Inequívocamente, internet ha cambiado los parámetros de las relaciones sociales, desde la más superficial hasta la más profunda. Algo en lo que los smartphones han tomado una parte importante al ser los dispositivos que nos acompañan continuamente siendo a veces casi una prolongación de nuestro cuerpo. ¿Hasta qué punto es clave el papel del smartphone en las relaciones hoy en día?
Esto es algo que tiene dos visiones; por un lado está el hecho de que los dispositivos móviles hayan ayudado a crearlas o mantenerlas, pero por otro lado no son pocas las voces que se inclinan por ver más inconvenientes que ventajas. Veamos en qué han cambiando las relaciones personales y si se puede hablar de positiva o negativa en cuanto a la participación del smartphone.
Un filón socioeconómico
Según informaba BBC, en un estudio del Centro de Investigación Pew en 2013 sobre las relaciones basadas en portales de citas como Meetic o Match.com se obtuvieron promedios un 10% mayores que los registrados para los mismos parámetros en 2005. Aunque esto no atiende en particular a la influencia del uso de los smartphones, está claro que el hecho de tener internet (y por ende estos servicios) a tiro de bolsillo ayudó a que las cifras de relaciones iniciadas online aumentasen.
Así, en 2013 un tercio de las personas que iniciaba una relación por internet lo hacía usando motores de búsqueda o redes sociales (como Facebook y Twitter), el doble que en 2005. Teniendo en cuenta el aumento del número de personas con teléfono móvil, que pasó a ser en 2014 el dispositivo mediante el cual se accedía más a internet en España según un estudio del INE, y la creciente tendencia a que cada servicio elaborase su propia app, no es de extrañar que el número de relaciones a partir de un primer contacto desde el móvil haya aumentado.
En 2013 Forbes publicaba acerca de cómo la categoría "Social" de la App Store de iOS era la tercera en cuanto a obtención de beneficios. Un indicativo del crecimiento tanto en uso como en número de éstas, y un reflejo de que el móvil se ha convertido en una herramienta recurrente a la hora de relacionarnos, ya sea con apps específicas o de redes sociales y mensajería. De hecho, sin ser las más descargadas, las apps de citas quedaban por encima en beneficios (algo en lo que también influye el hecho de que éstas solían estar entre 0,99 y 4,99 dólares, mientras que las ganadoras en descargas eran gratuitas).
Fácil, sencillo y para todos los bolsillos
El móvil llegó para acelerar lo que internet ya había conseguido años atrás, lo cual a su vez implicaba una aceleración de las relaciones. Sin un contacto visual directo y jugando con una baraja de muy pocas cartas resulta fácil iniciar una conversación, y más aún cuando el hecho de compartir un mismo espacio lleva implícito que ambas personas están ahí motivadas por lo mismo. El adiós a las roturas de hielo eternas y al manido "estudias y trabajas" y el hola a los emoji y a tener opción de no mostrar nuestro verdadero aspecto.
Esto, lo relativo a la desinhibición, se unió al hecho de que el ritmo de vida se ha acelerado progresivamente y que por un sumatorio de circunstancias ir con prisas sea algo relativamente habitual. Las apps nos dan pues una opción de entretenimiento y, al mismo tiempo, ampliar nuestro círculo social cuando disponemos de poco tiempo y energías al final del día, blanco y en smartphone.
Actualmente no hay que recurrir ni siquiera a los servicios específicos para iniciar una relación, al menos no si queremos entablar una conversación con la única pretensión de que pueda ser algo habitual. Ejemplo de ello es Frysbe, app para compartir fotos o microvídeos (bastante similar a Snapchat) de la que os hablábamos hace unas semanas en la que las conversaciones se inician con facilidad, muchas de ellas con ánimo de no ser efímeras.
El amor es ciego pero geek
No hay números sobre el incremento de las relaciones personales (pensando en algo más allá que la amistad) que han empezado gracias a alguna app para móviles o que se haya mantenido gracias a un contacto mediante dicho dispositivo. Pero en la compilación de cifras que publicaron en Statics Brain el pasado septiembre sobre las citas online se ve que en Estados Unidos casi 50 millones de personas han intentado iniciar una relación online y hay una serie de datos bastante curiosos acerca de ello.
Vemos que es una industria que además de que mueve algo más que los corazones de los usuarios, concretamente 1.749 millones de dólares al año en Estados Unidos. El público se reparte en mitad y mitad en cuanto al género y a qué importa más, si el físico o los rasgos en común, algo (queramos o no) directamente relacionado con los aspectos en los que más se miente, siendo la edad, la altura y el nivel económico para los hombres y el peso, la constitución y la edad para las mujeres.
Si bien la estadística se basa en los servicios web propiamente dichos, el hecho es que las apps ayudan tanto a iniciar como prolongar estas relaciones. A veces hasta el matrimonio, concretamente en un 17% de los casos, y de hecho según la media que han establecido en el estudio se producen bastante antes cuando la relación ha empezado online (a los 18 meses y medio) que offline (a los 42 meses).
¿Por qué recurrir a las apps?
La comodidad que da una app a la hora de conocer gente o establecer una relación es evidente desde el punto de vista físico (no tenemos ni que movernos del sofá), económico (muchas son gratuitas) y psicológico, ya que evitara el para muchos mal trago de romper el hielo y a la larga permite establecer un horario (y unos límites). Pero además está el hecho de que la de citas es una categoría de apps que ha crecido en número y en opciones.
Hace un tiempo ya recopilamos las apps para directamente ligar del momento, viendo que hay algunas totalmente específicas para cierto público como Grindr o Dattch, para relaciones homosexuales masculinas y femeninas respectivamente. Y yendo más allá en cuanto a la calidad de las relaciones, hace unos meses encontrábamos apps que iban desde la anti-relación como Cloack hasta la búsqueda directa de un encuentro sexual cercano con LocalSin. Todo un buffet libre para ampliar tu círculo social cómodamente, a tu manera y sin riesgo aparente.
Por tanto, viendo las características que tienen en común estas apps (las cuales a su vez son su principal gancho) se convierten en un recurso por evitarnos el dar la cara en un primer momento e ir directamente a lo que nos interesa. Y se suma el hecho de que a largo plazo las apps (ya sean de citas o su migración con el tiempo de la relación a las de mensajería) pueden ayudar a mantener el contacto sobre todo si el físico no se da por agenda, distancia o cualquier otra razón.
La otra cara de la moneda: tentaciones, distracciones y ¿adicciones?
¿Y si el remedio es la enfermedad? ¿Y si en vez de leña para el fuego las apps son un jarro de agua fría? Con el tiempo han salido las voces que remarcan no los beneficios sino los prejuicios que las apps ocasionan en las relaciones. Sin ir más lejos, una de las que veíamos en la compilación que os enlazábamos anteriormente es Ashley Madison, enfocada de cara a la infidelidad,cuyo hackeo sacó a la luz el nombre de 37 millones de usuarios, que no son pocos.
Pero dejando a un lado ejemplos tan específicos e intencionados como el anterior, cuando se apunta a lo negativo del uso de las aplicaciones en (no sólo de citas) las relaciones se alude a las consecuencias de su uso "descompensado" entre los miembros de la relación. Para esto, como no podría ser de otra manera, hay un estudio y además no sólo un neologismo, sino una "evolución" de uno ya existente: el parent phubbing (Pphubbing).
Esto plantearon James A. Roberts y Meredith E. David de la Universidad de Baylor en su trabajo sobre qué efecto tiene el uso desmedido del móvil por uno de los componentes de la pareja en la relación. Se realizó en 145 personas y concluyeron que, además del conflicto por la situación, el mencionado Pphubbing tenía una correlación indirecta con episodios de ansiedad y depresión.
A estas conclusiones llegaron viendo los resultados de las encuestas que realizaron, como la de evaluar el grado de adicción que el compañero sentimental tenía con el móvil. Se trataba de responder indicando con qué frecuencia (de 1, nunca, a 5, siempre) un total de nueve situaciones entre las que estaban entre otras si comprobaba su móvil durante una comida o si interrumpía una conversación para consultarlo si éste sonaba.
A este respecto, WhatsApp también es una de las apps a la que apuntan muchos dedos acusadores de que la tecnología puede ser destructiva para las parejas, por ser un sumidero de atención que acaba repercutiendo en la convivencia o el tiempo en pareja. A veces se habla de adicción, aunque como ya dijimos con el uso del móvil en general esto tiene sus implicaciones. Y a este respecto Francesc Núñez Mosteo, director del Grado de Humanidades de la Universidad Oberta de Catalunya, opina que lo que probablemente ocurra es que hay "cierta dependencia emocional y social”.
Es decir, el uso de WhatsApp para él no resulta adictivo sino atractivo o estimulante:
Interactúas en un espacio nuevo. Mientras esperas a que te contesten se potencia la imaginación y el deseo. Este gozo es parte del atractivo de WhatsApp
Las apps y la intimidad: cómo han influido en el sexo analógico y virtual
Si los móviles nos ayudan a encontrar farmacias, restaurantes, amigos e incluso parejas, ¿por qué no directamente sexo? Ya hemos visto algún ejemplo de app totalmente enfocada a que nuestra intimidad sea algo más amena como el caso de LocalSin y no son pocas las que hay contemplando todo tipo de opciones. De hecho, hace unos días hablábamos de que los encuentros sexuales estaban aumentando en Asia en parte por el uso de estas apps (con la posible relación con el aumento de casos de VIH).
Pero por otro lado está el sexo virtual. Aquí las apps no son específicas (no necesariamente), dado que basta con aquella que supla la función comunicativa para que los participantes tengan este tipo de relaciones como puede ser una app de mensajería instantánea. De hecho, el contacto inicial no tiene por qué ser virtual, pudiendo ocurrir la transición contraria a otros casos, es decir, virtualizar la relación. Sobre ello publicó hace unas semanas The Guardian de la mano de Stella Grey, sobre todo enfocándolo a las limitaciones del sexo telefónico:
No es un algo real (el sexo telefónico), va desde el cerebro saltando de un sistema nervioso a otro atravesando el mundo a través de cables. Es una historia que nos contamos el uno al otro y el encuentro físico es irrelevante. No tiene pasado, futuro ni presente. Es una ficción y se basa en nuestra soledad en común. Y yo veo cierto romaticismo en sus limitaciones.
Cambian las formas, no tanto el fondo
Chats, e-dating y sexting son algunos de los ejemplos de nuevos términos relacionados con el cambio de paradigma en las relaciones debido a la invasión tecnológica tanto de la red como de los dispositivos con la que accedemos a ella. Puede que la sociedad aún se encuentre en fase de adaptación a todo ello y que además de quedarle un poco grande existe el componente generacional. Y la utilidad de las apps y los servicios de internet dependerá en gran parte de esto, de si llegan con la relación asentada o no, como podemos ver en esta encuesta de Pew Research.
Se trata pues de una evolución, una adaptación por digitalización como la que se ha visto en la prensa o en los pagos, pero a nivel de sociedad. Es por ello por lo que no se ha de ver como una amenaza ni con miedo, ya que el fundamento y la calidad de las relaciones no tiene por qué cambiar, sino que son los medios lo que permitirán otros niveles o alternativas y puede que en algunos casos sea una de las pocas opciones el optar por las apps o servicios online.
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