Y llegaron los Gigas ilimitados. Lo que hace unos años era un aliciente de pocos operadores, es ya una realidad de la gran mayoría. Las tarifas con datos ilimitados están a la orden del día y resultan muy atractivas, aunque no para todos.
Dependerá siempre de si se contrata en un pack de fibra y móvil, con un paquete de televisión o simplemente móvil. Pero, por norma general y en base a mi experiencia, creo firmemente que las tarifas con datos limitados siguen siendo la mejor opción para muchos. Y, por supuesto, para mí el primero.
Aviso para navegantes: no todas las circunstancias son las mismas
Como ya dejo entrever desde el mismísimo titular de este post, esta no deja al final de ser mi experiencia personal. Y como dijo Ortega y Gasset, yo soy yo y mis circunstancias. Por tanto, entiendo plenamente que lo que cuento aquí pueda servir a unos pocos o a unos cuantos, pero nunca a todos.
No obstante, pienso que quizás pueda servir para reflexionar acerca de nuestro gasto de datos móviles. Especialmente si buscamos ahorrar dinero. No es que haya una diferencia abismal entre las tarifas con datos limitados y los infinitos como para hacernos ricos, pero en cierto modo podríamos estar desperdiciando dinero a cambio de un servicio que no exprimimos al máximo.
Cuando comenzaron a salir las tarifas de datos ilimitados, aún era un estudiante jovenzuelo que paseaba con su móvil tirando de datos. Durante muchas horas y a varios kilómetros de mi hogar con WiFi. Donde estudiaba, tampoco había conexión, por lo que sí, tener datos móviles era casi una obligación para mí.
Para entretenerme en las largas horas que pasaba en el transporte público viendo una película o echando un ojo a mis redes sociales. Pero también para acceder a la inmensa red de información y adelantar trabajos escolares en mis huecos libres, así como hacer tethering con mi ordenador portátil. Incluso para poder enviar un guasap a mi madre avisando de que ese día no cenaba en casa. Quedarme 'sin megas' no molaba nada.
Técnicamente, al menos en la tarifa que yo tenía por aquel entonces, no me quedaba realmente sin datos. Podía seguir navegando sin problemas. Bueno, sin "problemas". La velocidad de la conexión se reducía drásticamente haciendo que incluso un mensaje de WhatsApp tardase una eternidad en cambiar su iconito del reloj al check de que se había enviado.
Evidentemente, quise ser práctico y adoptar una de esas tarifas ilimitadas que tan de moda se empezaban a poner. Y las exprimí. Vaya que si las exprimí. De 10-20 GB que solía tener en mis tarifas durante aquellos años (sin contar los bonos extras que me fundía) salté al infinito universo. Pero mi vida, y mis circunstancias, cambiaron.
Descubrí que menos es más
Por dramático que haya sonado el cierre del anterior párrafo, no hubo drama posible. Sencillamente comencé a teletrabajar. Y esta es la clave de todo. Con una conexión WiFi estable y veloz en casa, tener datos ilimitados en el móvil se antojaba demasiado absurdo.
No obstante, y aquí creo que muchos se pueden sentir identificados, no quité mi tarifa ilimitada "por si acaso". Por si acaso tengo que pasar un día fuera de casa. Por si acaso se me rompe el WiFi. Por si acaso, por si acaso... ¿Por si acaso era demasiado paranoico? Lo era. Teletrabajando salía (y salgo) mucho menos de casa, pero no quiere decir que viva encerrado y evidentemente paso horas lejos de una red WiFi.
Ahora, cuando estoy fuera de casa, apenas necesito datos. Claro que llevo el móvil conectado a Internet, que reviso mis redes sociales en la calle, que recibo mensajes de Telegram (WhatsApp también se esfumó de mi vida en ese tiempo). Sin embargo, no es un uso tan intensivo y en el cómputo global de consumo apenas he llegado nunca a sobrepasar los 10 GB. Y eso en los meses más intensos, ya que de forma habitual no suelo gastar más de 3-4 GB.
Así que, sin cambiar de operadora, opté por la tarifa más económica en cuanto a datos. Sí que me viene bien tener llamadas ilimitadas, algo que además casi cualquier tarifa ofrece. Durante estos años he ido cambiando de operador y volviendo al mismo. Pero siempre, siempre, con tarifas limitadas.
Puede que los datos ilimitadas no existan...
Pensarás que a qué viene de repente esto tras venir hablando largo y tendido sobre los datos ilimitados. Y es que, puede que se llamen así comercialmente. Y puede también que haya operadoras que ofrezcan tarifas en las que realmente hagan honor a dicho adjetivo. Pero suele haber letra pequeña.
Sin nombrar a ninguna compañía en concreto y tampoco generalizar, decir que hemos podido comprobar en todos estos años que realmente sí existen límites en los datos ilimitados. Si bien es cierto que la mayoría suelen ser lo suficientemente generosos como para de verdad dar esa sensación de infinidad, llegan a tener un límite en el cual baja la velocidad.
No es tampoco un drama ni una novedad que se conozca ahora. De hecho, también las llamadas ilimitadas suelen tener un límite real y a partir del cual te empiezan a cobrar. Aunque en este caso, como en el anterior, se suelen fijar también valores altos que son prácticamente inalcanzables.
Por tanto, sin dejar de insistir en que los límites de los GB "ilimitados" son bastante extensos, no puedo obviarlos. En mi caso personal no influyó en absoluto y jamás rocé ese límite. Ni siquiera llegando a mi propio límite de uso. En cualquier caso, te aconsejo que si tienes o estás interesado en una de estas tarifas, leas bien las condiciones.
Observa, analiza y decide
¿Desaconsejo entonces las tarifas ilimitadas? Pues ya lo venía diciendo en todo el artículo con ese enfoque personal, pero por si hay dudas: NO. Pese a esa letra pequeña que existe, creo que las tarifas ilimitadas que tenemos son una absoluta bendición para quienes, como yo hace unos años, pasaba largas jornadas fuera de casa. O quien quizás tenga algún tipo de problema con su conexión en el hogar y 'tirar' de datos del móvil en otros dispositivos les resulte mejor.
Sin embargo, creo que analizar nuestro consumo de datos es fundamental. Puede que incluso muchos que pasan tiempo lejos del WiFi se encuentren alguna sorpresa observando los resultados. Muchas veces tendemos a llenarnos de "por si acasos" y la realidad luego no tiene nada de esos condicionales. Y dependiendo de qué tarifa se esté pagando, el ahorro de pasar a una limitada puede ser considerable en el cómputo anual.
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