E5 monta un procesador MediaTek Quad Core Cortex A7 a 1.3 GHz con una GPU Mali 400-MP2 a 500 MHz y 1 Gb de memoria RAM, lo que teóricamente lo encuadrarían en la gama media. La experiencia, sin embargo, más que sumar puntos para permanecer aquí, los quita.
A excepción de la navegación por las pestañas del sistema, los tirones son habituales. Cuando una app es algo más exigente (sin ser siquiera un juego u otra con alta carga gráfica) la carga es lenta y a veces errónea, planteando exasperantes luchas entre teclado e interfaz, y recurriendo puntualmente a la multitarea para reiniciar apps cuya carga no se ha realizado.
La desesperación llega con la cámara: desde el tap en el botón hasta la acción del obturador es habitual que pasen dos segundos, cifra que se dobla si seleccionamos el disparo en HDR. Incluso el más aficionado a la fotografía móvil prefiere no intentarlo, más aún teniendo en cuenta el componente de compartir de ésta y lo mediocre (o ausente) de lo clientes de mensajería y apps sociales.
La batería: esto tiene truco
Cuando valoramos la autonomía, nos ayudamos del software para tener cifras, como base objetiva y empírica, y a ello añadimos nuestra experiencia en base a nuestro día a día, teniendo en cuenta actividad y tipo de conexión entre otros factores.
Esta parte, la de la experiencia, se relativiza si el propio terminal nos la limita: en este caso es imposible tener una idea “pura” o comparar de alguna manera, ya que no he podido tener una experiencia plena por la falta de apps. Y esto es menos uso, menos rato de pantalla encendida y menos vibración y sonido.
La batería del bq E5 es de 2500 mAh, una cifra dentro de lo esperado en un terminal de sus dimensiones. En la práctica, son suficientes para acabar el día, con una duración media de unas 24 horas, reduciéndose en casos de poca cobertura, cosa que implica una mayor exigencia a la hora de cargar apps y elementos por parte del usuario.
¿El truco? Truco no hay, pero sí cierto gato encerrado, el gato de que el número de notificaciones es ínfimo, bien por ausencia de app o bien porque éstas no se dan, como en el caso de la app de Gmail. Si bien son carencias de las apps y no del sistema, en cuanto a la experiencia de usuario y a la batería son determinantes.
Conclusiones
Los inicios nunca son fáciles por muy buena que sea tu propuesta si el terreno al que pretendes entrar no es un páramo inexplorado y fértil, sino un ring con grandes titanes en cuanto a presencia y cifras. Y tú eres un pequeño novato con una mochila de experiencia en otros mundos, y te toca ir pasando esquivando sus grandes zancas y ganarte el favor del público.
Ahora mismo, un terminal con Ubuntu sigue sin ser un terminal de masas ni mucho menos, ni tirando del cuestionable pretexto del “usuario básico”. Se trata de un teléfono de diseño agradablemente austero para los interesados en la plataforma bien por desarrollo y/o por la convergencia entre la versión de escritorio y ésta. Un terminal que plantea una opción más al desarrollador de Ubuntu que no quiere lo mínimo sin gastarse una gran suma.
Queda ver si la comunidad de desarrolladores opta por esta opción de media gama por 199 euros y la plataforma experimenta las mejoras que harían falta para mejorar la experiencia de usuario, más allá de que los terceros creen sus propuestas (funcionales, por favor) para este sistema de tan gradual evolución. Y, hablando de tecnología móvil y de la competencia, si naces tarde y creces lentamente y sin una baza potente, puedes estar anudando tu propia soga.
En Xataka | Ubuntu for Phones, análisis tras un mes de uso
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