Que los smartphones sean dispositivos que han alcanzado la madurez tiene sus ventajas (hoy en día es posible encontrar modelos por 200 euros de lo más solventes para el usuario medio) y un gran inconveniente: innovar es cada vez más difícil. Y más hacerlo con cabeza, es decir, ofreciendo soluciones a problemas de quienes los usamos o satisfaciendo nuestras demandas.
Así, es fácil encontrar nuevas funciones que obedecen más a estrategias de marketing que a una necesidad real... más allá de un pequeño nicho de usuarios o de techies que gusten de experimentar. Estas son las funciones de los mejores teléfonos que más hype despiertan pero que menos aprovechamos.
Tasas de refresco de 144 Hz
Hace no demasiado tiempo casi todos los teléfonos estaban anclados en tasas de refresco de 60Hz. Pero con el lanzamiento del OnePlus 7 Pro en 2019, el sector pisó el acelerador de los herzios y ya no ha habido vuelta atrás: de los 60 a los 90 y de allí a los 120 Hz (como dato, el primer teléfono en implementarlos fue el Razer Phone de 2017).
Hasta el 2020 los paneles de 120Hz estaban limitados a la gama alta, pero a día de hoy podemos encontrarlos en todas las gamas: las altas tasas de refresco se han democratizado, pero una cosa es lograr una experiencia de visionado más fluida y otra es sumar herzios que el ojo no aprecia pero que pasan factura a la batería.
Porque la realidad es que no lo vemos: como ejemplo, nuestro análisis de Motorola Edge 30 Pro. El salto de 120 Hz a 144 Hz es imperceptible y pocas personas son capaces de apreciar una pantalla con 90 Hz frente a la misma a 120 Hz. Oye, pero es que soy gamer: perfecto, pero es que la mayoría de juegos para móvil no soportan los 120 Hz.
16GB de RAM (o más)
¿Cuánta memoria RAM necesita un teléfono? Más allá del simplista cuanto más, mejor, la realidad es que depende de para qué lo quieras, pero para la mayoría de personas con 6 - 8 GB es más que suficiente para tareas como navegar por internet, juego ligero, streaming de música y vídeo, redes sociales.
Con 6GB de RAM tienes suficiente para un uso estándar ahora y para dentro de un par de años más, con 8GB de RAM puedes mover aplicaciones y juegos sin problema y si eres gamer, 12GB de RAM es una cifra más que respetable para títulos ambiciosos de móvil. Apostar por más es altamente probable que significa pagar de más por algo que no vas a usar.
La carga inalámbrica
Voy a abrir un melón polémico: llevo años usando teléfonos con carga inalámbrica y más allá de la novedad (de esos buenos propósitos de cargar el teléfono durante la noche y despertar descubriendo que no se había cargado porque no lo había colocado perfecto) y de cuando se me humedeció la ranura lightning, apenas la he usado.
Al César lo que es del César: la tecnología va mejorando poco a poco con los años pero hasta que no llegue el estándar Qi2 y sus virtudes, estamos ante una función poco eficiente: según un estudio, necesita casi un 50% más de energía que cargar el móvil con cable. Y ya poniéndome tiquismiquis, inalámbrica del todo tampoco es: sigues necesitando cargar el teléfono cerca del enchufe donde se conecta la base y no puedes levantarlo de ella.
Si tengo que elegir, prefiero una buena carga rápida (pero con sentido, que quiero que la batería de mi teléfono dure) a que tenga carga inalámbrica.
Pantallas QHD
Hoy en día es relativamente común encontrar pantallas Quad HD, con resoluciones de 1440p (2560 x 1440 pixeles) y de hecho no constituyen una novedad, si bien llevan unos cuantos años entre los flagship. Y toca darles el crédito que merecen: son notablemente más nítidas y ofrecen más nivel de detalle que las Full HD.
El problema es que necesitan más energía para funcionar y esto repercute directamente a la batería, algo crucial si nos vamos de casa por la mañana con la batería llena y deseamos llegar después de la jornada con algo de margen.
Pero hay otra consideración importante: la resolución va de la mano de la diagonal de la pantalla: no es casual que los televisores de 32 pulgadas sean Full HD. Teniendo en cuenta que modelos como el Samsung Galaxy S23 Ultra tienen una diagonal de 6,8 pulgadas, su tamaño impide que podamos aprovechar y apreciar en su esplendor su resolución máxima. Según nuestro experto en imagen Juan Carlos López, el equilibrio está en la resolución 2K.
Una cámara con un sensor de 108MP o más
En las oficinas de Xataka Móvil podríamos tener un cuadro con un mensaje bordado: más píxeles no significa más calidad de imagen. A los fabricantes de teléfonos les encanta sacar pecho por las cifras de sus megapíxeles, pero eso no significa que sean mejores. Qué mejor muestra que las propuestas de los Google Pixel o los iPhone entre los móviles con mejores cámaras del mercado.
Más megapíxeles ayuda a aumentar la resolución de la foto, lo que te permite acercar y recortar partes de estas sin perder demasiado detalle, a costa eso sí de ocupar más espacio. Y sí, es algo bueno y habrá quien le saque partido, pero es que no es necesario: los teléfonos de gama alta ya incluyen una lente con zoom para hacer fotos de objetos lejanos y para fotos estándar no necesitas tanta resolución. Más teniendo en cuenta que si luego vas a compartir esas fotos en redes sociales o aplicaciones de mensajería, estas van a comprimirlas.
Cámara periscópica
Si hay un apartado de los smartphone donde se innova, esa es la fotografía. De hecho estamos en un punto en el que podemos lograr un zoom óptico de 10 aumentos en terminales como el Samsung Galaxy S23 Ultra y la culpa la tiene su teleobjetivo, que usan una técnica llamada óptica plegada para imitar la capacidad de los teleobjetivos de verdad (que son enormes y no caben).
El problema está en que estas cámaras periscópicas son caras, lo que dispara el precio del teléfono y que la mayoría de la gente no las necesita, ya que son prescindibles para la fotografía cotidiana. Así como la lente principal la vas a usar a diario, una teleobjetivo con zoom 10x solo es útil en casos excepcionales, como por ejemplo para fotografíar pájaros. No es una cámara ni un dispositivo para todo el mundo y sí para amantes de la fotografía.
Grabar vídeo en 8K
Llevamos casi una década con la función de grabación de vídeo en 4K (3840 x 2160 pixeles): para que te hagas una idea, uno de los primeros Samsung en integrarlo fue el Galaxy S5 allá por 2014 y ya por aquel entonces era una función a la que se le sacaba poco partido.
Hoy en día el 4K ya es un estándar de la gama media - alta que ayudada por un hardware más potente va teniendo sentido (aunque vas a devorar el espacio de tu teléfono), especialmente porque consumimos contenido en teléfonos, tablets, portátiles y dispositivos de tamaño similar: sus pantallas son lo suficientemente grandes como para apreciar diferencia entre los 1080p y el 4K. Pero si damos el salto al 8K (7680 x 4320 pixeles), la mejora no se nota. Con la excepción del gaming profesional, la resolución 8K no tiene sentido para vídeo en el móvil.
Portada | Análisis Samsung Galaxy S23 Ultra de Xataka.
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