A medida que los teléfonos móviles se fueron extendiendo (ya antes de la era smart), iban llegando voces que relacionaban el hecho de que éstos funcionasen recibiendo y enviando ondas tenía relación con el desarrollo de cáncer. Algo que trascendió profundamente en la sociedad y de lo que aún hay un remanente importante. Pero, ¿hay pruebas que determinen esta relación? Por el momento las hay justo de lo contrario.
Un estudio reciente en la población de Australia por parte de tres investigadores de la Universidad de Sidney concluye que tras casi tres décadas conviviendo con estos dispositivos no hay nada que pruebe esta relación. El foco se colocó en el cáncer cerebral, el que más frecuentemente se asociaba con esta recepción de ondas (por cercanía del terminal al hablar con él).
El boom de los sombreros de papel de plata
En el desarrollo de cáncer influyen muchísimos factores y en ocasiones es complicado comprobar una relación directa dadas las variables que existen. Esto supone, a su vez, que se cree la paradoja de que sea relativamente fácil que se asuma la certeza con cierta facilidad. De hecho, en la web del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos expone los motivos por los que se relacionan ambos fenómenos:
Los teléfonos celulares emiten energía de radiofrecuencia (ondas de radio), una forma de radiación no ionizante. Los tejidos que están más cerca de la antena pueden absorber esta energía.
El número de usuarios de teléfonos celulares ha aumentado rápidamente. De acuerdo a la Asociación de Telecomunicaciones Celulares e Internet (Cellular Telecommunications and Internet Association), para el año 2014, había más de 327,5 millones de personas suscritas a servicios de teléfonos celulares en los Estados Unidos. Este es un aumento de casi tres veces los 110 millones de usuarios que había en el año 2000. A nivel mundial, la Unión Internacional de Telecomunicaciones calcula que la cifra de personas suscritas a servicios de teléfonos celulares es de 5 mil millones.
Es decir, básicamente se empezaron a vincular por el gran número de conexiones y por la asunción de que estas ondas causan modificaciones genéticas, aunque la propia página explica más adelante que no existe esta relación (y de hecho es la diferencia básica entre ondas ionizantes, como lo son los rayos X). Y con los años, el desconocimiento junto al miedo y la falta de una prueba que desligase las ondas de radiofrecuencia con el desarrollo de cáncer hicieron que a día de hoy aún haya mucha gente que asuma esta relación.
30 años de datos
Así, los investigadores de la Universidad de Sidney tomaron como referencia los datos de casos de cáncer cerebral del país desde 1982 a 2013 y los relacionaron con los de la expansión de los teléfonos móviles (lógicamente smart y no smart) durante este mismo periodo. Lo que se vio tras el análisis es que el incremento de número de teléfonos móviles no supuso un aumento del número de casos de cáncer. La mayor detección de casos se debe, según establecen, a un avance en los métodos de diagnóstico sobre todo a partir de 1980, como las tomografías computerizadas o las resonancias magnéticas.
Además, lo que también han hecho los investigadores fue comparar el número registrado de casos actuales de cáncer cerebral con los que habría según la hipótesis de que sí hay una correlación. Y lo que vieron en este sentido es que, según qué modelo tomasen para plantear la hipótesis, el número de casos en 2012 en Australia hubiese ascendido a 1.866-2.038 casos cuando en realidad quedó en 1.435, es decir, bastante menor.
No es la primera vez
Los investigadores explican que su estudio sigue la estela de otros que se han publicado en Estados Unidos, Inglaterra, Nueva Zelanda y los países nórdicos que, como éste, probaban la no relación entre el desarrollo de cáncer cerebral y la actividad de los teléfonos móviles, y de hecho ya hablamos de uno de ellos hace un más de un año. Estudios que quizás han sido menos "ruidosos" que la creencia no comprobada de la relación.
Debido al largo plazo que es necesario para comprobar la relación entre un factor determinado y el cáncer esto seguirá estudiándose. Pero la naturaleza de las ondas no pueda haber ya una relación con alteraciones genéticas junto con el hecho de que tras 30 años de convivencia con los teléfonos móviles no pueda establecerse una relación hace que ésta tenga cada vez menos peso.
Vía | Cancer Epidemiology
En Xataka Móvil | Ya lo hemos dicho cien veces, pero no, los móviles no dan cáncer
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