El año pasado Google dijo adiós a la gama Nexus y presentó en sociedad a sus dos niños bonitos: los Google Pixel. Pero a pesar de contar con unas especificaciones potentes, los nuevos de teléfonos de Mountain View no tuvieron una gran acogida en el mercado, probablemente (entre otras cosas) porque no ofrecían nada novedoso pero sí contaban con un precio de escándalo.
Pero Google no se rinde, y ha vuelto a la carga con una segunda saga de la serie Pixel representada por los mellizos Google Pixel 2 y Pixel 2 XL, que una vez más, no destacan por nada en particular salvo por ser los primeros teléfonos que estrenen la última versión del sistema operativo creado por su progenitor. Si Google sigue sin ofrecernos un teléfono que consiga dejarnos con la boca abierta, ¿por qué sigue empeñada en esta aventura?
¿Quién quiere un Pixel teniendo un LG G6?
Si nos paramos a enumerar las especificaciones técnicas de los Pixel 2, veremos que sí, son unos teléfonos que encajan perfectamente en el nicho de la gama alta, pero para vender algo en un mercado tan copado hace falta mucho más que encajar (y si no que se lo digan a Andy Rubin).
¿Qué ofrecen los nuevos Pixel como elemento diferenciador? ¿Un diseño innovador? No. ¿Cámaras duales? No. ¿Pantallas sin marcos? Casi, pero no. Es decir, ni siquiera se adhieren a las tendencias del mercado, van por libre, algo que no es necesariamente malo si se justifica con calidad, pero que desde luego dificulta más el posicionamiento inicial de un nuevo terminal.
A lucir Android Oreo
Con esta premisa parece que Google no hace hardware porque quiera de verdad ganar terreno en la línea de negocio móvil, parece que los Pixel son una excusa, unos maniquíes a los que su verdadera especialidad, el software, les queda como un guante. Los Pixel 2 son los primeros teléfonos con Android Oreo corriendo por sus venas, donde demostrar lo bien que hacen las cosas porque todo fluye a la perfección, mientras que la fragmentación sigue igual que siempre.
Puede que Google vea los esfuerzos de Samsung en reforzar su propio SO, Tizen, como una amenaza y por ello, ante el miedo de que la marca de teléfonos con Android que más vende se pudiera despedir, sigue en su afán de demostrar que pueden hacer hardware, sobre todo tras la adquisición de HTC. Independientemente del motivo, no debería descuidar a sus usuarios.
Google, piensa en los androides
Sea por el motivo que sea, el problema no es que Google haga sus propios teléfonos y éstos sean (por decirlo de algún modo) "insulsos" o no, el problema es que como dice el refrán, «quién mucho abarca poco aprieta», y sería de agradecer que Google focalizase esos esfuerzos en que su software sea lo más accesible posible, en que lleguen actualizaciones a cuantos más dispositivos mejor.
En Xataka Móvil | De los Pixel a los Pixel 2: esto es todo lo que ha cambiado
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