La privacidad de los datos que guardamos en el teléfono puede parecer algo menor si somos usuarios convencionales que no tenemos mucho que ocultar (quizá algún mensaje o foto comprometida). Sin embargo, en los entornos profesionales se está convirtiendo en toda una obsesión.
La situación se complicará todavía más cuando la Internet de las cosas empiece a tomar forma y vivamos y trabajemos en entornos rodeados de objetos que conocerán múltiples aspectos de nuestras vidas y que tendrán sensores, cámaras y micrófonos susceptibles de ser pirateados. ¿Cómo evitar o minimizar los riesgos?
Pues existen múltiples aproximaciones al problema y una de ellas es la introducción de espías buenos y controlados que trabajen para nosotros y nos ayuden a mantener los datos a salvo. Esto es lo que propone la empresa Bastille Networks, una compañía de seguridad que está desarrollando un sistema de vigilancia capaz de detectar posibles ataques externos y robos de informaciones en nuestros teléfonos y dispositivos.
Para ello utilizan el autoespionaje o monitorización permanente de las comunicaciones de un entorno laboral, por ejemplo de una oficina, controlando y analizando (no sé muy bien hasta qué punto) las redes 2G, 3G, 4G, WiFi, Bluetooth, etc. El sistema detecta los patrones habituales de utilización de las redes de múltiples usuarios y, en caso de que encuentre algo extraño, como accesos desde el exterior imprevistos o algún dispositivo adicional que esté accediendo a la red local o a algún terminal móvil, dispara las alarmas.
Por el momento están tratando de llamar el interés de las grandes empresas para poder lanzar su producto a finales de este año. La pregunta es si estaremos de acuerdo en ceder otra parte más de nuestra privacidad para que este tipo de sistemas conozcan cómo nos comunicamos, con quién, cuánto tiempo, etc. y eviten así posibles intrusiones o robos de datos valiosos.
Más información | Bastille Networks
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