Estas últimas semanas han llegado al mercado los dos primeros smartphones que hacían uso de pantallas curvadas en sus diseños, el LG G Flex y el Samsung Galaxy Round.
Ambos desarrollos pretenden tomar el pulso de una tendencia de la que se ha hablado mucho últimamente: cómo las pantallas flexibles pueden aportar valor a todo tipo de dispositivos electrónicos. La recepción de esas soluciones ha sido dispar, y provoca la pregunta lógica ¿son las pantallas curvadas una simple moda?
¿Diseño o tecnología?
Hace tiempo que se conocen las ventajas teóricas de las pantallas flexibles OLED: más delgadas y más ligeras, más brillantes al no tener que estar recubiertas de un cristal, y más eficientes al no necesitar iluminación trasera.
Las desventajas también existen, por supuesto: a día de hoy el proceso de producción es más caro, la vida útil es por el momento más corta que la de pantallas LCD o LED, y el agua puede provocar daños fácilmente en estas pantallas.
Esas primeras pistas dejan claro por qué hemos visto tan pocos productos que hagan uso de pantallas flexibles. Los primeros desarrollos se aplicaron a televisores curvados de fabricantes como LG.
Este tipo de equipos son notablemente más caros que las versiones "planas y rígidas" tradicionales, pero en el argumentario que LG utiliza en su página web para convencer a los usuarios apenas hace mención de esa curvatura salvo en un apartado: el del diseño, del que indican que "con su grácil curva y su bisel apenas distinguible la LG OLED TV se entremezcla elegantemente con cualquier decoración".
Ese razonamiento no parece demasiado convincente si nos interesa conocer las ventajas técnicas de las pantallas OLED flexibles que poco después han llegado a los dos primeros terminales móviles del mercado con esa característica.
El Samsung Galaxy Round, que poco después de salir fue calificado como "prototipo" por la propia Samsung, tampoco parece saber defender la validez de esas pantallas. De hecho, salvo por un gesto que se aprovecha de la curvatura del móvil al estar apoyado en la mesa, no parecen existir razones de valor para apostar por estos dispositivos si el diseño no es la razón primordial de compra.
Casi lo mismo ocurre con el LG G Flex, cuya curvatura es opuesta a la del Round, pero con la diferencia de que al menos esa curvatura frente al eje horizontal hace que su acabado tipo góndola haga que al menos el teléfono sí parezca ergonómicamente más interesante para realizar y recibir llamadas telefónicas.
Sin embargo, hay un argumento adicional que desvelaron los ingenieros de DisplayMate, quienes puntualizaron que las pantallas flexibles como la del Samsung Galaxy Round son de interés para todos los usuarios.
Según sus datos y como ya mencionamos en aquel artículo, esa curvatura mejora la legibilidad, el contraste de las imágenes, la precisión del color y la calidad general de las imágenes, además de incrementar la autonomía de la batería ya que se puede reducir el brillo de pantalla por esa mejor visibilidad general.
¿Es eso suficiente?
Lo cierto es que esa suma de ventajas técnicas se suman a futuras capacidades adicionales de las pantallas flexibles, con las que las combinaciones de gestos y acciones programables podría ser bastante más amplia que la actual.
Esas opciones, sumadas a las ventajas ya citadas y al hecho de que algunas desventajas probablemente desaparezcan a corto plazo --coste de producción, vida útil-- hacen que las pantallas flexibles no solo aporten un valor claro en el diseño de los dispositivos.
De hecho, es probable que nos encontremos ante el primer paso de implantación masiva de las pantallas flexibles --y por extensión, curvadas-- en dispositivos móviles. Veremos si los fabricantes las utilizan de forma adecuada para sacar partido de sus posibilidades.
Samsung ya ha comentado oficialmente que cree en un despliegue mucho más importante en 2015, y otros fabricantes probablemente se sumen a este tipo de tecnología cuando sus costes sean aceptables.
De hecho, estas pantallas curvadas parecen ser en realidad también una edición muy prematura de lo que veremos en el futuro. Como afirmaba Lee Bang-soo, vicepresidente en LG Display Co., "las curvas son un paso preliminar a la realización de pantallas flexibles. La tecnología que hay detrás permitirá el desarrollo de nuevos productos que serán doblables, plegables y enrollables".
Uno de los obstáculos que deben superarse es, por supuesto, prescindir del cristal que se usa habitualmente para proteger esas pantallas, lo que hará necesario algún tipo de sustituto que evite que elementos como el agua o el polvo puedan afectar la calidad de visionado de estas pantallas. La película plástica en la que los ingenieros están pensando tendrá que ser resistente a rallajos y al calor, además de ser suficientemente elástica.
Será interesante ver también cómo se resuelve ese problema, aunque lo cierto es que el Samsung Galaxy Round y el LG G Flex mantienen el uso del cristal, y en el caso de este último la flexibilidad del dispositivo queda patente en el vídeo que acompaña a este artículo.
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