Hay móviles antiguos que se venden por un dineral, yo estoy tratando de recuperarlos. Tengo mis trucos

  • He comprado muchos móviles y también he vendido. Ahora, intento mantener una colección

  • La segunda mano es una excelente manera de completar un museo móvil

Hay casas que acumulan polvo en los cajones, en la mía se apelotonan móviles. Porque basta con abrir cualquier espacio de almacenamiento para toparme con un teléfono. O varios: aparte de coleccionar móviles también soy algo desorganizado. Eso sí, tengo bien presente mi colección: busco hacerme mi propio museo de teléfonos históricos. Estoy en proceso, Wallapop es mi guía.

Algunos recuerdan épocas muy concretas de su vida por un perfume que solían ponerse, una chaqueta o cualquier otra prenda personal con la que se sentían cómodos saliendo a la calle. En mi caso, los momentos memorables suelen asociarse al teléfono que utilizaba en ese instante. Empecé mi andadura con un Alcatel One Touch Easy de Airtel (sí, la precursora de Vodafone), mi siguiente modelo fetiche fue el Nokia 3210 de Amena (lo sigo atesorando) y me estrené en los smartphones con un Nokia 7650 de Movistar (el único móvil que me han robado). Cada uno de ellos marcó mi corazoncito, igual que muchos otros. Recuperarlos está siendo una tarea difícil.

La segunda mano es un cofre del tesoro

Izquierda, Nokia 3210; derecha, Nokia N900

Tengo una afición desmedida por Wallapop, he de reconocerlo. A menudo abro la aplicación y navego entre los trastos productos de segunda mano que se venden cerca mío en busca de algo a lo que echarle la zarpa. Los móviles siempre captan mi atención, en especial aquellos que nunca tuve o que, por imbécil, vendí una vez dejé de usarlos. Si pasa por delante uno de esos futuribles, y se cumplen mis requisitos básicos, suele ir a la cesta.

Comprar móviles de segunda mano actuales es distinto de adquirir teléfonos vintage. En uno de reciente generación lo ideal es mirarle la batería y el estado externo; en uno retro entran en juego más factores. Para formar parte de mi museo suelo buscar lo siguiente:

  • Que el móvil tenga la mejor apariencia posible. Esto es fundamental, ya que debe entrar por los ojos. Que la pintura se vea sin defectos, los botones igual, que la pantalla no esté muy rayada... No quiero que el móvil haya permanecido sin salir de la caja, aprecio los signos de uso. Pero tampoco en exceso.
  • Que la caja, instrucciones y accesorios estén incluidos. Quizá el móvil no funcione de forma correcta, pero sí debe tener todo lo que traía de serie. A menudo el embalaje es casi tan importante como el propio teléfono.
  • Si se enciende, y la batería aguanta, mucho mejor. Un objeto de museo no siempre mantiene su funcionamiento original, por lo que los móviles que se venden «para piezas» son perfectamente válidos si incluyen su caja y accesorios. Siempre voy a preferir que enciendan, pero no por ello voy a pagar de más.
  • El precio debe ser consecuente. Hay modelos de colección que pueden alcanzar precios desorbitados, no voy a competir por presupuesto. Por tanto, acostumbro a mirar móviles que, por antigüedad y estado, se ofrecen a un coste lógico y acorde a mi bolsillo. No soy un coleccionista que busca completar su museo a toda costa, al menos de momento.

En la segunda mano de Wallapop he encontrado auténticas joyas. De las últimas aún atesoro una maravillosa Palm Pre de 2009, la precursora de las interfaces móviles por gestos que todos tenemos hoy en día. Por menos de 60 euros me pareció un precio más que digno. Incluso carga y enciende, lo tiene todo.

Vender móviles de segunda mano puede dar dinero, pero tampoco mucho

Mi Nokia N95 aún sigue haciendo buenas fotos

¿Es posible ganarse un sobresueldo vendiendo esos móviles viejos que todos tenemos en el cajón? Lo cierto es que sí, pero no nos hará ricos. Al menos mientras el teléfono no sea uno de los «elegidos» y esté prácticamente intacto.: si tienes la suerte de conservar el primer modelo de iPhone en su caja, y éste se encuentra precintado, lo mismo te paga la hipoteca. En caso contrario, siento romperte la ilusión.

De los móviles más conocidos suele haber mucha oferta en plataformas como Wallapop o Todo Colección, es raro buscar un modelo y que su precio se vaya a las tres cifras. Por tanto, venderlos suele implicar más trabajo y molestia que conservarlos. Para evitar al máximo estos inconvenientes, hay quienes venden móviles viejos en pack: a veces tienes que comprar uno de estos paquetes sólo porque buscas uno concreto.

Vender los móviles viejos a menudo da más trabajo que conservarlos. El retorno en dinero no compensa

El iPhone original es un modelo muy apreciado, también teléfonos como los Dynatac de Motorola, algunos Nokia de su época más estrambótica (como el Nokia 7700 con forma de bumerán) o los Vertu, móviles que eran una joya por fuera y un gama de entrada por dentro. Conservar uno de estos modelos es algo raro, también venderlos. Obviamente, adquirirlos requiere un gran presupuesto: aún ando buscando el reemplazo para el iPhone original que vendí.

Sony Ericsson T28s, uno de los primeros con batería de litio

Mi consejo es que, si tienes un móvil que marcó un hito en la época, lo mejor es que lo conserves: quizá te arrepientas en un futuro cuando te hayas desecho de él, me ha pasado más de una ocasión. Y en el caso de que también busques completar tu museo, plataformas como Wallapop son una mina: siempre suele haber alguien que oferta lo que buscas. Que se adecúe a tu presupuesto ya es otra historia.

Imagen de portada | Iván Linares

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