Nos encanta inventar nuevas palabras (a unos países más que otros, también es verdad), y esto de “las nuevas tecnologías” (que poco de nuevas tienen ya) motiva mucho la imaginación y los juegos con lexemas y morfemas, o bien directamente la adopción de términos anglosajones mejor o peor adaptados (y, en los peores casos, aceptados). Tras phubbing y nomofobia, llega el FoMO y los psicólogos ya tienen su opinión al respecto.
Como suele ocurrir, en este caso el acrónimo tiene origen estadounidense, y se corresponde con la expresión Fear Of Missing Out, que viene a significar algo así como al miedo exacerbado a estar desconectado, es decir, a no saber lo que acontece. La sensación de duda llevada al extremo en cuanto a “¿Qué habrá pasado mientras yo no estaba conectado?”.
Con respecto a este tema, la psicóloga clínica Anita Sanz dejó una respuesta en Quora a la pregunta “¿Qué aspectos psicológicos hay detrás de FOMO?”, aludiendo a la intensidad de este comportamiento y con interés en saber si hay personas más sensibles a “padecerlo”.
Quizás no sea algo tan reciente
Anita empieza su explicación aludiendo a una necesidad que no es precisamente nueva, aunque este comportamiento se haya potenciado con las redes sociales. Sitúa el origen de este comportamiento en la necesidad de estar al día por supervivencia, o lo que es lo mismo, de tener conocimiento de las amenazas en nuestro alrededor, las nuevas fuentes de alimentación, etc.
Según explica, el hecho de ser conscientes de lo que podía acontecer a nuestro alrededor cuando aún no se constituían sociedades, sino que se vagaba individualmente o en pequeños grupos, era una cuestión de vida o muerte. Esto dio pie a que, una vez se evolucionó y se crearon comunidades más estables fuese importante prestar atención, estar en el lugar adecuado y en el momento adecuado a tenor de las fuentes de información o, algo que nos resultará bastante familiar, enterarse del cotilleo del día.
El boca a boca evolucionaría tanto en escala como en tecnología y calidad con la televisión, periódicos y otros medios de comunicación, con el salto definitivo con la llegada de internet. Una evolución que, según Sanz, también haría mella en nuestro cerebro hasta tener una parte dedicada a la desagradable sensación de haber sido dejado a un lado por no habernos enterado de algún evento.
Cuestión de “supervivencia”
Anita explica las bases anatómicas y fisiológicas de este comportamiento. Esta región cerebral especializada es parte del sistema límbico, concretamente del cuerpo amigdalino o amígdala cerebral, un conjunto de neuronas del tamaño aproximado de una almendra cuya función está relacionada con respuestas de autoconservación (sexuales, agresivas, alimentarias, etc.), es decir, en la detección de posibles amenazas a nuestra supervivencia y en la consecuente reacción.
En la actualidad las consecuencias son mucho menores y muy lejos queda aquello de que nuestra supervivencia se condicionada a lo enterados que estuviésemos con respecto a nuestro entorno. Pero para mucha gente esa información que proviene de las pantallas de sus terminales es en la práctica su comunidad, viéndose afectada en mayor grado si se pierden alguna novedad en Twitter, Facebook o alguna de estas plataformas.
Es decir, obviamente el no haber leído un tweet o una actualización de estado no va a suponernos una amenaza a nuestra vida, pero según explica la psicóloga, esta sensación de haber sido excluidos o habernos perdido una información “vital” es suficiente para que las amígdalas cerebrales activen los mecanismos de estrés, o lo que se conoce como respuesta de “pelea o huida” (fight or flight).
La actitud que puede desembocar de estas reacciones fisiológicas y que veremos en la práctica (o directamente sufriremos) es el doblar el esfuerzo para no perdernos el evento o evitar estar aparte, es decir, aumentar la frecuencia en la que cogemos el móvil y escaneamos todas las redes o servicios en los que queremos estar totalmente al día, lo que Sanz describe como un comportamiento en sí basado en un chequeo constante.
¿Hipervigilas tu smartphone? Tómate un respiro
Estar constantemente consultando los dispositivos para no perder detalle no es ni mucho menos una manera de disminuir este estrés producido por el temor a estar desactualizados (el propio FoMO). Según Anita, precisamente ese mismo estado de hipervigilancia es lo opuesto a la verdadera relajación.
En cuanto a si hay personas con mayor predisposición a padecer este miedo, la psicóloga apunta a que podrían ser aquellos cuyas amígdalas cerebrales ya sean en origen más sensibles a lo que acontece en el ambiente o en los individuos que les rodean. Algo que se da en las personas con algún tipo de ansiedad social, que han sufrido algún trauma emocional en el pasado y/o con algún trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o la tendencia a serlo.
¿Crees que padeces FoMO (o sabes de "un amigo" que lo padece)? ¿Te has visto realmente agobiado por haber estado sin tu teléfono móvil un rato? Bueno, no es grave y tiene remedio fácil (y previsible). Anita Sanz explica que se trata de redirigir nuestra atención a lo que no es la pantalla de nuestro dispositivo y acostumbrar a nuestro ansioso cerebro a tener descansos de las redes sociales o aquello que monopolice nuestra atención.
Estos descansos harán que progresivamente el cuerpo amigdalino reduzca el grado de la respuesta de estrés y que dejemos de sentir esa sensación de ansiedad. Básicamente es el remedio por antonomasia cuando existe una adicción, algo que no es tan sencillo como puede parecer desde fuera y que requiere fuerza de voluntad. Pero para ayudarnos a lograrlo, y como no podía ser de otra manera, there's an app for that.
Vía | Quora
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