Llevamos años quejándonos de que los teléfonos móviles han ido convirtiéndose progresivamente en un ejército de clones a los que hay que acercarse para poder diferenciarlos. Lejos quedó el mercado de los móviles clásicos, pese a que hoy aún resistan algunos valientes. Móviles que tenían todo tipo de formas y configuraciones, pero que usábamos mucho menos ahora por su escasez de posibilidades. Una evolución encaminada en una dirección que ahora parece que se quiere invertir.
Se arrinconaron las tapas que se abrían y deslizaban, desaparecieron las antenas externas fijas o extraíbles y, con el paso del tiempo, los teclados táctiles ganaron la partida a los teclados físicos. Algo que ha producido un ecosistema algo genérico en diseños, de acuerdo, pero también bastante resistente y perdurable. Aunque ahora la imposición del cristal pretenda dar al traste con parte de este progreso.
Compactos, durables e incluso sumergibles
La retirada progresiva de las piezas móviles de los teléfonos ha ido reduciendo el número de fallos mecánicos, hasta el punto de que la gran mayoría de defectos de los teléfonos a día de hoy tienen que ver con malfuncionamiento de componentes, pero no con piezas que de repente son inmóviles o que se desprenden del teléfono.
Por eso no me queda más remedio que manifestarme contra el Oppo Find X que acaba de aterrizar, pero también contra el Vivo Nex. Dos apuestas para convertir los teléfonos en lo más cercano al ideal del 100% pantalla posible, pero a costa de volver a colocar piezas móviles que pueden estropearse, y que seguramente acaben haciéndolo.
No han sido pocos los comentarios que han inundado las redes sociales y los blogs en los últimos días, desde la llegada del Vivo Nex. Comentarios que dudaban sobre que ocurriría con la cámara del Nex cuando se negase a salir del teléfono, o cuando entrase polvo en el mecanismo. Lo mismo podemos preguntar con respecto al Oppo Find X. Cuando los teléfonos eran ya bloques monolíticos y estancos, muchos de ellos sumergibles, ahora regresan los transformer.
Oppo no es nuevo en esto
En el pasado ya hubo smartphones así, la apuesta de Vivo y Oppo no es nueva. De hecho, la propia Oppo puso en circulación el Oppo N1 hace algunos años. En un intento de avanzar donde nacie lo hacía, el N1 contaba con una cámara superior rotatoria. Así, teníamos el mismo sensor y la misma lente para fotografías normales y selfies. Bastaba con girar el mecanismo y, voilá.
Pero el mecanismo resultaba conflictivo en cuanto a su durabilidad, aunque la propia Oppo aseguraba haberlo testado para soportar más de 100.000 rotaciones. El problema con este tipo de mecanismos no se basa ya en que perduren en el tiempo, sino en que no tengan ningún defecto de fábrica. El riesgo de quedarnos con la cámara rotatoria en la mano, o atascada, es real. Pero a Oppo no le valía con poner lentes delante y detrás.
Años más tarde, concretamente cinco, repite la jugada con el Oppo Find X que, a modo de tortuga, permite deslizar el módulo de cámara y sacarlo del cuerpo, haciendo aparecer tanto las cámaras traseras como la frontal y el sistema de reconocimiento facial. De nuevo un móvil deslizable, un Nokia N97 Mini en 2018, con cámaras en lugar de un teclado.
Como decíamos, el Vivo Nex tiene una filosofía similar, aunque la pieza que surge del interior del teléfono es más delgada. Y, por supuesto, más frágil, aumentando la posibilidad de malfuncionamiento y también la de rotura. El Bluboo S2, por ejemplo, también apostó a primeros de año por una cámara rotatoria de 21 megapíxeles. De nuevo una pieza móvil, de nuevo des-evolucionando en seguridad y durabilidad.
La des-evolución de la durabilidad
La sensación patente es que, al menos una porción de los fabricantes móviles, curiosamente un frente formado por teléfonos de origen chino, quiere nadar contra la corriente en busca de un nuevo arroyo. Los bloques monolíticos actuales, estancos, robustos, ahora quieren volverse articulables. Quieren recuperar piezas susceptibles de una avería mecánica, las más comunes cuando interviene la mano y el uso de sus dueños.
Espero, de corazón, que esto no sea más que un pequeño episodio pasajero. Que el resto de fabricantes logre encontrar soluciones alternativas a esta guerra, un tanto absurda, por lograr el móvil con un 100% de pantalla. Ocultar la cámara tras la pantalla, como el lector de huellas, o cualquier otro sistema que no signifique colocar piezas que se puedan atascar, estropear o con las que nos podamos quedar en la mano.
Mucho ojo, porque ahora vienen los móviles plegables y aquí volveremos de nuevo a encontrarnos con el mismo dilema. Confiemos, eso sí, que estos móviles plegables sean más duraderos que los antiguos móviles de tapa. Los de antes los usábamos para llamar y enviar mensajes, los de ahora los usamos absolutamente para todo. Un dispositivo que estará varias horas en uso en nuestra mano cada día debe ser resistente. Disculpadme, pero estoy en contra de las partes móviles.
En Xataka | OPPO Find X, primeras impresiones: así funcionan sus cámaras "desplazables"
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