Mientras algunos desarrolladores y fabricantes de medio mundo tratan de encontrar las futuras aplicaciones 5G que saquen partido a la nueva tecnología, las reguladoras y empresas como Samsung, Qualcomm y Google están ya iniciando experimentos sobre estas nuevas redes de alta frecuencia y dando ideas a la FCC sobre cómo serán los servicios de quinta generación.
Ya vimos hace tiempo que 5G sería el canal de comunicación de nuestros móviles al mismo tiempo que permitirá comunicarse a los millones de objetos de la Internet de las cosas. Por ejemplo, Qualcomm apuesta por la aplicación directa de las redes a la robótica, maquinaria industrial y a los drones.
5G y el nuevo cerebro compartido de los objetos
La idea es poder tener una red flexible que sirva de nexo común para que las máquinas y objetos de todo tipo y condición se comuniquen entre sí accediendo a centros de datos comunes desde los que descargar información ya procesada o incluso desde los que aprender nuevos comportamientos.
Proyectos como RoboEarth llevan tiempo ya apuntando en este sentido con la intención de crear una especie de cerebro virtual en la nube en el que los robots puedan descargar una parte de los cálculos más complejos de forma que el hardware a bordo de las máquinas pueda simplificarse considerablemente.
Se trata de un sistema en el que los robots de todo el mundo pueden aprender de las experiencias de otras máquinas, de los comportamientos que vayan adquiriendo en el día a día al ir interactuando en diferentes entornos humanos. Es, por así decirlo, una base de conocimientos compartida que gobernaría la forma de ser de los futuros compañeros y asistentes digitales.
Para que un proyecto de tal envergadura pueda llevarse a la realidad serán necesarias redes de comunicaciones avanzadas, como las 5G que todavía están en los primeros pasos de diseño y desarrollo. Redes muy flexibles que puedan funcionar tanto conectadas a Internet como de forma semiautónoma, dando servicio a nodos locales y permitiendo las comunicaciones directas entre máquinas en una especie de malla gigante de conectividad.
¿Qué papel jugará nuestro móvil en esta red de máquinas? Pues será un nodo más de la red que se comunicará con los robots, drones y objetos para enviar y recibir información y sobre todo para gestionar y dar órdenes remotas. Nuestro móvil pasará del actual sistema de comunicaciones a una interfaz más del nuevo mundo de los objetos conectados.
Los actuales incipientes asistentes de voz como Siri o Cortana con actuaciones locales en el propio terminal darán paso a sistemas avanzados que nos permitirán interactuar con cualquier objeto conectado de la Red por medio de un lenguaje cada vez más natural y cuyo centro de inteligencia se encontrará probablemente en la nube.
No bastará con conexiones puntuales para actualizar información. La conexión será, si cabe, más omnipresente y permanente que ahora, ya que una gran parte de la inteligencia colectiva la encontraremos en las plataformas que habitarán la nube.
Sky-Net: La Internet que vino del cielo
¿Cómo lograr esta omnipresencia de las futuras redes 5G? Pues además de mediante la instalación de una nueva generación de antenas de baja potencia, más pequeñas y adaptables que incluso se meterán en nuestros edificios, los futuros enlaces de alta frecuencia vendrán en muchos casos del cielo.
Será algo así como una "Sky-Net", si me permitís la broma, en la que la conectividad será proporcionada tanto por nuevas redes de satélites como por drones o incluso por proyectos que hace sólo unos años parecían un poco alocados como Google Loon.
Los nuevos estándares de comunicaciones como WiGi, que necesitan visión directa debido a las altas frecuencias de funcionamiento serán sostenidos por estas nuevas redes de máquinas voladoras que extenderán la cobertura a los lugares más remotos del Planeta y con costes relativamente bajos.
Por supuesto, esta conectividad ubicua y permanente requerirá de nuevos modelos de negocio por parte de las operadoras tradicionales y las que están por venir. No será suficiente con pagar por unos pocos gigas. Tendremos que tener tarifas planas en las que quizá si asistamos a la creación de una Internet de dos o más velocidades.
La red de los usuarios humanos probablemente sea prioritaria y sus paquetes de datos circularán a mayor velocidad que los de las máquinas, o por lo menos mientras sigamos manteniendo el control de una tecnología que gracias a la nube y a la mente digital colectiva nos sobrepasará rápidamente en capacidades intelectuales.
¿Cuándo?, ¿cómo?, ¿en qué medida y aspectos de nuestras vidas cotidianas? No lo sabemos, pero esperamos seguir por aquí, con el permiso de las máquinas, para contároslo.
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