La revolución de los smartphones "baratos"

Hasta no hace mucho, pagar varios cientos de euros por un smartphone era de lo más normal. Era, de hecho, hasta lógico: los dispositivos que iniciaron la revolución móvil tenían unas prestaciones que los igualaban -salvando las distancias- a PCs y portátiles. Muchos pagaban (pagábamos) por el privilegio de formar parte de esa revolución.

Pero los tiempos cambian. Los procesos se agilizan, los materiales y los componentes bajan de precio, y la competitividad entre fabricantes y plataformas hace que el equilibrio entre precio y prestaciones sea cada vez más favorable a los usuarios. Cada vez tenemos más por menos, y hemos llegado a un punto en el que los smartphones baratos ya son "lo suficientemente buenos". Y eso es otra revolución en sí misma.

Los smartphone conquistan el mundo

En 2013 se vendieron 1.004,2 millones de smartphones en todo el mundo según los datos de IDC, lo que supuso un crecimiento del 38,4% con respecto a 2012. El segmento no para de crecer, pero atención, porque las tendencias están cambiando. Y lo están haciendo con una atención clara a esos próximos mil millones de usuarios.

La llegada del iPhone fue el detonante de un fenómeno en el que los smartphones de gama alta fueron los primeros beneficiados. Estas gamas casi siempre han mantenido precios por encima de los 600 dólares, y los márgenes de beneficio para quienes han logrado defender la categoría -con Apple a la cabeza- han sido muy jugosos. De hecho la consultora iSuppli, que a menudo estudia el coste real de los dispositivos, indicaba que la factura con el coste de los materiales en el iPhone 5S de 16 GB cuesta 199 dólares. Teniendo en cuenta que este terminal se vende a 649 dólares, es lógico que a Apple le salgan las cuentas.

Pero no todo son gamas altas, claro: los dispositivos más atrayentes por prestaciones se vieron poco a poco acompañados de propuestas más modestas. Los smartphones de gama media fueron ganando terreno sobre todo gracias al impulso de las operadoras, que promocionaban ciertos terminales sobre otros y en buena parte decidían qué modelos y gamas serían los más populares.

Aquellos gama media no eran comparables a sus hermanos mayores en muchas prestaciones, pero entonces llegó la revolución Nexus. Google ofrecía por primera vez terminales muy atractivos en prestaciones a precios aún más atractivos. Los Nexus 4 provocaron un caos debido a la gran demanda y la poca oferta (y la poca preparación de Google y LG, debemos decir), pero demostraron que era posible contar con un gama alta (o casi) a precios mucho más competitivos. La balanza entre precio y prestaciones comenzaba a modificar su comportamiento.

También contribuyeron a ese nuevo equilibrio los fabricantes chinos, que desde hace años lanzan modelos que integran configuraciones hardware de primer nivel y que aún así tienen precios inigualables para las grandes firmas. Xiaomi fue la clara destacada en esos inicios, pero poco a poco otras se han sumado a un carro que las ha permitido diferenciarse. Lo curioso del caso es que fabricantes chinos que han empezado a expandirse lo han hecho con propuestas "occidentalizadas": más cuidadas en diseño y prestaciones, pero también más caras.

La revolución en las gamas bajas

Eso no ha impedido que el interés por las gamas medias y sobre todo las gamas bajas siguiera creciendo. El año pasado tuvimos un protagonista de excepción: el Nokia Lumia 520 no solo demostró que era posible ofrecer fantásticas prestaciones a precios ajustados: también logró dar un impulso muy importante a la plataforma Windows Phone.

Pero claro, las cosas no podían quedar así. La propuesta de Nokia demostró que era posible captar el interés del gran público, y lo curioso es que los fabricantes de dispositivos Android no supieron adelantarse a esa tendencia a pesar de la teórica versatilidad de la plataforma. En Google no se durmieron en los laureles, y en Android 4.4 destacarían la relevancia del llamado Project Svelte, una de las claves que permitía que Android fuera fluido en configuraciones hardware más modestas.

Esa fue probablemente una de las claves para que los fabricantes de smartphones Android comenzaran a demostrar un interés real por esas gamas que antes habían destinado a terminales demasiado limitados en todo. Hace poco hemos visto la cristalización de ese esfuerzo: el Motorola Moto E es sin duda el primero que hace honor a eso de que los smartphones baratos ya son "lo suficientemente buenos". Puede que su cámara sea muy discreta o que no dispongamos de la calidad de pantalla de terminales más caros, pero eso no será tan importante para buena parte del mercado que ya comienza a estar saturado de súper teléfonos. Eso es lo que ahora empiezan a entender los fabricantes.

Es evidente que el interés por las gamas altas seguirá existiendo, y de hecho será difícil que Apple fabrique un iPhone de bajo coste (ya se confirmó con un iPhone 5C que a muchos nos pareció casi una estafa). Las grandes del mercado Android tampoco la dejarán de lado, como demuestran las últimas propuestas de los Samsung, HTC, Sony o LG. Pero aún así, las gamas de entrada son ahora más que nunca un concepto muy válido para distintos usuarios. Entre ellos, para los siguientes:

  • Aquellos que necesitan un teléfono básico para llamar y recibir llamadas, enviar mensajes, correo y navegación básicos y, por supuesto, mensajería instantánea y redes sociales

  • Aquellos que no necesitan jugar a juegos de última generación en sus móviles

  • Aquellos que pueden tener un teléfono "de batalla" o teléfono auxiliar que evite quedarnos sin conectividad si le pasa algo al terminal principal

Los mercados emergentes, claves de esta nueva tendencia

Los países desarrollados ya llevan tiempo disfrutando de la revolución de los smartphones. Es difícil encontrar a alguien que no use uno de estos dispositivos en mercados ya maduros, y de hecho estamos llegando a un punto en el que el ciclo de renovación de estos terminales está alargándose: los dispositivos son ya tan avanzados que es posible "estirar" su ciclo de vida un poco más de lo que lo hacíamos anteriormente.

Pero es que hay otro factor para ese limitado interés por las gamas bajas en países desarrollados: el acceso a Internet y a otras soluciones tecnológicas es igualmente notable. Las televisiones inteligentes, las consolas, los ordenadores de sobremesa o portátiles y las tabletas forman parte del elenco de soluciones que pueblan la mayoría de los hogares de estos países.

No ocurre lo mismo en países en desarrollo. Para las poblaciones de estos países, el smartphone es un dispositivo absolutamente crucial en muchos escenarios. No solo como herramienta de comunicación tradicional mediante llamadas de voz: el acceso a Internet es posible solo a través de estos dispositivos, ya que las líneas de datos o el acceso a un ordenador -no digamos ya a una consola- es muy complejo. En Kenia, por ejemplo, el 99% de todos los accesos a Internet se realizaban desde el móvil según un estudio de ICTworks de julio de 2011.

Los primeros mil millones de usuarios han tenido la suerte de acceder a una gama de dispositivos excepcionales. Pero no serán esos los que conquistarán a los siguientes mil, dos mil o tres mil millones de personas. Lo harán los smartphones de la gama de entrada, y los fabricantes lo saben. Y ahí llega la clave: el beneficio ya no estará en el hardware, sino en los servicios.

Ganando dinero con servicios, y no con hardware

Por que a la filosofía de Apple, que combina el beneficio por hardware con el beneficio por servicios (la App Store, iTunes e iCloud a la cabeza) le sustituirá una mucho más centrada en los servicios. Los terminales de gama de entrada apenas dejan márgenes de beneficio en el apartado hardware, así que la idea será la de sacar partido a esos terminales a partir de servicios asociados.

Un reciente estudio de IDC demostraba cómo el coste medio de los smartphones no hace más que bajar desde hace años. Así, mientras que en 2012 un smartphone costaba 387 dólares, en 2013 esa cifra era de 337 dólares. En 2017, afirman en ese informe, el precio medio descenderá a los 267 dólares a nivel mundial. Ese precio medio cae en mercados emergentes, por cierto, y por ejemplo se esperaba que el precio medio por smartphone en India bajase de los 200 dólares el año pasado.

Es muy probable que ese sea uno de los motivos fundamentales por los que, por ejemplo, Facebook haya pagado 19.000 millones de dólares por WhatsApp. Porque la popularidad de la herramienta de mensajería instantánea hará que teóricamente conquiste a usuarios de mercados emergentes -como ya lo ha hecho en mercados desarrollados. Para muchos de esos usuarios, Internet será equivalente a Facebook y a WhatsApp, y para muchos de ellos no hará falta salir de ese ecosistema.

La empresa creada por Mark Zuckerberg ya inició su conquista de esos mercados con el proyecto Facebook Zero, que fue anunciado en mayo de 2010 y que permitía acceder a una versión "solo texto" de Facebook a través de teléfonos sencillos (los cada vez más olvidados feature phones) con un navegador WAP en África. La ventaja de este servicio era que el tráfico que consumen los usuarios de este servicio era gratuito, lo que impulsó la cuota de usuarios de Facebook en esa región.

Es un buen ejemplo de cómo más y más gigantes de la tecnología están centrando sus esfuerzos en los servicios, y Microsoft es otro de los casos claros que lo demuestran. El nuevo mantra de la compañía "dispositivos y servicios" parece repartir esa responsabilidad al 50%, pero los sorprendentes -modestos, pero sorprendentes- Nokia X dejan claro que integrar los servicios de Microsoft en un fork de Android puede ser una propuesta válida para muchos.

¿Dónde quedan las plataformas alternativas?

Cuando hablábamos de cómo los mercados emergentes eran la próxima gran conquista en el terreno de los smartphones, hacíamos mención a plataformas alternativas que parecían tener sentido en esa batalla.

De hecho, las alternativas a las grandes plataformas móviles parecían tener más sentido que nunca en 2013. Firefox OS fue la clara destacada, con acuerdos con operadoras y fabricantes que parecían garantizar un futuro prometedor. La llegada de los primeros terminales a países sobre todo latinoamericanos ha sido discreta, pero en el Mobile World Congress Mozilla quiso dar un nuevo golpe de efecto con ese smartphone de 25 dólares (quizás el apelativo aquí les queda algo grande) que podría llegar al mercado este mismo año.

Otras soluciones como Ubuntu -aunque con una propuesta distinta-, Tizen o Sailfish OS también parecían aptas para tratar de conquistar ese nuevo mercado, pero lo cierto es que el Moto E me hace temer por todas ellas. El terminal de Motorola cumple a nivel hardware, pero sobre todo abre las puertas de la experiencia Android -y de su inmenso catálogo de aplicaciones y juegos- a ese próximo millardo de usuarios.

De hecho, ni siquiera las características diferenciales de Firefox OS -apertura y libertad- pueden competir si no hay una verdadera experiencia de uso que pueda equipararse con la ofrecida por Android. Para muchos de nosotros, un terminal sin WhatsApp ya pierde muchos enteros, y aunque en Mozilla trataron de solventar esa ausencia con un acuerdo reciente con LINE, la propia plataforma sigue estando aún muy lejos de la experiencia y capacidad que ofrece la madurez de Android.

En esa evolución y esa clara relevancia de las gamas de entrada me gustaría concluir con una cita al repaso que Wired dio recientemente al tema, y en el que el autor puso de relieve algo que muchos de nosotros olvidamos: que los próximos mil millones de usuarios (y los siguientes, y los siguientes) tendrán el mismo impacto (o más) sobre este segmento que hemos tenido nosotros:

Tendemos a pensar en las formas en las que nuestra tecnología les afectará a ellos. Eso es arrogante. Somos la minoría. Es enormemente probable que sean ellos los que acaben teniendo un efecto enorme en nosotros.

Ver todos los comentarios en https://www.xatakamovil.com

VER 57 Comentarios

Portada de Xataka Móvil