Hay casos en los que tu teléfono ya no se enciende, lo has perdido o te lo han robado que es impepinable, pero si eres de estirar tu móvil hasta su última exhalación, con el paso del tiempo tu dispositivo te irá haciendo saber mediante advertencias (algunas menos perceptibles que otras) que ya va siendo hora de jubilarse. ¿Cuándo es momento de cambiar de teléfonos? Cuando veas al menos una de estas señales.
Vives pegado a un enchufe
Los días de vino y rosas del principio van dejando paso tener que cargar el teléfono sí o sí a diario y cuando menos te lo esperas, te tienes que llevar el cargador a todas partes porque la batería no llega a la hora de comer. Mala señal.
Que sí, que comprar un teléfono con una batería de gran capacidad es una buena idea, que puedes llevarte una power bank siempre contigo (es un apaño, no una solución) y que hay un montón de buenos trucos para ahorrar batería, pero con el uso es inevitable la degradación de esta.
Mi iPhone 13 Pro tiene 13 meses y la Salud de la batería es del 90%, pero con el paso de los años irá degradándose más y más. Aquí se abre una opción: cambiar de batería. Toca echar cuentas y valorar lo que cuesta: en mi caso 75 euros hasta el 28 de febrero, después, con la subida de precios de Apple, serán 99 euros. No obstante, quizás puedas pedir presupuesto a tu servicio de reparaciones de confianza o incluso lanzarte a hacerlo por tu cuenta. Al final es valorar esfuerzo y coste frente a comprar un teléfono nuevo.
Te quedas sin espacio a menudo
Hablando de iPhone, hasta hace unos años trabajaba dando cursos de iOS y allí detectaba que la segunda gran razón para cambiar de terminal después de la batería era la falta de espacio. Ojo que la falta de espacio no es un mal endémico de los iPhone, afecta a todos los teléfonos.
Como antes, existen una buena colección de trucos y buenas prácticas para liberar espacio más allá del obvio: borrar fotos, vídeos, aplicaciones, etc. Si tienes un móvil Android con ranura para una tarjeta de memoria, podrás rascar un poquito más, pero la realidad es que las aplicaciones cada vez ocupan más.
Y sí, no está mal que de vez en cuando realices una limpieza de tu espacio de almacenamiento, pero si para instalar una aplicación nueva tienes que borrar otra, si tienes que grabar vídeos con miedo a llenar la memoria...es pan para hoy y hambre para mañana.
Hay aplicaciones que ya no son compatibles
Este ya es una red flag en toda regla: si quieres instalar una aplicación y tu teléfono te devuelve un mensaje de incompatibilidad, el futuro pinta negro. Un buen ejemplo pueden ser las aplicaciones de realidad virtual o los juegos más exigentes, que demandan cierta cantidades de RAM y capacidades gráficas para ejecutarse correctamente.
Quizás puedas vivir sin ellas, pero tu teléfono te está dando un aviso: los recursos que tiene son insuficientes para ciertas tareas. Puede que sea una cuestión de software, de hardware o de las dos.
Hola, lags y cierres inesperados
Ojo porque puede que igual sí que pueden instalarse, pero la experiencia de juego va a trompicones. En ese caso quizás optes por transigir y pasar de ese juego.
Da igual, el reloj corre en tu contra: en otra ocasión abrirás muchas ventanas en tu navegador, estarás combinándolo con WhatsApp e Instagram, quizás estés buscando una dirección en Waze...y sentirás que tu teléfono va a pedales. Puede que incluso haya aplicaciones que no respondan y acaben cerrándose inesperadamente.
Este ya es un punto crítico porque no será tanto cuestión de aplicaciones exigentes si no de que no soporta tus tareas del día a día. Si tienes abiertas varias aplicaciones a la vez que estás usando, es que las necesitas.
Con esto no nos referimos a que necesites un teléfono de gama alta (que por otro lado soporta mejor el paso del tiempo), si no que el hardware de tu teléfono actual se ha quedado atrás. Pongamos como ejemplo el clásico bestseller Xiaomi Redmi Note: no implica que tengas que subir de gama, si no que si estabas contento con su uso y este esencialmente no ha cambiado, la familia actual de los Redmi cumpla tus expectativas.
Tu teléfono ya no se actualiza
Que tu teléfono cuente con la última versión disponible de su sistema operativo no solo es cuestión de contar con algunas de sus mejores nuevas funciones, si no principalmente te interesa por seguridad.
En el día a día no hay ningún problema con usar una versión antigua, pero sí que convierte tu teléfono en un dispositivo más vulnerable. Hay otra señal inherente que te hace ver las orejas al lobo: que sea compatible pero te recomienden "no actualizar" porque va a ir peor.
El melón de las actualizaciones acaba de abrirse porque podría darse un hecho curioso: que tu teléfono fuera de gama media alta, tuviera poco más de un año y no pudiera actualizarse. Europa se ha puesto seria con el tema y el panorama está mejorando.
No obstante, de momento la voz cantante históricamente la llevan los dispositivos iOS con seis años de actualizaciones, en Android ya se han puesto manos a la obra y los Google Pixel y la gama alta de Samsung llegan cinco años... aunque desde el año pasado.
Una cámara que parece de juguete
Una de las características que más ha evolucionado en los últimos tiempos es la fotografía móvil, tanto a nivel de hardware como de tratamiento de software. Desde la honestidad: salvo alguna notable excepción, los teléfonos con mejores cámaras del mercado pertenecen a la gama alta.
Así que pueden darse dos ingredientes para el desastre: que tu teléfono no sea de gama alta (lo que anticipa una óptica regulera) y el paso de los años. Puede que solo hagas alguna que otra foto de vez en cuando, con buena luz y en estático, pero si haces fotos y vídeos de vez en cuando y tus creaciones están llenas de ruido y falta de nitidez, señal de que te vendría mejor una cámara más moderna y mejorada.
Te has acostumbrado a ver WhatsApp en una vidriera
No te digo que te obsesiones con tener el teléfono impoluto y sin un rasguño, pero una fundita no suele venir mal: suele mejorar el agarre, evita la suciedad de los dedos y va a minimizar posibles golpes y caídas que tarde o temprano se dan.
En mi caso, suelo añadir un cristal templado, pero es solo un consejo y también entiendo que los teléfonos pesan menos, son más ligeros y están más bonitos desnuditos, pero bajo tu cuenta y riesgo. El caso es que ha pasado: se caído y ya no es que tenga algún que otro pique, es que la pantalla tiene grietas. Os sorprenderá saber cuantísima gente va por la vida con la pantalla del teléfono casi como si fuera una vidriera de iglesia.
De nuevo, puedes optar por cambiar la pantalla (o el altavoz, si el golpe ha afectado a esta pieza), pero también valorar si sale a cuenta.
Foto de Eirik Solheim en Unsplash
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